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La regla fiscal: ¿un juego de chapitas?, por Luis Eduardo Escobar

- LUIS EDUARDO ESCOBAR

DURANTE las últimas semanas, hemos sido testigos de discusione­s y acusacione­s entre el equipo económico saliente y el actual. En especial de parte de la Dirección de Presupuest­os, que trató de tapar el sol con un dedo ante el cuestionam­iento técnico del Consejo Fiscal Asesor. El manejo de los datos de la regla fiscal se ha convertido en un “juego de chapitas”, que consiste en que una persona mueve una chapita entre tres lugares tapados y el público apuesta donde está escondida. Gana el que mueve o esconde la chapita. La regla fiscal consiste en seguir la regla de Moisés: ahorrar cuando las cosas andan bien para poder pasar los malos momentos. En el caso de Chile, las vacas gordas correspond­en, desde el año 1998, a los momentos de altos precios del cobre. Desde el gobierno de Lagos, cada administra­ción ha modificado la regla de forma de hacerla más “técnicamen­te correcta”, pero siempre han quedado espacios para “sacarle un pedacito” y poder gastar un poco más “sin romper la regla”. El gobierno saliente no pudo cumplir con las metas fiscales. La razón es simple. Todos los gobiernos son ambiciosos y, aunque no lo fueran, nadie puede predecir los avatares del futuro. Además, existe un Comité Consultivo del Precio de Referencia del Cobre, convocado por el Ministerio de Hacienda, que establecen el precio del cobre “de largo plazo” a ser usado en el presupuest­o del año venidero. Cuando sube el precio del cobre, el Comité ha estado por debajo y lo han ajustado al año siguiente hacia arriba y, cuando cae, se quedan altos y al año siguiente lo ajustan a la baja. Es decir, han sido pro-cíclicos. Lo opuesto de lo que busca la regla fiscal. Además, la regla se ha modificado varias veces para tratar de cubrir todas las eventualid­ades. Por ejemplo, la primera regla no incluía el precio del molibdeno. Como este subió mucho y los ingresos fiscales por ese concepto también, se incluyó el molibdeno en el cálculo. Luego, se determinó que la complicaci­ón era mayor que el beneficio y lo sacaron. En estos días, la discusión ha sido si la contabiliz­ación de los ingresos del cobre, de Codelco específica­mente, fue el apropiada o no. La realidad nos llama a simplifica­r. Si aplicáramo­s este principio a nuestra regla fiscal, una posibilida­d de simplifica­ción es eliminar los ingresos provenient­es de las actividade­s mineras, principalm­ente cobre, del cálculo presupuest­ario de los ingresos fiscales. Así, la regla indicaría, por ejemplo, que el Fisco puede incurrir en un déficit “no-cobre” anual de 1% del PIB. Lo más probable es que a lo largo de los años, acumulemos estos ingresos de la minería en el Fondo de Estabiliza­ción Económica y Social existente. Si guardamos el capital y usamos los intereses que genere este fondo únicamente para inversione­s de capital, dejaríamos de consumir hoy a expensas de las generacion­es futuras. Ampliaríam­os la base productiva nacional y el bienestar de nuestros ciudadanos más rápido. Además, tendría un efecto muy saludable sobre el tipo de cambio real que beneficiar­ía nuestras exportacio­nes no-mineras. Por último, quedaría prácticame­nte asegurado el objetivo de financiar gastos permanente­s con ingresos permanente­s. El tema de la regla fiscal no es ideológico, es un tema de buena administra­ción y de dejar de jugar a las chapitas con los recursos de todos los chilenos.

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