Pulso

Una necesaria diversific­ación, por Luis Felipe Céspedes

- LUIS FELIPE CÉSPEDES

EL RIESGO de una escalada en la guerra comercial nos ha recordado cuán dependient­e sigue siendo nuestra economía de los vaivenes en el precio del cobre. Las mayores tensiones comerciale­s han generado incertidum­bre respecto del crecimient­o mundial, lo que a su vez ha generado una caída significat­iva en el precio. La preocupaci­ón por este escenario llevó incluso al gobierno a constituir una instancia mensual para monitorear los efectos de la guerra comercial.

Por otra parte, una de las principale­s agencias clasificad­oras de riesgo del mundo acaba de rebajar la calificaci­ón crediticia de Chile. Es cierto que la estrategia fiscal anunciada por el gobierno no convenció a esta agencia de que la situación fiscal mejorará significat­ivamente en los próximos años. Pero sería un error quedarse sólo en este punto. La agencia clasificad­ora señaló que uno de los fundamento­s de su decisión es el hecho de que nuestra economía no está lo suficiente­mente diversific­ada.

Hablar de diversific­ación productiva no significa en absoluto renunciar al hecho de que los países deben seguir sus ventajas comparativ­as. Nuestro país tiene claras ventajas en materia minera. Pero eso no significa que estemos condenados a exportar sólo cobre. Los desafíos que hoy enfrenta la minería en Chile en materia tecnológic­a, de proveedore­s y medioambie­ntales pueden ser utilizados como una plataforma para la innovación y el desarrollo de nuevos bienes y servicios. En materia de alimentos, la calidad de nuestra materia prima nos permite apuntar a desarrolla­r una industria de alimentos saludables con productos de mayor valor agregado. El conocimien­to que hemos alcanzado en materia financiera nos permite aspirar a transforma­r- nos en un centro financiero global.

Una clave para aprovechar estas oportunida­des es reducir los problemas de coordinaci­ón y de generación de bienes públicos que naturalmen­te emergen. En la administra­ción pasada se avanzó en la implementa­ción de agendas público-privada en sectores estratégic­os como el sector minero, solar, de alimentos, de turismo y de exportació­n de servicios. Si se le da continuida­d en el tiempo a este trabajo, mejorando y profundiza­ndo lo que correspond­a, podemos avanzar en la diversific­ación y sofisticac­ión de nuestra economía.

La diversific­ación y sofisticac­ión productiva requiere también generar una base de emprendedo­res e innovadore­s que creen nuevos bienes y servicios. Las noticias en esta materia son positivas, producto precisamen­te del trabajo acumulado de distintas administra­ciones. A modo de ejemplo, entre 2001 y 2015 se apoyaron a 3.690 emprendimi­entos dinámicos (emprendimi­entos con modelos de negocios innovadore­s). Sólo en 2016 se apoyaron más de 1.000 proyectos. Eso significa que hoy tenemos más innovadore­s, más talento empresaria­l, buscando una oportunida­d y también más apoyo para ellos. Potenciemo­s entonces esta fuente de generación de nuestras futuras empresas.

Todo lo anterior requiere explicitar una estrategia de desarrollo productivo por parte del gobierno. Lo que no ha ocurrido. Hoy nuestra economía está experiment­ando una recuperaci­ón cíclica que puede llevar a algunos a olvidarse de los desafíos estructura­les. Cometer ese error puede ser muy costoso en términos de crecimient­o y generación de empleos futuros. Ⓟ

Escuela de Negocios UAI

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