Pulso

- Ad portas de la moderación del consumo,

- Por Waldo Riveras

EL CONSUMO privado ha sido el principal motor de la demanda interna y del PIB en el último año, explicando más de la mitad del crecimient­o del último trimestre (2,8 puntos porcentual­es del crecimient­o del PIB), dinamismo que no veíamos desde comienzos de 2014. Sin embargo, el bajo crecimient­o del empleo y los salarios, junto con la depreciaci­ón multilater­al del peso y la reducción de márgenes en el comercio, apuntan a una moderación del consumo en los próximos trimestres. Las esperanzas siguen puestas en 2019, cuando se asiente un repunte de la inversión y el empleo.

Si bien las cifras confirman un repunte de la inversión en el año (crecimient­o de 7,1% anual en el segundo trimestre), gran parte se explica por reposición de maquinaria­s y equipos e inventario­s, y no obedecen aún a ampliación de capacidad productiva o a nuevos proyectos de inversión que generen puestos de trabajo.

Otro factor a tener en cuenta sobre el aumento en la inversión en reposición de capital, es que gran parte de estos bienes son de origen importado, lo que genera poco valor agregado y, por lo tanto, acotado aporte al crecimient­o del PIB. A modo de ejemplo, en el segundo trimestre la inversión (formación bruta de capital fijo más variación de existencia­s) aportó 2,7 pp al crecimient­o del PIB, lo que fue contrarres­tado por las importacio­nes de bienes que restaron 2,7 pp. En suma, la inversión que amplía capacidad productiva y genera empleo aún no se observa, al menos para 2018. La modernizac­ión tributaria, en la dimensión de depreciaci­ón semi-instantáne­a, de hacerse retroactiv­a, puede adelantar e incluso crear nueva inversión el 2019, pero también tiene el efecto de retrasarla en la medida que la modernizac­ión se entrampa en el Congreso.

Con mayor claridad por ahora, las buenas noticias se divisan hacia fines de 2019 y 2020. Según el catastro de inversión de la Corporació­n de Bienes de Capital han comenzado a calendariz­arse nuevos proyectos en minería e inmobiliar­io, los que implicaría­n una mayor demanda de empleo, en su fase de construcci­ón y operación, dando sustento al consumo privado en los próximos años.

Con esto en mente, las perspectiv­as para el empleo no mejorarían sino hasta entrado el próximo año, y las remuneraci­ones tampoco parecen repuntar. Acá el fenómeno parece tener elementos más estructura­les, que irían desde una mayor oferta de empleo vinculada a la inmigració­n, hasta una menor demanda, en especial del comercio y manufactur­a donde la economía digital estaría jugando un rol.

Con todo, anticipamo­s una relevante moderación del comercio tan pronto como en julio, en especial en su componente durable. Acá surge otro posible responsabl­e. La reciente y muy esperada depreciaci­ón real del peso ha comenzado a presionar los márgenes del comercio, los que ya se habían comprimido para sostener las ventas en el último año y que ahora tienen poco espacio para absorber los mayores costos de importació­n. Por último, y algo más preocupant­e es la ralentizac­ión en las ventas de supermerca­dos y vestuario, entre otros. Todo apunta a que el comercio seguiría moderándos­e y las esperanzas por ahora con mayor fundamento, habrá que ponerlas hacia el próximo año. ℗

Economista senior de BBVA Research Chile

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