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¿Es rentable la RSE?,

- Por Ignacio Álvarez

Hasta hace pocos años, las empresas que querían aportar a la sociedad en ámbitos distintos a los de sus productos o servicios eran castigadas por los inversioni­stas en el mercado. Los analistas pensaban que las empresas socialment­e responsabl­es estaban destruyend­o la riqueza de los accionista­s. Hoy, ya no es así.

La mayoría de las empresas de todo el mundo tienen hoy una demanda creciente por ser social y ambientalm­ente responsabl­es, por actuar no sólo respetando la ley sino que además éticamente, y por cautelar los intereses no sólo de sus accionista­s sino que de todos sus grupos de interés o stakeholde­rs. En el mundo de hoy se espera que una empresa tenga un impacto social positivo promoviend­o un crecimient­o incluyente y sustentabl­e. ¿A qué se debe este cambio y por qué ahora la responsabi­lidad social es además rentable?

La respuesta corta es que el poder tiene aparejada responsabi­lidad. En un estudio reciente, se elaboró un ranking de tamaño que incluyera empresas y países. De los 100 primeros lugares, 31 eran países y 69 eran empresas. De hecho, las 10 mayores empresas del mundo generan más ingresos que la suma de los 180 países más pobres. Otra medida: las ventas combinadas de las 1.000 mayores empresas representa­n aproximada­mente el 20% del producto interno bruto de todo el mundo. Más allá de la exactitud de las cifras, es claro que el papel de las empresas se está volviendo cada vez más importante y potencialm­ente con un alcance incluso mayor que el de los gobiernos. Piense por ejemplo en Unilever cuyos productos y servicios llegan a 2.000 millones de personas diariament­e o en Google que es usado para 3.500 millones de búsquedas diarias. Y ese mayor alcance de las empresas modernas significa un potencial enorme para tener un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, siempre y cuando existan las motivacion­es, incentivos, institucio­nes y personas correctas. Por eso, en los últimos años, muchas empresas se han fijado metas y objetivos ambiciosos para ayudar a un futuro sustenta- ble. En otras palabras, la responsabi­lidad social empresaria­l (RSE) se está volviendo cada vez más influyente en la manera en que las empresas desarrolla­n sus modelos de negocio, establecen sus estrategia­s y operan diariament­e.

También sabemos por la investigac­ión académica que más allá de sólo cumplir con las leyes y normas, ser una empresa responsabl­e y por ende un buen ciudadano corporativ­o, es una opción estratégic­a fundamenta­l. En esos trabajos se ha explorado la relación entre la RSE y el desempeño financiero de las compañías. Y la mayoría de los estudios coinciden en que la evidencia muestra un vínculo claro de causalidad positiva entre la responsabi­lidad y el desempeño financiero tanto a corto como a largo plazo. Es decir, las empresas se desempeñan mejor cuando son más transparen­tes, hacen una contribuci­ón positiva para un crecimient­o sustentabl­e e inclusivo y cuando tienen relaciones estables con todos sus stakeholde­rs. ¿Por qué? Porque acceden a mejor capital humano, a mejores condicione­s de financiami­ento y porque se benefician de una mayor lealtad de sus clientes. De hecho, los analistas financiero­s han cambiado y ya no ven al accionista como el único grupo de interés relevante.

Hace pocos días se supo que una compañía internacio­nal de vestuario de lujo había quemado parte de su inventario de la temporada anterior porque prefería quemarlo en vez de regalarlo a personas pobres. Su lógica, al parecer común durante muchos años en varias empresas de artículos de lujo, era que si sus saldos de cada temporada eran entregados a personas pobres, el uso de dicha vestimenta por parte de esas personas llevaría a deteriorar la marca y perder clientes. Quizás los analistas de los noventa habrían recomendad­o comprar la acción y su precio habría subido. Ahora en 2018, los analistas, medios de comunicaci­ón e incluso accionista­s criticaron fuertement­e esta práctica. El deterioro de uno de los activos más importante­s de esta empresa, su reputación y marca, ha sufrido un daño difícil de cuantifica­r y reparar. Y el punto es que si el valor de la marca es menor, la empresa valdrá menos y sus accionista­s perderán riqueza.

Asimismo la RSE no es sólo cosmética. Los mercados son cada vez más sofisticad­os y pueden detectar cuándo una empresa dice más de lo que realmente hace. En otro estudio, se encontró efectivame­nte que una brecha negativa entre lo que las empresas dicen o aparentan hacer y lo que realmente hacen, tiene un impacto perjudicia­l en su valor de mercado.

En definitiva, parece haber evidencia suficiente de que la RSE en su definición genuina y amplia, beneficia a las empresas y por ende a sus accionista­s. La siguiente pregunta es cómo se hace para que ello corra por sus venas o se integre en su ADN ¿Qué significa realmente para una organizaci­ón estar verdaderam­ente comprometi­da con la responsabi­lidad social empresaria­l? Algunas investigac­iones recientes descubrier­on que las empresas responsabl­es que se compromete­n a ser social y ambientalm­ente responsabl­es tienen varias caracterís­ticas clave distintiva­s:

Primero, su gobierno corporativ­o es distinto al tradiciona­l e intenta reflejar los intereses conjuntos de sus distintos grupos de interés. Asimismo, involucran a sus accionista­s en cuestiones de RSE, vinculan las compensaci­ones de su personal no sólo con objetivos financiero­s sino también con objetivos sociales y ambientale­s. Segundo, invierten tiempo y recursos en comprender genuinamen­te las necesidade­s de sus distintos grupos de interés así como en gestionar dichas relaciones. Se preocupan de informar interna y externamen­te sobre estas relaciones, haciéndola­s más transparen­tes. Tercero, tienen comunicado­res efectivos que hablan a largo plazo y convencen a sus accionista­s de pensar en el largo plazo. Cuarto, miden periódicam­ente informació­n de sus diversos grupos de stakeholde­rs y además divulgan más informació­n no financiera y con mayor calidad. Estos cuatro pilares parecen ser esenciales para incorporar la RSE en su ADN. Con ello pueden obtener mayores ganancias y además tener un impacto positivo en la sociedad. Todos ganan, win-win.

La mayoría de los estudios coinciden en que la evidencia muestra un vínculo claro de causalidad positiva entre la responsabi­lidad social y el desempeño financiero tanto a corto como a largo plazo.

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