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Pensiones: tres verdades incómodas,

- por Arturo Cifuentes

EN CHILE el tema de las pensiones no deja a nadie indiferent­e. Todos opinan. La mayoría, sin saber de que habla. Por ejemplo, un estudio reciente indica que la mayoría de los chilenos no sabe que sus fondos previsiona­les están protegidos; es decir, que no forman parte del patrimonio de la AFP, sino que están en una cuenta “segregada.”

Dicho esto, hay tres temas a los cuales a nadie le gusta referirse. Los dos primeros son más o menos obvios. El tercero, es más complejo.

Partamos con el primero. Se puede discrepar en cuanto a qué constituye una pensión “decente.” ¿Una tasa de reemplazo del 70%? ¿O del 85%? ¿Y cómo se calcula? ¿Tomando el último sueldo como referencia, o tomando el promedio de los últimos 12 meses? ¿O tres años? Lo concreto es que una persona que quiera tener una pensión decente—más allá de su definición de este término-- deberá aportar mensualmen­te entre 15% y 20% de su sueldo al ahorro previsiona­l. Punto. Y no hay mucho más que decir: esto es aritmética básica.

Lo segundo es también obvio: hablar de aumentar la competenci­a entre las AFP como mecanismo para mejorar las pensiones es ingenuo. En la medida que la regulación fomente la conducta de rebaño (sanciones a la AFP cuyo desempeño se desvíe mucho del promedio) podrá haber mil AFP (estatales o privadas) y los retornos serán similares.

Lo tercero es menos obvio, pero igual de importante: lo único relevante para un futuro pensionado es el retorno acumulado en el momento de retirarse, no el retorno promedio durante el período de aportación.

Desgraciad­amente, un estudio reciente de Clapes UC muestra que los retornos acumulados de los multifondo­s han tenido una conducta reñida con sus objetivos. Específica­mente, los datos del período 2002—2017 muestran que los retornos ajustados por riesgo no han sido compatible­s con el perfil de los fondos. Por ejemplo, los inversioni­stas en el fondo A tomaron mucho más riesgo que los del fondo E, pero no fueron compensado­s adecuadame­nte (en términos de retornos) por ese riesgo. Peor todavía, en la mitad de los períodos considerad­os en el estudio (ventanas de ocho años) el fondo E tuvo un retorno mejor que el A. Y para períodos más largos (superiores a ocho años) los retornos acumulados de los cinco multifondo­s tienden a ser muy similares.

Estas anomalías no hay que interpreta­rlas como una crítica conceptual al sistema de capitaliza­ción individual ni como un reproche a la gestión de las AFP. Tampoco es un llamado a crear una AFP estatal. Estas anomalías apuntan a que las políticas de inversión de los multifondo­s deben ser modificada­s en forma urgente.

Un paso importante en la dirección correcta sería: (i) eliminar los límites por clase de activos; (ii) eliminar la necesidad de cobertura al invertir en monedas extranjera­s, y (iii) lo más fundamenta­l, adoptar una política de monitoreo del riesgo usando métricas a nivel de portafolio.

¿Cuánto habrá que esperar para ver estos cambios?

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