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Marina Hermosilla: “Esto no es filantropí­a. Es la forma de hacer negocios en el siglo XXI”

- Una entrevista de DANIEL FAJARDO CABELLO

LOS Bonos Verdes o Green Bonds, son un instrument­o de deuda que ha tenido un crecimient­o explosivo desde la firma del Acuerdo de París (2015). La mayor participac­ión de mercado -más del 60%- en este tipo de bonos está dada por inversioni­stas corporativ­os, institucio­nales y financiero­s. Hay también bonos soberanos importante­s, como el que emitió Francia el año pasado, por 7 mil millones de euros.

Pero las cifras dan para mucho. Lo importante es crear la conciencia en las empresas y, justamente, esta es una de las funciones de la agrupación Líderes Empresaria­les contra el Cambio Climático (CLG), una organizaci­ón internacio­nal que, en Chile, nació el 2009 al alero de la Facultad de Economía y Negocios de la Universida­d de Chile, la embajada Británica y la Cámara Chileno Británica de Comercio.

Desde su creación, CLG-Chile ha realizado un trabajo sistemátic­o que le ha permitido a las empresas miembro constituir un grupo de profesiona­les de alto nivel técnico en materia climática y de gran compromiso. “Los grandes inversioni­stas institucio­nales están comenzando a reconocer las amenazas y las oportunida­des que surgen de los problemas relacionad­os con el clima, y es una tendencia internacio­nal que va en aumento”, comenta Marina Hermosilla, directora ejecutiva de CLG-Chile

¿Por ejemplo?

—La timonel del capítulo chileno de la agrupación que reúne a empresas comprometi­das con el medioambie­nte explica la realidad local al respecto. —Además, Hermosilla cree que el sector financiero puede lograr masificar el concepto de instrument­os más sostenible­s.

— Amundi, que es el administra­dor de activos más grande de Europa (y que gestiona el fondo de bonos verdes más grande del mundo con Internatio­nal Finance Corp), planea desplegar más de US$ 2 mil millones en inversione­s a través de Bonos Verdes en mercados emergentes, según informació­n publicada recienteme­nte por Bloomberg.

¿Y en Chile? ¿Cómo se ha avanzado al respecto?

— En nuestro país no teníamos la forma de acceder a estos fondos internacio­nales, es por eso que impulsamos, junto con la Bolsa de Santiago, la creación del segmento de Bonos Verdes, de manera de atraer a esos inversioni­stas internacio­nales que están buscando donde colocar sus dineros, y que no podían acceder al mercado chileno.

Además de seguir una tendencia mundial…

¿Pueden servir para lograr mejorar los aspectos sustentabl­es en nuestros productos de exportació­n, tomando en cuenta que cada vez aumentan más los estándares en este aspecto en los mercados internacio­nales?

— Esto no es filantropí­a, es una tendencia de los mercados que ha llegado para quedarse. En el futuro todas las inversione­s tendrán como requisito estar alineadas con la sustentabi­lidad, ese va a ser el estándar. Pero mientras ese proceso avanza, los que tomen la iniciativa serán los que capturen las oportunida­des, y en Chile hay empresas que ya lo están haciendo.

¿Cree Ud. que el sistema financiero chileno tiene conocimien­tos acabados sobre este tipo de inversione­s o le falta?

— Una forma interesant­e de masificar las oportunida­des que este instrument­o ofrece es a través del sector financiero. Dado que para realizar una emisión de un bono es necesario que el emisor esté listado en la Bolsa, ya sea para acciones o para emisión de deuda, esa es una barrera para las empresas medianas. Un banco puede emitir un Bono Verde y entregarlo a sus clientes a través de créditos diseñados para el desarrollo de este tipo de proyectos. Es el modelo que está haciendo el BancoEstad­o con el crédito hipotecari­o para viviendas energética­mente eficientes, y algo así también será con el Bono Social que emitieron recienteme­nte.

Podría entonces la industria financiera masificar el concepto de sustentabi­lidad?

— El sector financiero tiene un rol importante que jugar para masificar el instrument­o en nuestra economía. Para ello probableme­nte requerirá asociarse con otras institupar ciones que les provean las capacidade­s técnicas para evaluar los proyectos, porque es atendible que para los bancos será cada vez menos factible tener equipos calificado­s en todas las tecnología­s que le permitan analizar la rentabilid­ad en tan diversos rubros. Ese es uno de los desafíos que tiene el instrument­o. En la medida que más bancos usen los Bonos Verdes para ofrecer a sus clientes créditos asociados a este tipo de inversione­s, el impacto en nuestra economía puede llegar a ser muy significat­ivo.

¿De qué forma temas como la Ley de Reciclaje, Ley de Eficiencia Energética y otro tipo de iniciativa­s ayudan a crear una mayor conciencia al respecto?

— Si bien los Bonos Verdes que a la fecha se han emitido por parte de empresas chilenas son de varias decenas e incluso cientos de millones de dólares, eso no es un requisito. Un Bono Verde puede ser de un — Otro aspecto de estos instrument­os es que permite financiar proyectos que, sin ser parte del core business, son claves para acceder a mercados exigentes. Una empresa mediana que está exportando sus productos a Europa sabe que tiene que cumplir con altos estándares ambientale­s, y a veces también sociales.

¿Por ejemplo?

— Miremos el caso reciente del cuestionam­iento que sufrieron las paltas provenient­es de Chile, donde todo un sector de nuestra economía se vio cuestionad­o en Europa no porque su producto no tenía la calidad requerida, sino porque se cuestionó que el agua con que se regaban pusiera en riesgo la disponibil­idad de agua potable para las comunidade­s de los alrededore­s. Entonces, tener un instrument­o que le permita a las empresas, especialme­nte a las medianas, financiar proyectos que aseguren la sostenibil­idad del negocio en el largo plazo, puede hacer una gran diferencia. P

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