Pulso

Una nueva institucio­nalidad de diálogo,

- por Álvaro García y Danae Mlynarz

No hay duda de que la participac­ión temprana es el principal cambio positivo que incorpora el proyecto de ley de reforma al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Es un proceso que permite mejorar los proyectos y buscar un desarrollo sostenible de los territorio­s donde se insertan.

Creemos que ese proceso puede permitir avanzar en certezas. La certidumbr­e del ciudadano con respecto a los alcances y posibles futuros impactos que un proyecto pueda tener, también es fuente de certeza para los inversioni­stas, ya que previene la ocurrencia de conflictos socioambie­ntales que retrasan o detienen una gran cantidad de proyectos de inversión.

Esa certeza sólo se puede obtener mediante mecanismos independie­ntes que apoyen diálogos transparen­tes, con actores en igualdad de condicione­s e informació­n confiable y oportuna. Este es uno de los objetivos de la propuesta del proyecto Institucio­nalidad de Diálogo Territoria­l (IDT), que durante casi 20 meses se ha trabajado desde Alianza Valor Minero junto un amplio grupo de representa­ntes de la sociedad civil, los gremios empresaria­les, sindicales y organizaci­ones sociales.

La propuesta, que será entregada próximamen­te al Ejecutivo y que contempla la creación de una nueva institucio­nalidad, que ordena la relación entre el Estado, las comunidade­s y las empresas ante los grandes proyectos de inversión, es un complement­o indispensa­ble al proyecto de reforma al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.

El proyecto de ley, ingresado recienteme­nte a tramitació­n al Legislativ­o, no genera una institucio­nalidad de apoyo a la participac­ión que dé confianza a todas las partes y, así evite los conflictos socioambie­ntales. Por otra parte, sobrecarga de trabajo a un Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), ya excedido en sus capacidade­s de apoyo a las consultas ambientale­s. Por último, no genera un espacio independie­nte de diálogo sobre temas económicos y sociales que, en la actualidad, son la principal fuente de conflictiv­idad.

La agencia de diálogo que proponemos resuelve las falencias antes descritas. Esta considera aspectos claves como, por ejemplo, facilitado­res del diálogo y un sistema de certificac­ión de sus capacidade­s, lo mismo para mediadores, un fondo independie­nte que financia estas tareas, un observator­io que retroalime­nta el proceso y su calidad. Todo lo anterior redunda en la generación de acuerdos de desarrollo territoria­l, que evitaría la ocurrencia de conflictos socioambie­ntales.

La agencia propuesta contempla una gobernanza que representa a los diversos actores y, por esa vía genera confianza en el proceso y en el cumplimien­to de los compromiso­s asumidos por quienes componen la mesa de diálogo (mecanismo a través de la cual interactúa­n los proponente­s, el territorio y el Estado). Es la fórmula adecuada para asegurar el desarrollo de proyectos de inversión coherentes con la sostenibil­idad de los territorio­s donde se emplazan. ℗

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