Estabilidad bancaria y nueva norma de provisiones
Resulta preocupante que se busque garantizar la solvencia del sistema, pero a costa de las personas que menos acceso tienen al financiamiento formal.
La nueva norma de provisiones comerciales llevada adelante por la Superintendencia de Bancos tiene preocupada a la industria bancaria (ver declaración de intereses de Copesa). Es que podría costarle casi el doble de lo estimado por el regulador: unos US$500 millones en lugar de US$275 millones, de acuerdo al sector. Entre otros aspectos, el texto establece cuatro métodos estándar para computar las provisiones de las colocaciones comerciales de las carteras grupales de los bancos: leasing comercial, factoring, crédito estudiantil y colocaciones comerciales genéricas. En ésta última se encuentran básicamente empresas medianas y pequeñas. El problema es que la nueva norma establece que las provisiones que debe tener la banca para los Créditos con Aval del Estado (CAE) deben ser de 50%, lo que sería no reconocer la garantía del Estado, pues la Tesorería avala el 90% del crédito en caso de impago de estos préstamos. Pero el mayor costo para la industria también vendría por los nuevos estándares en las colocaciones comerciales genéricas, modelo que además perjudicaría el acceso a préstamos que tienen las pymes, encareciendo el crédito y, en consecuencia, se vería afectado el stock de préstamos vigentes en la cartera comercial. Es cierto que la estabilidad del sistema bancario es fundamental, pero el problema es que pareciera ser que se está haciendo a costa de otros. Y esos otros suelen ser los que menos acceso tienen al financiamiento. Ahora son las Pymes y estudiantes con esta última normativa, antes las personas de menores ingresos con la reducción de la tasa máxima convencional de hace algunos años. También ocurrió algo similar con la norma de provisiones de hipotecarios. ¿Realmente la banca caería en insolvencia si daba 90% o más de financiamiento? Está bien avanzar hacia estándares internacionales, pero se debe tener cuidado con adoptar sin adaptar parámetros externos al mercado local. Mal que mal, el sistema bancario chileno ha dado pruebas de solvencia y estabilidad durante décadas.