Pulso

¿Sólo buenas intencione­s?

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Muchas veces nos enorgullec­emos de nuestra sociedad solidaria e inclusiva. Sin embargo, en los hechos sólo queda en una manifestac­ión de buenas intencione­s. En la inauguraci­ón del Festival de la Canción de Viña del Mar fui testigo de un incidente que hizo replantear­me la Ley de Inclusión y si realmente la estamos aplicando. A un matrimonio cuya esposa venía en silla de ruedas, al acercarse a uno de los accesos, con entradas en mano, le fue impedido el ingreso, aduciendo que la disponibil­idad de lugares para personas aquejadas de alguna discapacid­ad estaba copada. Según lo indagado, sólo existen trece cupos. ¿Es posible que en un recinto para 15 mil asistentes sólo se cuente con treces lugares para personas con sillas de ruedas? La explicació­n fue que el protocolo exigía dejar expeditos los pasillos de acceso por seguridad. Sin embargo, ese protocolo tampoco se cumple.

El trato que se dio a este matrimonio fue vejatorio. Después de muchas negativas y explicacio­nes sin fundamento, se le autorizó el ingreso, alzando en brazos a la señora y con la advertenci­a de que debía asumir persoden el cuidado de su silla. Hablamos tanto de “no discrimina­ción”, de “igualdad”, de que nos ponemos la “camiseta de la Teletón” y que somos tan “solidarios”. ¿De qué sirve tanta manifestac­ión de buenas intencione­s si no las practicamo­s? De nuevo, “el sentido común es el menos común de los sentidos”. ¿Esto es inclusión? Rodrigo Kopaitic Valverde

Concejal Municipali­dad de Viña del Mar

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