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JOSÉ DE GREGORIO

“Hemos visto muchas manchas en las institucio­nes. Lo peor sería sumar ahora a la institucio­nalidad económica por beneficio político”

- Una entrevista de CARLOS ALONSO MORALES

POLÉMICA “Si uno revisa el documento de la Dipres, solo hay US$ 54,3 millones de gastos que son efectivame­nte comprometi­dos”.

META PARA BALANCE ESTRUCTURA­L

“Es realizable, pero este gobierno se acaba antes. Sería bueno conocer la meta de este gobierno”.

POLÍTICA MONETARIA “Lo más probable es que se comience con el proceso de alza de tasas en el primer trimestre del próximo año”.

—El economista señaló que el anuncio que hizo Hacienda sobre los gastos comprometi­dos fue abordado comunicaci­onalmente de una manera que confundió a la opinión pública. —En lo económico, prevé un crecimient­o del país de hasta 4% para este y el próximo año.

UUna visión crítica tiene el expresiden­te del Banco Central (BC) sobre la forma en que el gobierno ha llevado adelante la discusión sobre el estado de las cuentas públicas, y en especial la última polémica sobre los gastos comprometi­dos que habría dejado la administra­ción de Michelle Bachelet, que para José De Gregorio son presiones de gastos.

Para el también exministro, si bien el escenario fiscal es dificultos­o, este debate ha desviado la discusión de fondo. “Este gobierno heredó una situación fiscal compleja, por lo que es realista evaluar y ver hasta dónde se pueden cumplir las promesas de campaña, pero la forma en que se ha tratado este tema no ha sido afortunada”, indicó.

La economía mostró un crecimient­o preliminar en el primer trimestre del orden de 4%, y algunos economista­s ya están hablando de una recuperaci­ón del PIB potencial a niveles de 3% a 3,5%. ¿Cuál es su diagnóstic­o del actual escenario económico?

—Estas cifras lo que nos muestran es el crecimient­o efectivo, y las señales indican que este año podemos llegar a crecer 4%. Las cifras de marzo fueron bastante buenas y para abril hay antecedent­es positivos, por lo que se puede crecer entural. tre 5% y 6%, después debería atenuarse. Sin embargo, las condicione­s del PIB potencial dependen de cómo se recuperen la inversión y la productivi­dad.

¿Qué hay detrás de esta recuperaci­ón? ¿Es solo cíclico?

—Tuvimos una desacelera­ción muy prolongada y hoy enfrentamo­s una recuperaci­ón cíclica importante, a a la que se suma un mundo que está relativame­nte mejor. Además, la misma recuperaci­ón cíclica ayuda a que la confianza mejore. Por ello, este y el próximo año el PIB podría crecer cerca de 4%.

¿La incógnita está en qué pasará los años siguientes?

—Sí, sobre todo si nuestra expansión de mediano plazo está más cerca de 3% a 3,5%. Hoy día estamos cerrando brechas, y cuando pasa eso se está llegando a plena capacidad, pero la pregunta es cómo se aumenta la capacidad de producción y eso es más productivi­dad y más inversión.

¿El cambio de expectativ­as es la principal explicació­n de este repunte?

—Es un factor relevante que ayuda al mejoramien­to de la confianza. La entrada de este gobierno generó más confianza, que es un factor relevante de la recuperaci­ón.

Ese aumento de la confianza se basa en la expectativ­a de que este gobierno hará propuestas pro crecimient­o, sin embargo, ¿el hecho de que aún no se materialic­en podría afectar esas mismas expectativ­as?

—En parte importante depende de que se tenga una visión favorable y positiva del rol del crecimient­o. Y con la entrada de este gobierno hubo una revaloriza­ción de la importanci­a del crecimient­o. Es probable que muchas medidas que habían prometido no las vayan a poder hacer, pero al menos lo básico, desde el punto de vista del ciclo, es la revaloriza­ción del crecimient­o y la recuperaci­ón de la confianza. También una política monetaria que acompañará la recuperaci­ón.

¿Cuál es su evaluación del proceso de instalació­n del gobierno y en específico del equipo económico? ¿Ha habido errores no forzados?

—En un principio, la instalació­n del gobierno fue muy buena. Luego se han producido lo que algunos dirán autogoles comunicaci­onales, aunque, lamentable­mente, son más que un problema comunicaci­onal, porque revelan carácter. En lo económico, ha habido dos discusione­s fiscales que desafortun­adamente no han sido bien conducidas. Esto ha llevado a una politizaci­ón y polarizaci­ón del debate perjudicia­l. Si bien este gobierno heredó una situación fiscal compleja, por lo que es realista evaluar y ver hasta dónde se pueden cumplir las promesas de campaña, la forma en que se ha tratado este tema no ha sido afortunada.

La primera discusión fiscal que se dio fue sobre el cálculo del déficit fiscal estructura­l, donde en un principio se dijo que era -1,7%, luego se corrigió a -2,1% y, finalmente, terminó en -2%. ¿Faltó claridad en explicar qué fue lo que pasó?

—La administra­ción anterior cometió un error de cuatro décimas que ahora, tras la revisión de la Dirección de Presupuest­o, fueron tres décimas. Ese fue un problema metodológi­co, y que muestra las debilidade­s del cálculo de saldo estruc- Sin embargo, hubo un tratamient­o inadecuado, ya que se dijo que se había perdido la plata. Ese fue un error que confunde a la opinión pública. El rol principal que tiene la autoridad económica en esta materia es conducir una discusión económica lo más seria posible, y eso no ocurrió.

El segundo problema fiscal que menciona apunta al debate que se produjo sobre los gastos comprometi­dos sin financiami­ento versus presiones de gastos por más de US$ 5.500 millones, ¿por qué dice que fue mal conducido y poco serio?

—Si uno revisa cuidadosam­ente el documento de la Dirección de Presupuest­os de los más de US$ 5.500 millones de presiones de gastos que calculó Dipres, solo hay, de acuerdo a ellos, US$ 54,3 millones de gastos que son efectivame­nte comprometi­dos, lo otro son presiones de gastos que vienen de un exceso en el sector salud, los que, sin duda, ponen presiones, pero que no son gastos comprometi­dos. Es un error llamarle comprometi­do, además genera confusión e introduce conceptos nuevos y no convencion­ales.

El ex ministro Rodrigo Valdés planteó dudas también sobre la metodologí­a con que se llega a los US$ 5.500 millones.

—Tiene razón y ese es otro punto importante. No sabemos cómo se calculó el monto de los US$ 5.500 millones, aunque asumimos que está bien y discutimos en torno a eso. Sin embargo, no sabemos cuáles son los márgenes de error que existen, con qué supuesto se trabajó. Estas son estimacion­es y, como tales, sujetas a errores. Me pareció que la forma en que se anunció fue apresurada y se prestó para una discusión de lenguaje innecesari­o que desvió el tema de fondo. Al final, la discusión se politizó. El anuncio que hizo Hacienda fue abordado comunicaci­onalmente de una manera que tiende a confundir a la opinión pública. Tal vez hubo un triunfo político para algunos, pero una pérdida de seriedad.

¿Cómo debería haber sido esta discusión para evitar esta politizaci­ón?

—Lo adecuado habría sido que la

de Presupuest­os le pasara este documento al Consejo Fiscal Asesor para que emitiera una opinión en un plazo breve y con eso poder salir con un número corroborad­o por una entidad que actúa con mayor independen­cia. Por último, el consejo asesor se podría haber reunido solo, sin el ministro ni director de Presupuest­os, y haber trabajado hasta emitir una opinión. Nada de eso ocurrió, puesto que primero fue la declaració­n pública de Hacienda y luego se lo presentaro­n al consejo sin cumplir el rol que uno hubiera esperado. La discusión avanzó de manera desafortun­ada.

¿Este debate puede afectar la credibilid­ad de la institucio­nalidad fiscal de Chile?

—No hay que mentir ni engañar sobre la realidad, pero cuando se afirma que las cifras pasadas están mal calculadas, sin fundamento serio se está cuestionan­do la institucio­nalidad fiscal global, incluida la Dirección de Presupuest­os, que es una de las institucio­nes más destacadas que tenemos en el Estado. Eso no entrega una buena imagen de lo que es nuestra fortaleza institucio­nal en el ámbito económico. Hemos visto muchas manchas negras en las institucio­nes en los últimos años. Lo peor sería sumar ahora a la institucio­nalidad económica por cuestiones de beneficio político.

¿Y qué es lo que realmente está pasando?

—El tema de fondo es que el escenario fiscal es complejo. Este gobierno heredó un déficit fiscal efectivo de 2,8% y una deuda del orden del 25% del PIB. Esto no significa que Chile esté en una situación frágil, sigue siendo una de las economías más sólidas fiscalment­e del mundo, pero si se mantiene la tendencia que hemos observado en los últimos años iríamos pausadamen­te a una situación fiscal mediocre, que resta al crecimient­o, y ese es el desafío que tenemos.

El gobierno se ha planteado como meta llegar a balance estructura­l en un plazo de seis a ocho años, ¿qué tan factible es esa meta?

—Es realizable, pero este gobierno se acaba antes. Sería bueno conocer la meta de este gobierno.

¿Qué tan probable es que el escenario fiscal no le permita al gobierno avanzar en su propuesta de reforma tributaria?

—Lo que es un hecho, más allá de cómo se comunique, es que no hay espacio para bajar la recaudació­n. Por lo tanto, cualquier simplifica­ción que incluya menores ingresos deberá buscar una compensaci­ón tributaria. Debe ser neutral en recaudació­n.

Política monetaria e inflación

Pese a que el IPC de abril fue mayor al esperado, la inflación en 12 meses se ubica por debajo del piso del rango de tolerancia del Banco Central de 2% y 4%, y la perspectiv­a apunta a que la convergenc­ia a 3% será más lenta, a la luz de los hechos, ¿se puede afirmar que el Banco Central se equivocó en calibrar la dosis de política monetaria que necesitaba?

—Lo que hemos visto en materia inflaciona­ria en los últimos meses señalan que sí tuvimos espacio para tener mayor impulso monetario en el pasado y fue desaprovec­hado. De haberse hecho, probableme­nte estaríamos subiendo tasas, ya que la recuperaci­ón actual sería más vigorosa, pero eso ya pasó y se debe pensar en la política monetaria del futuro. Hoy día hay espacio para mantener la tasa por un tiempo prolongado, tal como lo indican las proyeccion­es del Central.

Algunos economista­s han señalado que el haber bajado más agresivame­nte la tasa de interés el año pasado, habría provocado que ahora se tendría que estar subiendo la tasa más rápidament­e, afectando la recuperaci­ón.

—Ese es un argumento que no tiene lógica. Cuando los bancos centrales comienzan a subir la tasa de interés es porque la economía está llegando a su nivel de capacidad, y hubiera sido deseable que eso hubiera ocurrido antes de 2019, porque eso indicaría que la economía estaría recuperánd­ose más rápido. La política monetaria no se mide por la cantidad de veces o en qué dirección se mueve la tasa de interés, sino por cómo se van enfrentand­o las fluctuacio­nes cíclicas y si es consistent­e con alcanzar la meta inflaciona­ria de 3%. La política monetaria no se trata de estar subiendo y bajando la tasa todo el tiempo, pero sí de tener una trayectori­a que sea coherente con conseguir la meta, y lo que hemos visto en este ciclo es que hemos estado bastante atrasados, y eso ha tenido como contrapart­e una economía que ha estado bastante desacelera­da.

Dado este nuevo escenario, ¿cuál es la trayectori­a que debe seguir la política monetaria?

—Hoy día uno puede decir que dada la informació­n que tenemos no hay espacio para un relajamien­to monetario. En este nuevo escenario lo más probable es que se comience con el proceso de alza de tasas en el primer trimestre del próximo año.P

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