Desacople de EEUU en su ciclo y política monetaria golpea a los mercados emergentes
El escenario “positivo” sigue siendo el más probable, pero ha disminuido su probabilidad de ocurrencia.
ACTUALMENTE en el mundo emergente existe un déficit de cuenta corriente en torno a US$ 400 bn anuales, el cual hasta hace poco era financiado con facilidad en un entorno de baja aversión al riesgo y mucha liquidez global.
Sin embargo, la reforma tributaria en EEUU podría aumentar su déficit fiscal desde 4,2% del PIB en el 2016 hasta 6% el 2019 (aumento de US$280 bn) y durante ese período el déficit de cuenta corriente podría subir desde US$ 450 bn a US$ 730 (también en torno a US$ 280 bn). Lo anterior ocurriría en un período donde la Fed continuaría disminuyendo su balance (US$ 4,5 trillones actualmente) a una velocidad anual en torno a USD 400 bn. Esta mayor demanda por financiamiento externo de EEUU y la reducción en la liquidez provista por los bancos centrales de economías desarrolladas, genera un impacto relevante para los mercados emergentes.
¿Qué hay que monitorear hacia delante? Cre- emos que hay cuatro variables clave: (i) evolución del ciclo económico en EEUU y su potencial guerra comercial con socios comerciales; (ii) velocidad de normalización de tasas de interés en EEUU en este nuevo contexto; (iii) eventual implementación de planes de estímulo económico en China y su impacto en precios de materias primas y; (iv) eventual contagio desde los mercados emergentes más frágiles (Turquía, Argentina, Sudáfrica y Brasil) hacia el resto del mundo emergente.
Todavía vemos probable un escenario “optimista” que implicaría: (i) una desaceleración de crecimiento en EEUU (debido al impacto de la normalización monetaria y la apreciación del dólar) y una moderación en el ímpetu proteccionista después de las “midterm”; (ii) la Fed bajando la velocidad de alza de tasas en un eventual escenario global más adverso; (iii) China implementando un plan de estímulo económico (al igual que lo ocurrido el 2005, 2009 y 2015 cuando la economía mostraba señales incipientes de desaceleración) que pondría un piso a la caída en las materias primas y; (v) un contagio contenido y un ajuste en la aversión al riesgo. En este escenario, después de un período de “sobre reacción” deberíamos converger a un escenario más estable.
El pronóstico “negativo” implica todo lo contrario a lo anterior descrito, y nos llevaría a una situación de stress financiero, con el consiguiente impacto en los mercados y la economía. Creemos que el escenario “positivo” sigue siendo el más probable, pero ha disminuido su probabilidad de ocurrencia y debería llevar a bajar la exposición en activos riesgosos y aumentar la ponderación en el dólar, a pesar de valorizaciones relativas más atractivas en los mercados emergentes.P