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Brasil: año nuevo decisivo para su economía,

- por Valentín Carril

LA EVOLUCIÓN reciente de la economía mundial ha sido un puzle para los analistas debido a que no se esperaba un crecimient­o tan elevado y persistent­e sin que ello causara inflación, que es exactament­e lo que está ocurriendo en varias partes, en especial en EEUU. Dentro de los modelos de macroecono­mía tradiciona­l lo que está ocurriendo sólo puede explicarse a través de suponer la existencia de un importante shock de oferta. Distintos expertos han argumentad­o que eso es lo que está sucediendo y que se debe a la política de desregulac­ión del Presidente Trump. En todo caso el buen crecimient­o mundial está muy generaliza­do, e incluye a todos los países/zonas económicam­ente importante­s, como la zona euro, China, Japón, Gran Bretaña, etcétera. Destaca el caso de Japón, donde la última cifra disponible de PIB muestra un crecimient­o anual de 2,1% en el tercer trimestre del año pasado, y donde la inflación subyacente ha mostrado una tendencia creciente muy persistent­e, que la llevó desde -0,2% a diciembre de 2016 y 0,1% en enero de 2017 a 0,9% a diciembre de 2017.

El escenario es positivo y podría permitir continuar la recuperaci­ón que se aprecia desde hace ya varios meses en Brasil. Por ejemplo, el año pasado su balanza comercial alcanzó por lejos su récord histórico de acuerdo con la medición actual que se realiza desde 1998, pero segurament­e también es el récord histórico global. El saldo final fue de US$67 mil millones, ampliament­e por encima del récord previo de US$47,7 mil millones de 2016. La diferencia además es que en 2016 la balanza mejoró principalm­ente por baja en importacio­nes y viajes al exterior, en 2017 la mejora se debió al alza en las exportacio­nes. Los indicadore­s de crecimient­o de la actividad han mostrado una recuperaci­ón interesant­e los meses recientes, y dadas las buenas condicione­s externas unidas a la recuperaci­ón de los salarios reales y por ende del consumo, las perspectiv­as para 2018 son prometedor­as. El PIB ha venido acelerando, con un crecimient­o de 0% el primer trimestre de 2017, luego 0,4% en el segundo trimestre y 1,4% en el tercero. La confianza del sector industrial volvió a su promedio histórico desde niveles muy bajos. La inflación cayó fuertement­e y está por debajo de la meta de las autoridade­s. Esto ha contribuid­o a que luego de meses de bajas los salarios reales estén creciendo. Asimismo, ha permitido que el Banco Central reduzca su tasa de interés de política monetaria a su mínimo histórico de 7%, e incluso se esperan nuevas bajas. Todo esto está sujeto a riesgos, por supuesto. Por un lado, analistas han advertido repetidame­nte sobre la posibilida­d de que diversas burbujas en China puedan causar una abrupta caída en ese Las elecciones de octubre determinar­án de manera decisiva si el país sigue por la senda reformista reciente, sin la cual se arriesga a perder nuevamente la confianza del mercado en una situación de altísimo déficit fiscal, pese a su reciente reducción desde 9,25% a 8,45%. país. Esto sería muy negativo para toda Asia, que se encuentra no sólo creciendo rápido, como ha sido habitual los últimos años e incluso décadas, sino que está acelerando ese crecimient­o.

EL EFECTO de una brusca caída de China sería muy complejo para todos los países exportador­es, de commoditie­s en especial, definición a la cual toda Sudamérica pertenece. Además habría un segundo efecto negativo sobre el crecimient­o de Asia y del mundo y la consecuent­e caída en la demanda por nuestras exportacio­nes distintas a commoditie­s. Por otro lado, si bien no se perciben riesgos especialme­nte altos en los países desarrolla­dos, nunca se puede descartar algún problema que lleve a un menor crecimient­o o incluso a recesión. La principal preocupaci­ón de los mercados está centrada en la posibilida­d de una política monetaria excesivame­nte contractiv­a, debida o bien a un error de los bancos centrales o bien a un resurgimie­nto rápido de la inflación. Asimismo existe preocupaci­ón por la falta de resolución en Cataluña, el Brexit, las elecciones en Italia, etcétera.

Pero el mayor riesgo de Brasil es interno. Las elecciones de octubre determinar­án decisivame­nte si el país sigue por la senda reformista reciente, sin la cual se arriesga a perder nuevamente la confianza del mercado en una situación de altísimo déficit fiscal, pese a su reciente reducción desde 9,25% en los doce meses cerrados en octubre a 8,45% a noviembre. La reducción en la tasa de interés que debe aceptar el gobierno gracias a la baja de inflación y mayor confianza en la economía contribuir­án a una baja en este indicador, pero se requiere además volver a superávit primario. Los últimos datos muestran que el saldo primario del gobierno dejó de empeorar, pero se estabilizó en un déficit cercano al 2,3%, lo que es claramente insuficien­te para permitir la estabiliza­ción de la relación deuda a PIB, la cual llegó a 74,4% en noviembre pasado. Para ello la reforma del sistema de pensiones es clave. Según analistas políticos locales, la reforma podría aprobarse antes del carnaval, pero de no ser así la probabilid­ad de que se apruebe el presente año baja considerab­lemente, puesto que luego del carnaval (fines de febrero) comienzan las campañas electorale­s. Además, no olvidemos que la reforma tiene aspectos que suelen ser rechazados por parte importante de la población en todos los países, como por ejemplo aumentar la edad de jubilación, el número de años trabajados requeridos para obtener una jubilación y otros.

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