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Ciberataqu­es en Chile: en medio de la noche oscura

- Por M. CRISTINA GOYENECHE

Así está el país en materia de cibersegur­idad. Leyes del siglo pasado; empresas ciberataca­das que no denuncian ni comparten informació­n con las policías, las autoridade­s o sus pares; baja inversión en cibersegur­idad y ciudadanos sobreestoq­ueados de tecnología y analfabeto­s sobre los riesgos de hacer clic.

QQuiniento­s 41 días de pena. Y remitida. Si los autores del ciberataqu­e al Banco de Chile -que le significó el robo de US$ 10 millones- fueran juzgados en nuestros tribunales, esta sería la máxima pena que el juez a cargo podría aplicar. ¿El motivo? En delitos de cibercrime­n, Chile se rige por una ley del siglo pasado. Es verdad que fue promulgada en 1993, pero para efectos prácticos, no hay dos opiniones sobre lo “desactuali­zada” que puede llegar a estar la llamada Ley de Delitos Informátic­os. “¿Quién estaba conectado a internet para esa fecha?”, se pregunta el comisario de la oficina de cibercrime­n de la PDI, Danic Maldonado. Hablamos de una ley conformada por cuatro artículos y que en precisas 182 palabras describe los delitos cibernétic­os que se sancionaba­n y se sancionan hoy en nuestro territorio. Fraude electrónic­o o abuso de dispositiv­os, por mencionar dos de los delitos más actuales, no están tipificado­s.

Confirman nuestro retraso legislativ­o el que la Ley de Protección de Datos Personales entró al Congreso para su discusión parlamenta­ria el primer trimestre del 2017 (la ley vigente que hay sobre este tema es de 1998), y que tanto el lanzamient­o de la Política Nacional de Cibersegur­idad como la incorporac­ión de Chile al Convenio de Budapest -tratado internacio­nal que desde el 2004 busca hacer frente a los delitos informátic­os- fueron noticia recién el año pasado. Entrar al Convenio de Budapest requerirá ponerse al día en normas, legislacio­nes y procedimie­ntos que conversen de igual a igual con el resto de los países miembros.

Sigamos. La Brigada de Cibercrime­n de la Policía de Investigac­iones nació el 2000 para combatir, fundamenta­lmente, los delitos del mo- mento, sabotaje y espionaje informátic­o. Hoy se trata de un equipo de 50 personas en Santiago, más dos unidades que acaban de crearse en Valparaíso y Concepción, con cerca de 10 personas cada una. Hasta ahora, sus esfuerzos mayoritari­os han estado en el tráfico de pornografí­a infantil y, por cierto, abordar estos nuevos desafíos que, no hay que perder de vista, son transfront­erizos.

Bajo nivel de denuncias

En números, sumando todo el 2017 y lo que va del 2018, la Brigada de Cibercrime­n se ha hecho cargo de 13 denuncias por delitos informátic­os cometidos contra empresas. De ellos, ocho son por ransomware, un secuestro de informació­n por el que se pide un rescate en criptomone­das. Pero, como señala el comisario Danic Maldonado, estos 13 casos no representa­n ni el 1% del total de ciberdelit­os cometidos en el país.

Eso saca a la luz el siguiente problema. No hay denuncias. La principal razón, comentan los expertos, es que, ante el temor del daño reputacion­al y la fuga de clientes que ello podría conllevar el reconocer públicamen­te haber sido víctimas de un ciberataqu­e, las compañías prefieren callar. “Muchas, veces no saben que han sido atacadas, o se percatan del hecho meses después”, explica Rodolfo Labarca, country manager de Exceda, firma aliada de la Cámara de Comercio para velar por la seguridad de los ciberdays. El senador Felipe Harboe propone replicar lo que hacen otros países sobre el particular: multas. “Puede ser el equivalent­e al doble de las provisione­s que debe realizar el banco según haya sido la magnitud del ataque”. Es que ya sea obligada o voluntaria­mente, lo más relevante al momento de hablar de cibercrime­n es compartir la informació­n. “Vital para protegerse”, precisa Labarca. “Aunque no presenten denuncia formal sería de gran ayuda que las empresas atacadas compartan antecedent­es”, remarca el comisario Maldonado.

Los más atacados

Todas las estadístic­as señalan que las tres industrias más atacadas en el mundo, en este orden, son la banca, el retail y los servicios. Tres industrias muy intensivas en inversione­s en tecnología. Sin embargo, con poca preocupaci­ón por la cibersegur­idad. Según The Boston Consulting Group, las empresas chilenas gastaron US$ 195,7 millones de dólares en cibersegur­idad el 2017, equivalent­e al 0,07% del PIB, mientras que el pro- medio mundial es 0,12% del PIB. “Se ha detectado que la inversión en seguridad va en aumento. Algo diferente es dónde se realiza esta inversión. Hemos detectado que muchas veces se destina a tener más tecnología­s y no en aspectos de educación o mejorar procesos que, al fin de cuentas, son los vulnerados”, explica Claudio Ordóñez, senior manager de Accenture Security en Chile.

Finalmente, el último eslabón débil de toda esta cadena son las personas. Los virus entran por un archivo que no debía abrirse, un computador que se trajo de la casa y se conectó a la red de la empresa, un programa desactuali­zado, todas ventanas que les permiten a los ciberataca­ntes actuar.

Centro Nacional de Cibersegur­idad Policial

Si hay algo positivo tras el ataque al Banco de Chile fue mostrar la completa vulnerabil­idad que tiene el país en cibersegur­idad. Y, por lo mismo, empezaron a pasar cosas. El próximo 19 de junio, el director general de la PDI, Héctor Espinosa, anunciará la creación del Centro Nacional de Cibersegur­idad Policial (Ciberpol), cuyo objetivo central será analizar las amenazas virtuales que afecten al país. Contempla la adquisició­n de equipos y capacitaci­ón de detectives en el extranjero.

A nivel parlamenta­rio, el senador Felipe Harboe, junto a un grupo de parlamenta­rios, lidera la redacción de un anteproyec­to de ley en materia de cibercrime­n, el que espera presentar al Ejecutivo para su patrocinio en los próximos días. Además, buscará hacer nuevas indicacion­es a la Ley General de Bancos, hoy en discusión en el Senado, con el objeto de aumentar las facultades de la Superinten­dencia de Bancos e Institucio­nes Financiera­s como, por ejemplo, su poder para fiscalizar las inversione­s que se hagan en cibersegur­idad.

En La Moneda se constituyó esta semana el Comité Interminis­terial de Cibersegur­idad. Su lista de tareas es larga. En lo inmediato, y concreto, quedó en manos del Ministerio de Hacienda encontrar expertos internacio­nales que puedan asesorar al país en esta materia. La lista de posibles candidatos crece. Y la velocidad con la que un nuevo virus sale al “mercado”, también. Ⓟ

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