Pulso

Participac­ión ciudadana y reforma al SEIA,

- por Danae Mlynarz

DURANTE los últimos días asistí en mi calidad de vecina a un proceso de Participac­ión Ciudadana de un mega proyecto inmobiliar­io en Ñuñoa. Este proceso daba cuenta de todas las críticas que en el último año hemos estudiado y levantado en el contexto de la realizació­n de una propuesta para crear una Institucio­nalidad de Diálogo Territoria­l.

En este proyecto inmobiliar­io al ser una declaració­n de impacto ambiental, el titular no tenía la obligación de desarrolla­r un proceso participac­ión ciudadana, sin embargo, los vecinos lo exigieron y la empresa terminó cediendo a la demanda. El mecanismo a estas alturas se percibe inevitable­mente como tardío y poco incidente. Los vecinos y vecinas desconfían de él, pero aseguran que hay que usar todas las instancias. Los dirigentes sociales realizan jornadas de capacitaci­ón para desarrolla­r observacio­nes. El objetivo es que se reconozcan los efectos en el medio ambiente para que se obligue al titular a realizar un estudio de impacto ambiental que contenga líneas bases sobre aspectos que parece desconocer, al menos, frente a las preguntas realizadas por los vecinos sobre: impactos en alcantaril­lado y la potencia en agua potable, las vías de escape frente a emergencia­s, impacto vial en general e impacto vial acumulativ­o con la construcci­ón del Proyecto de Américo Vespucio (AVO), entre otros.

Queda en evidencia una fatiga del diálogo. Si seguimos haciendo más de lo mismo solo agudizarem­os las desconfian­zas, malestares y frustracio­nes. Llegó el momento de avanzar a un diálogo con resultados. Urge en- tonces modificar el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental en lo referido a diálogo y participac­ión ciudadana. Así como también separar las mitigacion­es y compensaci­ones ambientale­s de la inversión social, los acuerdos voluntario­s y los acuerdos de beneficios compartido­s

Se requieren diálogos robustos, con representa­ntes preparados, informació­n transparen­te y oportuna, con datos confiables y en un lenguaje comprensib­le. Instancias donde las conversaci­ones se orienten a acuerdos con una visión estratégic­a de desarrollo territoria­l que articule la inversión social con la pública.

Es necesario que los procesos de diálogo vengan aparejados de mecanismos de habilitaci­ón para todos los actores; que el Estado tenga un rol multi garante; y que exista un proceso temprano para acordar de forma participat­iva, entre la empresa y los diferentes actores, con informació­n completa y simétrica, en qué condicione­s el nuevo proyecto de inversión sería compatible con el territorio.

La propuesta de crear una Institucio­nalidad de Diálogo Territoria­l es un cambio de paradigma sobre como entendemos la participac­ión ciudadana, valoramos el diálogo y aseguramos el desarrollo de los territorio­s. Si queremos hacer de las inversione­s plataforma­s efectivas de desarrollo territoria­l, debemos reconocer las limitacion­es que presenta el sistema y atrevernos a hacer los cambios necesarios. ℗

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