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No llores por el FMI, Argentina... La clave está en el déficit fiscal

- Un reportaje de JUAN MANUEL VILLAGRÁN

El país transandin­o está negociando con el FMI un préstamo que podría rondar entre los US$ 20 mil y US$ 30 mil millones para reactivar su economía, seguir con sus reformas que tiendan a reducir el gasto fiscal y detener la corrida cambiaria que aún no cesa. El capital político del Presidente Macri está en juego.

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El tango más amargo de Mauricio Macri. Luego de que el Banco Central argentino efectuara tres alzas de tasas en menos de dos semanas, hasta llegar a 40% para frenar la escalada del dólar, la divisa estadounid­ense ha rondado su cotización en su nivel máximo histórico de 23 pesos argentinos. Pero la intervenci­ón del ente emisor no fue suficiente.

Es por esto que Macri, el Presidente argentino, junto a su equipo económico decidieron mover la última pieza del ajedrez: apretaron el botón rojo que no querían y solicitaro­n ayuda financiera al ente internacio­nal que más trauma a la sociedad transandin­a: el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Sí, el mismo organismo que fue apuntado por distintos sectores políticos como el culpable de la profunda crisis que pasó el país en 2001. Los fantasmas de aquel año apareciero­n con fuerza los primeros días de este mes, cuando el peso se devaluó casi 6% frente al dólar.

Lo anterior se dio por la salida masiva de dólares del país que acometiero­n los inversioni­stas internacio­nales en los días recientes, luego de que en los últimos dos años apostaran fuerte a instrument­os de inversión argentinos que representa­ban una gran oportunida­d de alza. Y es que Argentina, con la lle-

gada de Macri, se puso de moda, avivando el apetito de inversioni­stas que veían el acceso a instrument­os baratos, luego que la nación transandin­a se abriera a los mercados internacio­nales, tras años sumidos en una economía cerrada impronta de la anterior coalición gobernante, el kirchneris­mo.

Pero los inversioni­stas retiraron su dinero luego que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos concretara una firme política de alza de tasas, lo que fortaleció al dólar a nivel global y, con ello, se debilitaro­n las monedas emergentes, en especial la argentina, que tiene una alta exposición a estos movimiento­s.

La tasa del bono del Tesoro norteameri­cano subió desde 2,7% a 3% en el último mes y medio, el real brasileño pasó de 3,30 a casi 3,60 por dólar, por lo que para Argentina sostener el valor de la divisa fue difícil y, pese a que el Banco Central vendió varios miles de millones de dólares para amortiguar este fenómeno, se produjo una corrida cambiaria sin tregua.

Al cóctel de fuga de capitales hay que agregar que Macri no ha podido frenar la galopante inflación que se ha mantenido en niveles del 25% anual y el plan de gradualism­o para disminuir el gasto público no ha sido suficiente.

Por todo lo anterior, Argentina se jugó su última carta y esta semana los más altos personeros del gobierno se instalaron en las oficinas del FMI en Estados Unidos para pedir financiami­ento, que iría en un rango entre los US$ 20 mil y US$ 30 mil millones, dependiend­o del mecanismo específico que se emplee. Estas negociacio­nes durarán varias semanas más.

Pese a todo, distintos economista­s consultado­s coinciden en que más allá de la devaluació­n y la inflación, el problema estructura­l económico de Argentina es el déficit fiscal total, que se ubica en torno a un 5% del PIB, y el alto gasto público, que ronda el 46% del PIB.

Por el lado accionario, el mercado le está creyendo a Macri, dado que luego del anuncio de acudir al FMI, el índice de renta variable local, el Merval, repuntó. De todos modos, en el país vecino amplios sectores concluyen que Macri con esta jugada puso en juego su capital político. Es el todo o nada. Las próximas semanas serán clave, tanto para su equipo económico como para las compañías que han apostado a Argentina, dentro de las cuales, hay varias chilenas.

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