El desafío de la gestión en la educación superior
HOY VEMOS con preocupación que una nueva universidad, esta vez acreditada, inicia su proceso de cierre. Los principales perjudicados son los estudiantes, sin embargo, el responsable es el sistema en su conjunto. Tenemos una nueva ley de educación superior que aborda parte importante de las deficiencias y que introduce elementos de control hoy inexistentes, pero muy necesarios, y que ha generado más de una preocupación. El éxito en la concreción y permanencia de un proyecto educativo se da sobre la base de tres aspectos fundamentales; contar con estudiantes motivados, lo cual se garantiza a través de un inteligente proceso de admisión que hoy no tenemos; profesores asociados a una carrera docente, y finalmente la buena gestión de la institución garantizada por un equipo profesional comprometido, eficiente y conocedor de la administración universitaria. En nuestro país los fracasos de instituciones de educación superior se dan fundamentalmente por la falla en el tercer elemento, la gestión. La nueva ley de educación superior incorpora una institucionalidad que deberá velar por el cumplimiento de estos aspectos, dar cuenta del desempeño académico y económico de las universidades y garantizar a los estudiantes que las instituciones están en condiciones de otorgar estudios. En este último aspecto es clave que los recursos que el Estado transfiera a las instituciones por concepto de gratuidad, fondos concursables o aportes basales, sin distinción para universidades estatales y privadas que cumplan un rol público, deben cubrir las necesidades docentes, de investigación y vinculación con el medio, que permitan abordar los desafíos señalados. Las instituciones universitarias debemos hacer esfuerzos significativos por una gestión más eficiente, transparente, exenta absolutamente de todo indicio de lucro y focalizada en el estudiante. Los proyectos académicos fracasan fundamentalmente por mala gestión.