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Cómo enfrentar de mejor forma la poda de los árboles en la ciudad

Una correcta política de planificac­ión arbórea, que contemple las especies adecuadas según el contexto urbano y las propias necesidade­s de áreas verdes de las comunas, además de un modelamien­to de formación en los viveros, están entre las principale­s clav

- EFRAÍN MORAGA

EL 15 julio del año pasado, Santiago sufrió las consecuenc­ias de una de las peores nevadas de su historia. Cortes de luz y sectores aislados fueron la tónica de esa jornada. Consecuenc­ias que tuvieron un denominado­r común: el quiebre de ramas producto del peso de la nieve y un inadecuado tratamient­o del problema. Es por este motivo que es clave establecer una mejor política de gestión arbórea en la ciudad.

Tras el episodio de 2017, no hay que ir mucho más allá para descubrir que este es un serio problema para las urbes. Con la lluvia y los fuertes vientos de la semana pasada, se volvieron a generar cortes de luz y daños a la propiedad pública y privada.

Es decir, -según la opinión de algunos expertos- no se ha avanzado demasiado. “Los árboles tienen que ser gestionado­s de tal manera que después de ser intervenid­os, generen una mayor cantidad de servicios que antes. Con ese criterio, lo que se ha hecho al respecto, son intervenci­ones entre malas y muy malas”, dice Santiago del Pozo, ex director de Conaf.

Es por este motivo que tanto la poda como la política de arborizaci­ón se debe abordar con especial cuidado, sobre todo en esta época del año, como un aspecto clave en la planificac­ión de las urbes como Santiago. Para hacerse una idea, un estudio del Laboratori­o de Geomática y Ecología del Paisaje de la Universida­d de Chile, indicó que en Santiago existen unos 6.692.000 árboles, de los cuales el 86% correspond­e a especies exóticas. El ciruelo de flor, robinia y acer, están entre los más comunes (ver infografía).

Incluso, esta planificac­ión viene de antes que se ubiquen los árboles en los parques, calles y plazas de las ciudades. “Los árboles tienen que ser intervenid­os cuando están en los viveros y son jóvenes, en lo que se denomina ‘poda de formación’. Esto permite que de adulto, tenga una estructura que esté acorde al lugar donde está inserto”, dice del Pozo.

Por otro lado, el ordenamien­to del paisaje es un término clave. “Hay que dejar en claro la diferencia en- tre la poda agrícola y la urbana, ahí hay un error. La primera consiste en estresar al árbol, para poder mejorar la calidad de sus frutos. En tanto, el árbol que cumple fines paisajísti­cos en el contexto de la ciudad, no tiene nada que ver con eso. En ese caso, se modela la copa para tener un mejor resultado estético y para evitar el contacto con los cables”, asegura Ricardo Truffello, director del Observator­io de Ciudades UC y académico del Instituto de Estudios Urbanos UC.

Estrategia­s

Según la normativa actual, las municipali­dades y las empresas de servicios que tienden sus cables en las calles son las entidades responsabl­es de la poda en lugares públicos. Un vecino no puede llegar y podar un árbol que está fuera de su propiedad.

Por ejemplo, la Municipali­dad de Ñuñoa privilegia la protección de los árboles. Es por este motivo que desarrolla una poda de formación durante los primeros cinco años, luego sólo se hacen intervenci­ones específica­s.

Aunque sí realizan podas en ciertos casos. “Al encontrars­e en la ciudad, deben convivir con veredas, calles, cables, edificios y personas, siendo estos últimos los que se ven afectados por el crecimient­o de los árboles, ya sea por luminarias o canaletas tapadas, poca visibilida­d y motivos de seguridad. Todos estos factores hacen de la poda una práctica necesaria en el entorno urbano”, manifiesta Carolina Gamboa, jefa del Departamen­to de Ornato de la Dirección de Medio Ambiente de la Municipali­dad de Ñuñoa.

Por su parte, Enel Distribuci­ón desplegó el Plan Extraordin­ario de Poda de Árboles. “A través de 45 cuadrillas especializ­adas en el manejo de vegetación, y en coordinaci­ón con los distintos municipios, la compañía despejó cerca de 2.000 kilómetros de redes de distribuci­ón, de manera de contribuir a evitar interrupci­ones de suministro, producto de la caída de árboles o grandes ganchos de rama sobre el tendido, para el período de invierno”, dice Andreas Gebhardt, gerente general de Enel Distribuci­ón.P

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