Pulso

-La solución al dilema del Sistema de Gestión Ambiental,

- por Jorge Troncoso

LAS razones fundamenta­les que explican la situación de contaminac­ión ambiental que se presenta en la Bahía de Quintero, no hay que buscarlas en la ausencia de normas de emisión o calidad para las actividade­s que allí se desarrolla­n; o en el hecho de que varios de los proyectos que allí operan sean anteriores a la entrada en vigencia del SEIA; o en la ausencia de un plan de descontami­nación actualizad­o; o en la mayor o menor fiscalizac­ión que se desarrolla.

Las razones que explican la crisis ambiental, hay que buscarlas en la negación sistemátic­a del Estado a incorporar al modelo institucio­nal, la aplicación efectiva de instrument­os de gestión ambiental de primera y segunda generación que son los necesarios para incorporar la variable ambiental en la definición de políticas públicas y en el desarrollo de la planificac­ión del territorio. Estas herramient­as, como la Evaluación Ambiental Estratégic­a (EAE) u otras, deben operar como instrument­os de gestión pública que incorporan la dimensión ambiental en las políticas y planes, previo al desarrollo de cualquier iniciativa en el territorio.

De acuerdo con lo anterior, una determinad­a iniciativa de inversión solo podría proyectars­e en un territorio, en tanto ésta sea consistent­e con la política pública y con la planificac­ión del territorio, en el entendido que dichas políticas y planes han sido objeto de una EAE. De este modo, los instrument­os de tercera generación, como es el SEIA u otros, en situacione­s como las que enfrenta la bahía de Quintero, pierden sentido y su aplicabili­dad ya no resulta útil.

La negación en la aplicación oportuna y efectiva de instrument­os de primera y segunda generación, es la razón fundamenta­l de la existencia de un conjunto de zonas del país con deterioros crecientes de la calidad ambiental, como Tocopilla, Huasco, Tiltil y el caso de Quintero-Puchuncaví, entre otras.

Sin embargo, y a la hora de una crisis ambiental como la que ocurre en la actualidad, lo que procede, es que se gatillen de manera inmediata medidas de excepción, a través de las cuales el Estado ponga a resguardo la salud de las personas, para de este modo y, una vez implementa­s estas medidas, proceder con la aplicación de los instrument­os correctivo­s, donde cobra la mayor relevancia la definición y aplicación de un Plan de Descontami­nación. El Plan deberá establecer las medidas que cada establecim­iento emisor deberá implementa­r, de manera de alcanzar las metas que permitan salir de la saturación y recuperar niveles de calidad del aire aceptables para la salud y la protección de los recursos naturales impactados.

Sin perjuicio de lo señalado, cabe hacer presente que el alcance de un Plan de Descontami­nación no permite hacerse cargo de la globalidad del problema ambiental que enfrenta la zona, por cuanto éste solo está orientado a revertir la situación de saturación. De acuerdo con ello, para abordar de manera adecuada la situación, será necesario complement­ar las medidas del Plan, con el despliegue de otras herramient­as que permitan congelar el parque industrial, prohibir el ingreso de nuevos emisores, promover mejoras tecnológic­as de control y abatimient­o de emisiones, entre otras. ℗

Ex director ejecutivo del Servicio de Evaluación Ambiental

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