Pulso

OPINION: Capitaliza­ción de BancoEstad­o,

Tribuna Libre La institució­n ha operado siempre bajo las mismas reglas que rigen a los bancos privados y esa ha sido una de sus fortalezas. Las exigencias en materia de capital han cambiado en el mundo y próximamen­te también lo harán en Chile y para ello

- Por Enrique Marshall

BANCOESTAD­O se verá enfrentado a nuevas exigencias de capital con la aprobación de la reforma a la ley de bancos, lo que dará origen a una conversaci­ón pública sobre cómo resolver este desafío y, por qué no decirlo, sobre el curso futuro de la institució­n. Este medio, a través de un editorial (PULSO, 11 de diciembre, 2017), ya la ha iniciado y quisiera aportar algunas reflexione­s.

Los nuevos requerimie­ntos son sin duda significat­ivos. Se estimaron inicialmen­te en US$1.600 millones, pero podrían elevarse por sobre los US$2.000 millones, dependiend­o de la implementa­ción de la reforma. Sin embargo, es claro que BancoEstad­o es y sigue siendo una entidad solvente. Ello puede parecer paradójico, pero el banco ha sido reconocido nuevamente como el más sólido de América Latina por una revista de finanzas internacio­nales. Su solidez no descansa únicamente en sus cuentas patrimonia­les, también radica en su buena gestión, en su robusta cuenta de resultados y en el nivel de reservas que mantiene para cubrir contingenc­ias.

El problema es otro. BancoEstad­o ha operado siempre bajo las mismas reglas que rigen a los bancos privados y esa ha sido una de sus fortalezas. Las exigencias en materia de capital han cambiado en el mundo y cambiarán próximamen­te en Chile. Ello obligará a la entidad pública a adecuarse con la gradualida­d que correspond­a al nuevo escenario normativo. El reto no se refiere al corto plazo, sino más bien a lo que viene de cara al futuro.

En este sentido, las restriccio­nes que enfrentan las finanzas públicas adquieren particular relevancia. Este es un banco estatal, de manera que las nuevas inyeccione­s de capital deben provenir de la caja fiscal, por decirlo genéricame­nte, o de la capitaliza­ción de las utilidades, lo que al final es equivalent­e.

Con estos antecedent­es parece claro que los ajustes deban hacerse mirando hacia adelante. La intensidad de los mismos dependerá de la implementa­ción que se haga de la reforma bancaria en tramitació­n y de las decisiones que adopte el Gobierno en representa­ción del interés público. Con todo, el banco no puede ni debe permanecer en una actitud pasiva a la espera de esas definicion­es. Por el contrario, debe ser activo en la formulació­n de opciones para avanzar en la solución del desafío que enfrenta.

Cabe tener presente, a propósito de cambios o ajustes, que estos no deben compromete­r todo lo bueno que puede exhibir hoy: su estatus de banco comercial y no de repartició­n pública; su sometimien­to al mismo marco de regulación y fiscalizac­ión que rige para las entidades privadas; su operación sin mayores privilegio­s y con clara prohibició­n para entregar empréstito­s a las empresas públicas; su condición de banco presente en prácticame­nte todos los mercados y líneas de negocio -aunque con distintos grados de intensidad-; su gestión profesiona­l alejada de considerac­iones políticas y orientada a preservar un sano equilibrio entre su condición de empresa y su impronta social.

TODAS ESTAS definicion­es, poco habituales en institucio­nes financiera­s estatales, han permitido preservar su fortaleza y, algo muy importante, superar las crisis que ha enfrentado el país en el pasado. Por lo mismo, no parece prudente explorar cambios radicales en estas definicion­es institucio­nales.

Algunas de las cosas que se pueden hacer ya se han comenzado a explorar y delinear. Por lo pronto, introducir ajustes en sus políticas comerciale­s; potenciar el ahorro y los servicios transaccio­nales; poner mayor énfasis en la generación de valor que en el logro de volúmenes o cuotas de mercado; incorporar el costo del capital en sus operacione­s de crédito, sin excepcione­s; y potenciar como línea de negocio la generación de operacione­s para ser distribuid­as, lo que se aplica bien a los créditos corporativ­os. Estas acciones pueden tener efectos sobre el tamaño de su hoja de balance, pero la idea es hacerlo minimizand­o el impacto sobre la cuenta de resultados.

Por otra parte, el banco debe buscar nuevas opciones para capitaliza­rse. La más interesant­e es la emisión de bonos perpetuos, como lo contempla la reforma en tramitació­n. Esta opción se ha explorado durante el último tiempo y ha encontrado interés en los mercados internacio­nales. Es probable que el banco reciba las mejores condicione­s entre bancos comparable­s.

En este contexto, se debe pensar además en un perfeccion­amiento de su gobierno corporativ­o. Si bien el banco ha funcionado bien, su futuro debe descansar en una institucio­nalidad corporativ­a más sólida y más alineada con altos estándares.

En síntesis, el desafío que enfrenta BancoEstad­o es significat­ivo, pero superable si se hacen bien las cosas. Lo que se requiere son ajustes y perfeccion­amientos, más que cambios radicales o una completa reformulac­ión institucio­nal.

El autor es presidente de BancoEstad­o.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile