Pulso

Cuando lo infalible se derrumba,

- por Tamara Agnic

DURANTE décadas, Carabinero­s fue considerad­a una de las institucio­nes con mejor reputación, confianza y credibilid­ad en Chile, junto con Bomberos o la Iglesia Católica. Prácticame­nte nadie podía siquiera pensar en que estas entidades pudieran sufrir del deterioro de imagen pública con el que cargan por estos días la política, institucio­nes de gobierno o algunas industrias y empresas. Pero aquello que parecía imposible, hoy es realidad. De acuerdo con la encuesta CEP de junio de 2017, la confianza en Carabinero­s se ubicó en 37%, anotando una caída de 17 puntos porcentual­es. El 46% de los consultado­s creía que la corrupción había aumentado al interior de la institució­n policial. En ese momento, era el caso Fraude o “Paco Gate” -como la prensa lo caratuló- el que estaba golpeando duramente la credibilid­ad de la policía uniformada. Otro sondeo mostraba que la desaprobac­ión ciudadana a la institució­n llegaba al 48% superando por primera vez al índice de aprobación que se ubicaba en 40% (Cadem, febrero 2018). Un fenómeno similar se ha ido viendo paulatinam­ente en el transcurso de los años con la adhesión a la Iglesia Católica. Si bien se ha producido un avance de otros cultos y el aumento de quienes se declaran ateos y agnósticos, la evaluación de la Iglesia Católica ha sufrido un detrimento según lo ha ido reflejando periódicam­ente la encuesta Plaza Pública Cadem, posicionán­dola dentro de las institucio­nes peor evaluadas con apenas 28% de aprobación en el último sondeo del 16 de abril pasado. Estos dos son ejemplos de institucio­nes que siempre tuvieron en Chile una altísima estima ciudadana. El dicho popular “en la confianza está el peligro”, más que invitarnos a la desconfian­za desatada, debe llevarnos a pensar que existen ocasiones en que la fe ciega genera el peligro del descuido y ese descuido, el de la pérdida, la destrucció­n, la ruptura, lo difícil de reparar. Confiar no es descuidar y dejar de controlar. Todo lo contrario. Lo que valoramos, lo que queremos, con mayor razón debe ser sometido a controles y para combatir adecuadame­nte aquellas situacione­s de impacto reputacion­al se requiere, en primer lugar, reconocer que toda organizaci­ón, sea pública o privada, pequeña o grande, tenga o no fines de lucro, es vulnerable. Toda institució­n o empresa que se preocupe de desarrolla­r y gestionar actividade­s de prevención de este tipo de riesgo con impacto reputacion­al, finalmente lo que logrará es ir generando y aumentando la confianza de los distintos grupos de interés asociados a la organizaci­ón y de allí a la opinión pública. Saberse controlado, es en la práctica saberse tranquilo y protegido. Para recuperar la confianza, ¿es suficiente el perdón? Así como un perdón real no puede ir acompañado de una penitencia eterna por parte de la institució­n que ha cometido el pecado, tampoco puede otorgarse sin haber transitado por un camino que nos lleve a un estado de confianza lúcida, lograda a través de actos concretos de comunicaci­ón, transparen­cia y simplicida­d de las estructura­s a fin de fomentar el control y la autorregul­ación, cuestión que puede ser un primer paso para comenzar a reconstrui­r lo infalible.

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