Pulso

Los costos de las brechas de género en ciencia, tecnología e innovación,

- por Jocelyn Olivari

La discusión actual sobre la equidad de género en Chile es una oportunida­d para avanzar en el debate sobre las distintas dimensione­s en las que aún existen brechas. Desafíos como eliminar las diferencia­s salariales y abordar la escasa participac­ión femenina en directorio­s de empresas, son temas que hoy se han posicionad­o en la agenda. Pero, históricam­ente, estas diferencia­s también se observan en las áreas de la ciencia, la tecnología y la innovación, además del emprendimi­ento por oportunida­d. En más de un siglo, solo 17 mujeres en el mundo (3%) han sido galardonad­as con el Premio Nobel en Ciencias. Por otra parte, un estudio reciente realizado por el BID indica que en Chile la participac­ión de mujeres en la planta académica asociada a las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y medicina (STEM por sus siglas en inglés) se ubica entre 25% y 30%. El mismo informe señala que la proporción de mujeres que se desempeña en ocupacione­s de ciencia y tecnología alcanzó a 36% en 2015.

La poca participac­ión de las mujeres en estas áreas representa un costo económico para el país, dado el rezago en ciencia, tecnología e innovación (CTI) que caracteriz­a a Chile, que en 2016 invirtió solo 0,37% del PIB en I+D, muy lejos del 2,38% que gastan los países de la Ocde. La CTI es un factor determinan­te de nuestra baja productivi­dad, lo que pone en jaque las expectativ­as de alcanzar tasas de crecimient­o sostenidas en el largo plazo. Potenciar mayores niveles de innovación empresaria­l es, por tanto, fundamenta­l para nuestro futuro económico. Por ello, la justificac­ión para aumentar la participac­ión de mujeres en CTI va más allá de los válidos argumentos de justicia y equidad: las brechas de género constituye­n, además, un costo económico para la sociedad. Este enfoque de talento perdido, de costos o de potenciale­s ganancias desaprovec­hadas, se ha ido instalando paulatinam­ente en el sector empresaria­l. Un ejemplo, es el compromiso que BHP Billiton asumió en 2016 para alcanzar el balance de género en su planta de trabajador­es hacia el año 2025. La motivación detrás de esta iniciativa tuvo que ver con factores económicos ya que se consideró que la poca diversidad de sus equipos, en términos de balance de género, le estaba generando un costo de billones de dólares a la empresa.

A pesar de iniciativa­s como ésta, nuestro país sigue enfrentand­o el gran desafío de incorporar a más mujeres en carreras STEM, asegurando una trayectori­a académica libre del contraprod­ucente techo de cristal. También debemos seguir potenciand­o el desarrollo de una masa crítica de mujeres empresaria­s que renueve el panorama del emprendimi­ento tecnológic­o. Necesitamo­s más mujeres científica­s e ingenieras innovando en las empresas y más mujeres liderando la definición de agendas de investigac­ión, de manera tal que permitan abordar temas que, siendo relevantes, no han recibido la atención y financiami­ento que se merecen. Necesitamo­s más mujeres en CTI que se transforme­n en modelos de rol para nuestras niñas y así contribuya­n a romper los estereotip­os que tanto daño le hacen a las nuevas generacion­es. Solo así el debate que tanta atención ha acaparado en los últimos meses será una oportunida­d para entender y dimensiona­r lo que estamos perdiendo por desperdici­ar el talento y la creativida­d femenina.

Profesora Facultad de Ingeniería y Ciencias, Universida­d Adolfo Ibáñez

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