Guerra comercial sin beneficios ni de corto ni de largo plazo
Un país abierto al comercio internacional como Chile -más aún si exporta cobre- sólo pierde con una escalada de aranceles a nivel mundial. Ninguna ganancia momentánea para algún producto compensaría el daño de un menor dinamismo de la actividad mundial.
EL Fondo Monetario Internacional sostiene que la integración a la economía mundial es una vital herramienta para alcanzar el crecimiento económico, el desarrollo y el alivio de la pobreza. Participar del comercio internacional con bajos aranceles para enfocarse en los sectores en los que se tiene ventaja competitiva es, junto a otros factores, una fórmula exitosa para la captación de inversión extranjera. Es por ello que la decisión aplicada por el presidente de Estados Unidos Donald Trump en cuanto a elevar los aranceles al acero y luego a un listado de productos provenientes desde China, es una señal preocupante. La respuesta no se hizo esperar, desatando los temores por una guerra comercial por el impacto que supone a la actividad mundial. El gigante asiático respondió a EEUU con aranceles de 25% sobre el cerdo y de 15% sobre tubos de acero, frutas y vinos. Según el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, por cada 5% de incremento en aranceles, el crecimiento global se deteriora entre 0,1% y 0,3%. Es que la inversión extranjera hacia los mercados emergentes podría sufrir a raíz de esta batalla. Por ello el cobre se cotizó al borde del precipicio de los US$3 la libra, mientras que las acciones borraron las ganancias del año. Puede ser que, en el corto plazo, haya algunas ganancias en el margen hacia ciertos productos chilenos, pero en ningún caso podrían compensar el impacto económico que implica un menor dinamismo global en la demanda por cobre o celulosa. Se debe poner en perspectiva que Chile exportó cobre por US$34.868 millones el año pasado y unos US$2.600 millones en celulosa, ambos muy ligados al ciclo económico. Chile exportó al mundo el año pasado US$433 millones en carne de cerdo, US$500 millones en vino, US$983 millones en hierro y en todo el sector frutícola US$4.891 millones. Estos números dejan en evidencia que por mucho que se vean beneficiados momentáneamente ciertos sectores, en la suma y resta el país se ve perjudicado por el menor crecimiento mundial.