Las reformas educacionales, el cambio a la Constitución, el fin del binominal y la despenalización del aborto son la razón de ser del gobierno de la Nueva Mayoría. Sin embargo, el balance es desigual, como lo fue también la resistencia que encontraron est
SIN DUDA, la principal motivación de Michelle Bachelet y la razón de ser de la Nueva Mayoría son las reformas sociales y políticas. En las 198 páginas del programa de gobierno, la mandataria detalló un extenso listado de cambios que quiso introducir en el país y que intentó cristalizar en estos cuatro años.
“Si usted me dice cuál es el Chile al que nosotros aspiramos, es un Chile más justo”, sintetizó Bachelet en abril de 2013, en su primera entrevista como precandidata, algunos días después de volver de Nueva York. En ese entonces dijo que durante los gobiernos de la Concertación “hubo reformas importantes y hubo otras que parecieron importantes pero demostraron ser insuficientes”, pero que tenía la certeza de que los desafíos sociales “o se enfrentan de manera profunda o no vamos a lograr el objetivo deseado de un país más desarrollado”.
Pero, a días del cierre de su administración, el panorama sobre el corazón de su proyecto es disímil: algunas reformas no salieron como pretendía, como fue el caso de los proyectos educacionales, hubo situaciones inesperadas que obligaron a la Presidenta a modificar su cronograma, como los casos de corrupción y la agenda de probidad, y en otros casos optó por descartar algunas ideas, como la reforma a la salud. Pero en otras propuestas tuvo pleno éxito, como en la despenalización del aborto en tres causales. Se trata de un legado complejo, de cambios que, en su mayoría, tendrán que ser juzgados a largo plazo, pero que no dejaron indiferentes a nadie y que pasarán a la historia.
La batalla ideológica en educación
Seguramente cuando Bachelet pensó en incorporar en su programa las reformas educacionales, con la intención de recoger las demandas del movimiento estudiantil, no pensó en que se iba a encontrar con una oposición tan grande.
“El proceso político de este conjunto de reformas ha sido áspero, y ha tenido la oposición frontal de quienes aún consideran que la provisión privada de la educación es una mejor opción que la provisión pública”, dijo hace un año, al hablar sobre los avances de la gratuidad.
Los problemas comenzaron tempranamente, en el primer año, cuando el Ejecutivo presentó el proyecto de la Ley de Inclusión, que ponía fin al lucro, a la selección y al copago en los colegios particulares subvencionados. La derecha se opuso tenazmente, acusando que la propuesta excluía a los padres de su legítimo derecho a aportar y de-