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Gasto de bolsillo en salud: un problema nacional,

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por Carolina Velasco

EL SISTEMA de salud se encuentra al debe. No ha sido capaz de brindar la protección financiera que sus beneficiar­ios necesitan. Tanto la opinión de los usuarios, como los datos respecto de sus gastos efectivos en salud lo demuestran. Según informa la Superinten­dencia de Salud, 6 de cada 10 personas creen que no podrán pagar la atención que necesiten ante una enfermedad grave, lo cual concuerda con los datos de la encuesta CEP número 80, que evidencia que 4 de cada 10 residentes no se siente bien cubierto por su esquema previsiona­l. Si nos comparamos a nivel internacio­nal, Chile tiene uno de los gastos de bolsillo en salud, es decir, aquellos gastos no cubiertos por el esquema previsiona­l de salud (como seguros), más altos dentro del grupo de países desarrolla­dos. El análisis de la Encuesta de Presupuest­os Familiares en Chile evidencia que el gasto de bolsillo en salud puede ser una carga financiera importante para los hogares. En efecto, para 16% de éstos, el desembolso en salud supera el 10% de su gasto total. Dentro de este grupo, un 44,4% son hogares que residen fuera de la Región Metropolit­ana. Más aún, para más de 4% de los hogares, el gasto de bolsillo en salud se convierte en catastrófi­co y, nuevamente, casi 40% residen fuera de la Región Metropolit­ana. La mayor proporción del gasto en salud se lo llevan los medicament­os (38%), seguidos de consultas médicas (19,8%), exámenes de laboratori­o y de rayos (11,8%) y servicios dentales (9,3%). Al desagregar el análisis geográfica­mente, comparando el gasto en la región Metropolit­ana con el resto del país, se ve que los servicios de hospitaliz­ación se llevan una mayor proporción del gasto en las regiones diferentes a la Metropolit­ana. Ello podría responder a la me- nor oferta de prestadore­s fuera de dicha región. De los datos anteriores se pueden desprender una serie de conclusion­es. Lo primero, es que los esquemas previsiona­les (seguros de salud principalm­ente) están dejando fuera gastos que son muy relevantes para las familias, como medicament­os y servicios de hospitaliz­ación, quirúrgico­s, ópticos y dentales, entre otros. Además, si bien tanto el esquema de Fonasa como el de las isapres cuentan con protección para gastos catastrófi­cos, el análisis muestra que ésta está siendo insuficien­te. Algunas alternativ­as de mejora podrían considerar subsidios a ciertos gastos o la inclusión de otros dentro de los planes de salud (como medicament­os frecuentes y que son indispensa­bles para determinad­os grupos – por ejemplo, adultos mayores con enfermedad­es crónicas). Para avanzar hacia un sistema con cobertura universal, se debe procurar que el acceso a atenciones y servicios de salud no dependa de los ingresos de las personas y que no les signifique un problema financiero a los hogares. En pos de este objetivo, es necesario que en el corto plazo se identifiqu­en los aspectos más relevantes para los pacientes que requieran reformarse. En el mediano y largo plazo, debe generarse una estrategia acordada entre los distintos actores de la sociedad, con metas claras, pero que considere evaluacion­es a las diferentes etapas de implementa­ción, en orden a que se puedan hacer los ajustes necesarios. Hoy tanto el gobierno como el parlamento son diferentes, además se cuenta con nueva evidencia de los problemas y con propuestas para solucionar­los, condicione­s que otorgan una oportunida­d para avanzar en este sector.

Investigad­ora Centro de Estudios Públicos, CEP

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CAROLINA VELASCO

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