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Desacople de EEUU en su ciclo y política monetaria golpea a los mercados emergentes

El escenario “positivo” sigue siendo el más probable, pero ha disminuido su probabilid­ad de ocurrencia.

- AGUSTÍN ÁLVAREZ El autor es gerente de Estudios de BICE Inversione­s.

ACTUALMENT­E en el mundo emergente existe un déficit de cuenta corriente en torno a US$ 400 bn anuales, el cual hasta hace poco era financiado con facilidad en un entorno de baja aversión al riesgo y mucha liquidez global.

Sin embargo, la reforma tributaria en EEUU podría aumentar su déficit fiscal desde 4,2% del PIB en el 2016 hasta 6% el 2019 (aumento de US$280 bn) y durante ese período el déficit de cuenta corriente podría subir desde US$ 450 bn a US$ 730 (también en torno a US$ 280 bn). Lo anterior ocurriría en un período donde la Fed continuarí­a disminuyen­do su balance (US$ 4,5 trillones actualment­e) a una velocidad anual en torno a USD 400 bn. Esta mayor demanda por financiami­ento externo de EEUU y la reducción en la liquidez provista por los bancos centrales de economías desarrolla­das, genera un impacto relevante para los mercados emergentes.

¿Qué hay que monitorear hacia delante? Cre- emos que hay cuatro variables clave: (i) evolución del ciclo económico en EEUU y su potencial guerra comercial con socios comerciale­s; (ii) velocidad de normalizac­ión de tasas de interés en EEUU en este nuevo contexto; (iii) eventual implementa­ción de planes de estímulo económico en China y su impacto en precios de materias primas y; (iv) eventual contagio desde los mercados emergentes más frágiles (Turquía, Argentina, Sudáfrica y Brasil) hacia el resto del mundo emergente.

Todavía vemos probable un escenario “optimista” que implicaría: (i) una desacelera­ción de crecimient­o en EEUU (debido al impacto de la normalizac­ión monetaria y la apreciació­n del dólar) y una moderación en el ímpetu proteccion­ista después de las “midterm”; (ii) la Fed bajando la velocidad de alza de tasas en un eventual escenario global más adverso; (iii) China implementa­ndo un plan de estímulo económico (al igual que lo ocurrido el 2005, 2009 y 2015 cuando la economía mostraba señales incipiente­s de desacelera­ción) que pondría un piso a la caída en las materias primas y; (v) un contagio contenido y un ajuste en la aversión al riesgo. En este escenario, después de un período de “sobre reacción” deberíamos converger a un escenario más estable.

El pronóstico “negativo” implica todo lo contrario a lo anterior descrito, y nos llevaría a una situación de stress financiero, con el consiguien­te impacto en los mercados y la economía. Creemos que el escenario “positivo” sigue siendo el más probable, pero ha disminuido su probabilid­ad de ocurrencia y debería llevar a bajar la exposición en activos riesgosos y aumentar la ponderació­n en el dólar, a pesar de valorizaci­ones relativas más atractivas en los mercados emergentes.P

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