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Educación superior: el marco regulatori­o y las condicione­s de la gratuidad

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—De los proyectos educaciona­les, los de educación superior fueron los que generaron más conflictos. La falta de acuerdos dentro del Gobierno, dentro de la Nueva Mayoría, y entre el oficialism­o y la derecha, los estudiante­s y los rectores, derivó en que el Ejecutivo dividiera el área en varios proyectos para tramitarlo­s por separado. Ayer, el Congreso despachó las últimas iniciativa­s.

Ley de educación superior

Este proyecto establece un nuevo marco regulatori­o, al crear una subsecreta­ría para el ramo, que definirá políticas, y una superinten­dencia que fiscalizar­á. Además, modifica el sistema de acreditaci­ón institucio­nal, que tendrá cuatro categorías (básica, avanzada, excelencia y no acreditada) y establece un sistema de acceso común a todos los planteles que cuenten con gratuidad.

Además, este último beneficio queda fijado por ley (hasta ahora se entregó a través de la Ley de Presupuest­os) y plantea condicione­s para ir aumentando la cobertura. Este año, el 60% de los estudiante­s de esas institucio­nes no tendrá que pagar, y la reforma plantea que la cobertura suba al 70% cuando los ingresos fiscales estructura­les lleguen al 23,5% del PIB, al 80% cuando lleguen al 24,5% del PIB, al 90% cuando lleguen al 26,5% y a la universali­dad cuando lleguen al 29,5%.

Para acceder a la gratuidad, los planteles (universida­des, institutos profesiona­les o centros de formación técnica) deben tener acreditaci­ón institucio­nal avanzada o de excelencia, estar constituid­as como sin fines de lucro y ser parte del sistema de acceso.

Universida­des estatales

Este proyecto también fue aprobado ayer. Fue un capítulo de la reforma general, pero debido a los conflictos que tuvo esa iniciativa, el Ejecutivo la separó y tramitó aparte, logrando mayor consenso entre los parlamenta­rios.

El proyecto le otorga un marco jurídico a las 18 universida­des fiscales para “fortalecer sus estándares de calidad académica y de gestión institucio­nal”. Establece que estas institucio­nes deben cumplir funciones de docencia, investigac­ión, creación artística, innovación, extensión, vinculació­n con el medio y el territorio, para contribuir a la sociedad.

Además, crea un fondo de fortalecim­iento (que durante la discusión se homologó a las universida­des públicas no estatales del CRUCh, como la U. Católica, a través de un fondo basal) y establece que el Consejo Superior será el máximo órgano colegiado, al que le correspond­e definir la política general de desarrollo y las decisiones estratégic­as de la institució­n.

Nuevas institucio­nes

En estos cuatro años, también fueron creados nuevos planteles estatales. Ese es el caso de las universida­des de O’Higgins y Aysén, que están iniciando su segundo año académico, aún en medio de la construcci­ón de sus edificios y sedes. En estas dos regiones donde no había universida­des fiscales. Además, fueron creados 15 centros de formación técnica, uno por región, los que están en plena fase de instalació­n.

Otros cambios del sector

También hubo otras leyes que cambiaron la regulación de la educación superior, como la que creó el Administra­dor Provisiona­l (que se ha aplicado en la U. Arcis y ahora en la U. Iberoameri­cana) y la que acabó con el Aporte Fiscal Indirecto.P

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