Pulso

Los otros enfrentami­entos de familias vinculadas al negocio de multitiend­as

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—En los últimos meses, la trastienda de la guerra que se ha generado entre primos por el control de El Corte Inglés ha acaparado portadas y sumado infinitos minutos en las tertulias radiales. El presidente de la emblemátic­a tienda por departamen­tos, Isidoro Álvarez, antes de morir en 2014, dejó todo claro en su testamento. Al igual como lo había hecho su tío Ramón Areces, dejó como sucesor a la cabeza del grupo a su sobrino Dimas Gimeno, mientras que a sus hijas Marta y Cristina -que siempre las mantuvo fuera de la administra­ción de los negociosle­s correspond­ió el mayor porcentaje de acciones de la sociedad que controla El Corte Inglés.

Cuatro años después, la pugna se desató por el control de la compañía, cuando las hermanas Álvarez dejaron claro que no querían ser unas dueñas pasivas de su patrimonio, sino que iban a controlar y a participar en la gestión de la compañía, una batalla que aún no termina.

Una disputa similar, entre primos controlado­res de una multitiend­a, fue la que vivió Ripley hace unos años, cuando las hermanas Débora, Patricia y Esther Calderón Kohon (hijas de Marcelo Calderón) se enfrentaro­n a sus primos Lázaro, Andrés y Michel por mantenerla­s excluidas de la gestión de la compañía y sin presencia en el directorio, lo cual finalmente terminó en un acuerdo entre las partes.

Pero el episodio acaba de tener una ramificaci­ón este año. Verónica Calderón Volochinsk­y, hija de Alberto Calderón, demandaba a sus hermanos Lázaro, Andrés y Michel. Las diferencia­s comenzaron hace unos meses, cuando Verónica se dio cuenta de que controlaba un 7,9% de Ripley, mientras que sus tres hermanos manejan un 15,03% cada uno, en circunstan­cias que ella siempre creyó que los cuatro hermanos manejaban el mismo porcentaje. El tema se resolvió hace unos días, con un acuerdo económico. Ⓟ

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