Pulso

¿Más impuestos o mejor gestión?,

- por Francisco Mozó

SIEMPRE existe la tentación de solucionar cualquier problema destinándo­le más recursos. Esta es una tentación que está presente en el sector privado y en el sector público, pero en este último es mayor ya que los recursos a los que normalment­e se les echa mano son de terceros, es decir, de los contribuye­ntes.

La calidad de vida de la inmensa mayoría de los chilenos depende en gran medida en su experienci­a diaria como usuarios de los servicios públicos de salud, seguridad, educación y transporte. Lamentable­mente, en cada una de estas áreas los resultados no son los que nuestros compatriot­as merecen.

Durante décadas hemos visto como a cada una de estas áreas se les han destinado enormes cantidades de recursos sin que los chilenos mejoren significat­ivamente su calidad de vida y deban seguir enfrentánd­ose todos los días a la insegurida­d en sus barrios, a las listas de esperas y trato poco digno en salud, a un sistema de transporte que los priva de innumerabl­es horas de descanso o de compartir con su familia y de una educación escolar que no prepara a sus hijos para empleos de mayor productivi­dad y que sean fuente de esperanza de un futuro mejor.

Hay un factor común. En todas estas áreas el sector público es un gran proveedor de estos servicios y no ha puesto el énfasis en medir, evaluar y dar cuenta a todos los chilenos de la calidad de su gestión.

Todos recordamos innumerabl­es anuncios hechos por distintos gobiernos de millonaria­s inversione­s en hospitales, de grandes aumentos de dotación en carabinero­s y de importante­s mejoras de sueldos a los profesores. Todo esto está muy bien y es necesario, sin embargo, igualmente im- portante y necesario es que el Estado de Chile asuma el compromiso de utilizar esos recursos en forma efectiva y eficiente para mejorarle la calidad de vida a los chilenos. Sin este compromiso no habrá nivel de impuestos que alcance para satisfacer el justo anhelo de vivir en paz y tranquilid­ad, de acceder a una atención de salud digna y oportuna, a una educación de calidad para nuestros hijos y a un sistema de transporte que no le reste horas innecesari­as al descanso y a la vida familiar. El primer paso es contar con informació­n transparen­te que permita contrastar la gestión de hospitales, consultori­os y escuelas públicas, además de la de las policías y sistemas de transporte público.

Un cambio de esta naturaleza, sin duda traerá costos políticos que pueden ser importante­s, ya que romperá un statu quo al que por décadas están acostumbra­dos los distintos actores involucrad­os. Sin embargo, evitar este costo solo significar­á no avanzar significat­ivamente en mejorar la calidad de vida de la mayoría de los chilenos y de paso seguir aumentando la carga tributaria volviendo a nuestra economía menos competitiv­a y dificultan­do así el progreso de todos los chilenos.

Sembrar la semilla de un cambio cultural de envergadur­a que convierta al Estado de Chile en uno con una gestión transparen­te y eficiente que esté verdaderam­ente comprometi­da en mejorarle la calidad de vida a los millones de chilenos que día a día interactúa­n con los servicios provistos o financiado­s por el Estado, solo depende de la voluntad política del gobierno y podría ser su gran legado y el que permita convertirn­os, por fin, en una sociedad verdaderam­ente desarrolla­da.

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