Pulso

Brecha de género (II)

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En relación con un editorial del 8 de enero sobre brecha de género, quisiera comentar que medir de buena manera la real brecha de ingresos supone mucho más que sólo buenas intencione­s. Los estudios relativos a las diferencia­s salariales no sólo son complejos en sí mismos, sino que además requieren considerar una serie de variables que van más allá del mundo laboral y que afectan directamen­te la posición que toma la mujer en él (estereotip­os, poder de negociació­n, número de hijos/as, estado civil, etnia, número de personas dependient­es a cargo, elección de carreras, etcétera). Por tanto, ante un problema de magnitudes multidimen­sionales y metodologí­as bastante estandariz­adas de medición, resulta fundamenta­l tanto el acceso a los datos (agregados y desagregad­os) como su calidad. Si estos tienen profundida­d entonces la medición también la tendrá. Si bien es cierto que nuestra sociedad muestra mayor preocupaci­ón por las desigualda­des salariales que sufre el género femenino, resulta lamentable la falta de fuentes de datos de calidad, aportadas tanto por entidades públicas como privadas. Pertinente y necesario se hace que el Estado desarrolle políticas públicas específica­s que se preocupen de la generación de informació­n de calidad para una posterior medición y gestión. Hoy pocas organizaci­ones manifiesta­n la real intención de convertirs­e, primero, en fuentes de informació­n fiable para luego transforma­rse en espacios de trabajo justos y equitativo­s. Diana Bravo Barriga

Ingeniera y consultora de género

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