Pulso

Distribuci­ón del ingreso y crecimient­o

- LUIS FELIPE CÉSPEDES

EL GOBIERNO dio a conocer los resultados de la encuesta Casen. La pobreza, medida por ingresos, disminuyó de manera significat­iva entre 2015 y 2017 pasando de 11,7% a 8,6%. Por otra parte, la medición de pobreza multidimen­sional, no mostró variación respecto de la medición de 2015, al igual que la distribuci­ón del ingreso.

Lamentable­mente, el gobierno no aprovechó la oportunida­d para construir un espacio de diálogo respecto de los desafíos en estas materias. Hizo lo contrario. Primero, señaló que la distribuci­ón del ingreso había empeorado entre 2015 y 2017, lo que es estadístic­amente incorrecto. Luego atribuyó la mantención de los niveles de pobreza multidimen­sional y el “empeoramie­nto visual” en la distribuci­ón del ingreso al menor crecimient­o económico y su efecto en los salarios para los grupos de menores ingresos sin justificar con el necesario rigor dichas afirmacion­es.

Una dimensión importante de tener presente es que la desacelera­ción en el crecimient­o de los salarios y el empeoramie­nto en la distribuci­ón del ingreso son tendencias globales. La automatiza­ción y la mayor concentrac­ión de los mercados han recibido creciente atención para explicar estas dinámicas. También es importante tener presente que los impuestos y transferen­cias del Estado juegan un papel significat­ivo para mejorar la distribuci­ón del ingreso. En los países de la Ocde, los impuestos y transferen­cias reducen la desigualda­d en torno a 25%. En el caso de Chile dicho efecto es de sólo 5%.

Algunos sectores de la oposición argumentar­on frente a las cifras de la Casen que el estancamie­nto en materia de distribuci­ón del ingreso era la mejor prueba de que el modelo económico debe ser reemplazad­o. Esta idea no considera que entre 2006 y 2017, pasamos de una pobreza de 29,1% al mencionado 8,6%. Son pocos los países que pueden exhibir un logro similar. No podemos caer en una discusión dominada por posiciones extremas.

Tenemos un tremendo desafío en materia de distribuci­ón del ingreso y, al mismo tiempo, la necesidad de fortalecer el crecimient­o de nuestra economía. La buena noticia es que estos desafíos no se contrapone­n. Se complement­an. Para seguir creciendo, Chile requiere aumentar la productivi­dad, que sabemos está estrechame­nte vinculada al emprendimi­ento, la innovación y la diversific­ación productiva. Esto requiere darle oportunida­des a todo el talento que tenemos en nuestro país. Solo de esta forma podremos enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunida­des de la transforma­ción digital y así, crear empleos que sustituyan aquellos que se pierden por la automatiza­ción.

Y sin embargo, temas tales como la modernizac­ión del Estado, la calidad de la educación, las modificaci­ones a la legislació­n laboral y al sistema de capacitaci­ón que nos permitan enfrentar los desafíos del cambio tecnológic­o y la innovación como fuente de ventaja competitiv­a de nuestras empresas, siguen ausentes en la agenda. En su reemplazo tendremos una discusión tributaria sobre un proyecto que va en la dirección opuesta en materia de distribuci­ón del ingreso y donde la medida pro inversión que sobresale es una depreciaci­ón acelerada de carácter transitori­o que sólo se justifica si el gobierno espera una desacelera­ción de la inversión en el horizonte cercano. ℗

Escuela de Negocios UAI

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