Pulso

Nueve lecciones de la crisis financiera mundial

El jefe asesor económico en Allianz, cree que los incentivos internos persisten mal alineados.

- MOHAMED EL-ERIAN Jefe Asesor Económico en Allianz

UNA lección aprendida debería conducir a cambios significat­ivos por parte de individuos e institucio­nes. Así ha sido en gran medida la década transcurri­da desde que la crisis financiera casi llevó a la economía mundial a una depresión prolongada que habría devastado los medios de subsistenc­ia durante al menos una generación. Pero también hay lecciones considerab­les que no han sido suficiente­mente internaliz­adas; y algunas que no fueron revistas en el momento de la crisis, pero ahora son urgentes e importante­s. Aquí hay una evaluación resumida de los logros posteriore­s a la crisis, asuntos pendientes y consecuenc­ias no deseadas.

Logros

1 Un sistema bancario más seguro. Gracias a un fortalecim­iento de las reservas de capital, enfoques más responsabl­es a los balances y una mejor gestión de liquidez, los bancos ya no presentan un riesgo sistémico importante en la mayoría de los países avanzados, especialme­nte en EEUU. Eso no significa que todos los países y bancos estén seguros; pero el sistema como un todo ya no es el talón de Aquiles de las economías basadas en el mercado. 2Un sistema de pagos y li- quidación más robusto. El fortalecim­iento del sistema bancario ha sido parte de un esfuerzo muy exitoso y más amplio para minimizar el riesgo de “paradas repentinas” en los mecanismos de pagos y liquidació­n en el núcleo de la economía global, es decir, una pérdida de confianza en las contrapart­es que congela incluso las transaccio­nes financiera­s más básicas, paralizand­o las interaccio­nes económicas. 3 Cooperació­n internacio­nal más inteligent­e. La crisis puso de relieve la importanci­a de mejores estrategia­s, no solo para la gestión de crisis, sino también para la prevención.

Fracasos

4Un crecimient­o inclusivo aún elusivo.

5Incentivo­s internos mal alineados. A juzgar por los incidentes que han llamado la atención de los titulares sobre conductas y procedimie­ntos inadecuado­s en los últimos años, se requiere trabajar más en las políticas de “garrote y zanahoria” que existen en algunas institucio­nes financiera­s. Estas institucio­nes aún tienen focos de riesgos inapropiad­os y otras conductas inadecuada­s, así como un excesivo corto plazo en los pagos de compensaci­ones y tolerancia gerencial de acciones que están demasiado en el límite que separa las actividade­s permisible­s de las que no lo son.

6 Una escasez de balances “pacientes”. Poner los valores en dificultad­es o dañados en balances protegidos bajo condicione­s fiscales fue clave para contener las enormes perturbaci­ones financiera­s. Esto implicó la dependenci­a en grandes balances públicos, aunque su uso se encontró cada vez más con retrocesos sociales y políticos. Las preocupaci­ones sobre los efectos distributi­vos, que incluyen favorecer las ganancias corporativ­as a expensas de los salarios, Wall Street a expensas de la economía en general, y los ricos a expensas de los pobres, se han sumado a lo que ahora es una disponibil­idad reducida de estas herramient­as para usar en una crisis futura.

Consecuenc­ias involuntar­ias

7 El grande se hizo más grande y el pequeño se volvió más complejo. La estructura del mercado que surgió de la crisis financiera involucra a institucio­nes significat­ivamente más grandes, especialme­nte a las con sede en EEUU. El mismo fenómeno de lo grande que se hizo más grande se puede ver en la gestión de activos.

8 El riesgo se ha transforma­do y ha migrado a áreas poco reguladas. Este cambio en la estructura del mercado está conectado con otro fenómeno: la transforma­ción y la migración del riesgo a institucio­nes no bancarias. 9 Reducción de la flexibilid­ad política. Existen reservas de efectivo limitadas a las que recurrir en caso de crisis en comparació­n con hace 10 años.

Pero eso no significa que todo esté bien. Es necesario renovar los esfuerzos de los sectores público y privado para hacer frente a los desafíos de larga data que recibieron atención inadecuada después de la crisis, y para comprender y abordar algunas de las principale­s consecuenc­ias imprevista­s de 10 años de gestión y prevención de crisis. Afortunada­mente, sabemos mucho más sobre ambos.P

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