Larga vacancia en el Consejo del Banco Central
Editoriales Considerando el prestigio del Banco Central, no parece oportuno que se prolongue la nominación de un nuevo consejero y menos aún, según ha trascendido, que esté supeditada a la elección de otros cargos.
ELmiércoles 31 y ayer jueves 1 el Banco Central realizó la primera Reunión de Política Monetaria (RPM) bajo el nuevo esquema anunciado en septiembre del año pasado, el cual reduce de doce a ocho las reuniones alineándose con la práctica más común en bancos centrales de países con metas de inflación. Sin embargo, este debut no fue como se esperaba, puesto que sólo contó con la presencia de cuatro consejeros. Esto porque todavía está pendiente la nominación del economista que reemplace a Sebastián Claro, quien completó los diez años que dura el mandato y dejó la institución el 6 de diciembre.
De esta manera, la decisión informada ayer de mantener la tasa de interés en su actual nivel de 2,5% fue abordada por Pablo García, Joaquín Vial, Rosanna Costa y el presidente, Mario Marcel. Considerando que en febrero no sesiona el Congreso, en el mejor escenario el sucesor de Claro asumiría recién en marzo, con lo que se completarían tres meses del Banco Central con un consejero menos, ante lo cual La Moneda o Hacienda no han dado explicaciones.
Tomando en consideración el prestigio del instituto emisor, no parece oportuno que se siga extendiendo la nominación y que menos aún, según ha trascendido, esté supeditada a la elección de otros cargos, como es un cupo del Tribunal Constitucional. Pese a que el BC puede operar con un consejero menos (la experiencia de la Fed así lo indica), desde el mundo privado se han dado señales de alerta. Es el caso de BBVA, que indicó que “si la nominación del quinto consejero está llevando al Banco Central a tomar decisiones que no son óptimas, entonces sería evidente que el retraso de la nominación estaría causando efectos económicos reales y concretos”.
La institucionalidad debe estar por sobre cálculos políticos particulares y superar el temido síndrome del pato cojo.