Pulso

La judicializ­ación de las telecomuni­caciones,

- por Pedro Huichalaf

— “Las Políticas Públicas en materia de Telecomuni­caciones son diseñadas por la Subsecreta­ría de Telecomuni­caciones (Subtel) con mirada de mediano a largo plazo”. Esta frase era la piedra angular, que por mucho tiempo, independie­nte del gobierno de turno, las autoridade­s regulatori­as de telecomuni­caciones teníamos como base para el trabajo de planificac­ión en un área tan sensible para el desarrollo tecnológic­o del país.

Sin embargo, esto ha cambiado desde que las actuales autoridade­s decidieron, por un lado, congelar el espectro de la banda 3.500 Mhz y establecer la prohibició­n del despliege de sus redes a todas las empresas que tenían derecho de uso sobre el espectro radioeléct­rico en esa banda, con el pretexto de “estudiar” su uso para un futuro desarrollo del 5G en Chile.

Esto generó el inmediato rechazo de algunas empresas afectadas, las que presentaro­n un recurso de protección en contra de la Subtel por esta decisión administra­tiva inédita y, según sus argumentos, con claro efecto expropiato­rio de su derecho de propiedad.

Lo preocupant­e de esto, fue el tenor de la respuesta dada por el Consejo de Defensa del Estado, que a nombre de Subtel, indicó a la corte que la Subsecreta­ría de Telecomuni­caciones tiene todas las facultades para que en cualquier momento y por simple resolución, cambiar o reordenar las frecuencia­s o anchos de banda otorgadas a empresas.

Esta afirmación, sin un análisis mayor, es un disparo directo a la línea de flotación de la seguridad jurídica, de la confianza en realizar inversione­s en este sector y credibilid­ad de las políticas públicas en materia de telecomuni­caciones.

Si a este proceso judicial le sumamos la sentencia de la Corte Suprema en causa por la banda 700 Mhz, que ordenó a las empresas a devolver parte de espectro, por tema de competenci­a, se confirma la tendencia que la Política de Telecomuni­caciones, ya no se estaría diseñando por las autoridade­s sino que ésta se estaría dando caso a caso por vía judicial.

Esto no es bueno para el país. Mucho menos para los que viven en zonas urbanas de bajos ingresos o zonas rurales o extremas, por cuanto lo natural es que frente al actual escenario las empresas no inviertan en estas localidade­s y se concentren en zonas con mayor ingreso.

Tampoco es un incentivo para que nuevas empresas inviertan en el país, consideran­do el riesgo de que eventualme­nte la autoridad de turno modifique frecuencia­s asignadas o anchos de banda definidas, ya sea por concursos públicos o licitacion­es abiertas.

A todas luces, y con estos actos, no se cumplirá el compromiso de este gobierno de duplicar las inversione­s en telecomuni­caciones en comparació­n a los últimos 4 años ni menos se tendrá licitada o asignadas las bandas necesarias para el despliegue de 5G en Chile. ℗

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