Tras 25 años, Hacienda perdió la supremacía
ALA hora de resumir los cuatro años económicos de Michelle Bachelet valga recordar la frase del ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, cuando señaló que “tenemos tan mala pata que el mejor crecimiento se verá con más nitidez hacia el próximo año”. Con mala pata se refería a la situación de coincidencia de varios elementos, como el ajuste del precio del cobre tras varios años de boom, lo que redujo los ingresos fiscales y afectó la inversión en el sector del cual Chile es muy dependiente. Con ello se perjudicó el crecimiento, elevando la deuda pública, lo que a su vez llevó a una rebaja en la clasificación de riesgo después de 25 años de estar entre las economías más notables.
Claro que a este escenario de malas noticias macro deben agregarse otros ingredientes que contribuyeron bastante al empeoramiento de los índices y que tienen directa relación con decisiones del Gobierno y no con la suerte, como fueron las reformas anunciadas y concretadas en lo tributario y lo laboral y las que sus críticos consideraron mal diseñadas, mal implementadas y poco consultadas. El ambiente no era el propicio para la inversión, y así lo indicaban los distintos índices de confianza empresarial. “El Gobierno ha sido incapaz de impulsar reformas bien hechas. Tenemos un problema de confianza y de mal ánimo general. En la economía se parte también por la gestión del Gobierno, una gestión muy deficiente en materia de implementación”, señaló en su momento el ex presidente del Banco Central, José de Gregorio, sumándose a la oleada de críticas que si bien comenzaron en la oposición fueron adjuntando poco a poco a una parte significativa de los economistas que históricamente habían apoyado al conglomerado oficialista.
Este “fuego amigo”, como se calificó en un minuto, reflejaba el constante tira y afloja no sólo dentro de la coalición, sino que también en el gabinete, a tal punto que Bachelet rompió con una tradición que se había mantenido desde el advenimiento de la democracia en 1990, como es la perpetuidad del ministro de Hacienda durante todo el mandato. El distintivo de indestructible que tenía este cargo fue desmantelado no sólo una vez, sino que dos veces por la Presidenta provocando más una tormenta política que un tornado económico, pues las bolsas y las monedas casi no reaccionaron a estos eventos.
Malos indicadores
Ni en sus peores pesadillas el equipo de la mandataria proyectó un escenario tan negativo como el que se materializó para estos cuatro años, que partió con un derrumbe del precio del cobre desde los US$3,6 promedio en 2012 a US$3,3 en 2013, a US$3,1 en su primer año hasta tocar un piso de US$2,2 en 2016. Sin lugar a dudas fue una caída no es-