No llores por el FMI, Argentina... La clave está en el déficit fiscal
El país transandino está negociando con el FMI un préstamo que podría rondar entre los US$ 20 mil y US$ 30 mil millones para reactivar su economía, seguir con sus reformas que tiendan a reducir el gasto fiscal y detener la corrida cambiaria que aún no cesa. El capital político del Presidente Macri está en juego.
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El tango más amargo de Mauricio Macri. Luego de que el Banco Central argentino efectuara tres alzas de tasas en menos de dos semanas, hasta llegar a 40% para frenar la escalada del dólar, la divisa estadounidense ha rondado su cotización en su nivel máximo histórico de 23 pesos argentinos. Pero la intervención del ente emisor no fue suficiente.
Es por esto que Macri, el Presidente argentino, junto a su equipo económico decidieron mover la última pieza del ajedrez: apretaron el botón rojo que no querían y solicitaron ayuda financiera al ente internacional que más trauma a la sociedad transandina: el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sí, el mismo organismo que fue apuntado por distintos sectores políticos como el culpable de la profunda crisis que pasó el país en 2001. Los fantasmas de aquel año aparecieron con fuerza los primeros días de este mes, cuando el peso se devaluó casi 6% frente al dólar.
Lo anterior se dio por la salida masiva de dólares del país que acometieron los inversionistas internacionales en los días recientes, luego de que en los últimos dos años apostaran fuerte a instrumentos de inversión argentinos que representaban una gran oportunidad de alza. Y es que Argentina, con la lle-
gada de Macri, se puso de moda, avivando el apetito de inversionistas que veían el acceso a instrumentos baratos, luego que la nación transandina se abriera a los mercados internacionales, tras años sumidos en una economía cerrada impronta de la anterior coalición gobernante, el kirchnerismo.
Pero los inversionistas retiraron su dinero luego que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos concretara una firme política de alza de tasas, lo que fortaleció al dólar a nivel global y, con ello, se debilitaron las monedas emergentes, en especial la argentina, que tiene una alta exposición a estos movimientos.
La tasa del bono del Tesoro norteamericano subió desde 2,7% a 3% en el último mes y medio, el real brasileño pasó de 3,30 a casi 3,60 por dólar, por lo que para Argentina sostener el valor de la divisa fue difícil y, pese a que el Banco Central vendió varios miles de millones de dólares para amortiguar este fenómeno, se produjo una corrida cambiaria sin tregua.
Al cóctel de fuga de capitales hay que agregar que Macri no ha podido frenar la galopante inflación que se ha mantenido en niveles del 25% anual y el plan de gradualismo para disminuir el gasto público no ha sido suficiente.
Por todo lo anterior, Argentina se jugó su última carta y esta semana los más altos personeros del gobierno se instalaron en las oficinas del FMI en Estados Unidos para pedir financiamiento, que iría en un rango entre los US$ 20 mil y US$ 30 mil millones, dependiendo del mecanismo específico que se emplee. Estas negociaciones durarán varias semanas más.
Pese a todo, distintos economistas consultados coinciden en que más allá de la devaluación y la inflación, el problema estructural económico de Argentina es el déficit fiscal total, que se ubica en torno a un 5% del PIB, y el alto gasto público, que ronda el 46% del PIB.
Por el lado accionario, el mercado le está creyendo a Macri, dado que luego del anuncio de acudir al FMI, el índice de renta variable local, el Merval, repuntó. De todos modos, en el país vecino amplios sectores concluyen que Macri con esta jugada puso en juego su capital político. Es el todo o nada. Las próximas semanas serán clave, tanto para su equipo económico como para las compañías que han apostado a Argentina, dentro de las cuales, hay varias chilenas.