Enrique Marshall: “Hemos vivido un largo período con tasas de interés muy bajas y eso gatilla fuerzas”
“El domingo 14 de septiembre de 2008 ya había claros indicios de que había un tema importante. Ese día, hubo reuniones en el Banco Central (BC) a las que también fueron convocados la Superintendencia de Bancos y ejecutivos de BancoEstado para ver cómo se abría el día lunes”, recuerda Enrique Marshall, economista y en ese minuto consejero del Banco Central.
Desde esa posición, a Marshall le tocó ser espectador y actor de una crisis que estaba siendo mirada con atención y que los obligó “extraordinariamente” a reunirse ese domingo en el edificio de Agustinas.
“Todavía no se aquilataba bien la magnitud de los acontecimientos, pero la información que había disponible hacía prever que enfrentaríamos un escenario muy complejo. De hecho, el escenario fue peor de lo que se podría haber anticipado con la información que se tenía en ese minuto, el domingo”.
“Muy rápidamente, el BC tomó acciones. Se reunió el consejo muy temprano ese lunes 15 de septiembre, cuando ya se sabía que Lehman Brothers había caído. Prácticamente entramos en un estado de sesión permanente, porque la información que fluía era continua. Todo el tiempo había nuevos antecedentes”.
“La conducción de algo de este tipo la asume el presidente (que en ese minuto era José de Gregorio), porque él lleva el día a día con mayor detalle, y eso fue lo que ocurrió. Hay que destacar esa conducción en el sentido de que el presidente se mantuvo apegado a principios, pero fue muy flexible y estuvo muy alejado de cualquier rigidez o dogmatismo en el sentido de que estábamos bien dispuestos a hacer las cosas que había que hacer”.
“Nadie había visualizado anteriormente que la tasa de interés del BC podía bajar hasta 0,50%. Eso estaba completamente fuera del radar, y en muy poco tiempo hubo que comenzar a visualizar que eso sería así. Eso obligaba a tener mucha flexibilidad, mucha apertura, a hacer una buena lectura de lo que estaba pasando y a evaluar distintos cursos de acción”.
“Se les pidió a los gerentes del Banco (Central) que se comunicaran con los bancos centrales de América Latina para poder aquilatar qué tan expuestos estaban, cómo estaban reaccionando sus mercados y si había tensión en sus mercados monetarios para tener un diagnóstico. El esfuerzo que había que hacer era tener un buen diagnóstico”.
“Lo que resultó muy curioso fue que en casi todos los países se dijo que no había ningún efecto. Ya estábamos en medio de las turbulencias y de la crisis, y nadie lo quería reconocer. Eso, en circunstancias de que nosotros ya advertíamos en Chile que había efectos. Tenemos mercados muy abiertos y rápidamente el dólar empezó a reflejar condiciones de crisis y los spreads saltaron”.
El llamado desde Washington Apenas se desató la crisis, en el Banco Central entraron en un “estado de sesión permanente”. Desde ahí, Enrique Marshall, consejero en ese entonces, colaboró con la fórmula que permitió a Chile afrontar las turbulencias internacionales y fue testigo de los cambios que se produjeron a partir del aprendizaje. Aquí, su relato en primera persona, a 10 años de esos tensos días.
“A los pocos días de la caída de Lehman, mi secretaria me dirigió una llamada desde Estados Unidos. Al otro lado del teléfono me dicen que estaban llamando de la Casa Blanca. Yo me sorprendí. No era un llamado ni del presidente ni del secretario de Estado ni del secretario del Tesoro. En realidad, me di cuenta de que era un profesional, un
economista o un asesor. Había sido mandatado para investigar un poco cómo se hace cuando se desata una crisis de esta magnitud. En la literatura económica y financiera estaba bien consignado que Chile había tenido una crisis grande entre los años 1982 y 1983, y que había hecho un buen manejo de salida de ella. Conversamos un rato. Yo lo referí a cierta documentación. Había documentos en la página web del BC y presentaciones mías sobre la crisis del 83”.
“Nunca más supe de él. Fue simpático. Normalmente, las recomendaciones o las lecciones han venido del norte al sur y nunca de sur a norte. Pero en ese momento se produjo un intento por saber qué había pasado en el sur y por saber de nuestra experiencia”.
La baja de tasas y los votos disidentes
“Se prestó especial atención a que BancoEstado estuviera presente en estas reuniones, porque en el pasado y en episodios de crisis, fue un instrumento de estabilización. Pero no fue necesario usar ese canal que en otros episodios sí se había utilizado. Se usó fuertemente el año 83, para la crisis asiática y para la crisis de Inverlink. Pero en este caso no fue necesario, porque el BC ejerció un liderazgo, tomó acciones y emprendió medidas no convencionales y bastante drásticas”.
“En primer lugar, acometer una baja drástica de la tasa de interés. Hay que pensar que la tasa de interés estaba en 8,25% y la inflación estaba aproximándose al 10%”.
“En ese escenario, no era fácil acometer una baja de tasas, porque la prioridad del BC es la inflación y ya estaba muy alta. Esa fue una de las acciones más importantes: proceder con rapidez y decisión. En pocos meses teníamos la tasa en 50 puntos menos”.
“Hubo un cierto debate interno de si se debía producir un poquito más rápido o un poquito más lento. Todo eso quedará transparentado cuando se entreguen las actas. En noviembre ya hubo una cierta discusión y en diciembre ya hubo votos disientes”.
“Yo estaba más bien en la posición de que había que bajar rápido. Había que dar una señal de que la tasa iba para abajo. Los bancos habían subido las tasas de interés y el canal de transmisión de la política monetaria es el del mercado del crédito. Si ya eso había cambiado, no podíamos permanecer como estábamos”.
“Hubo bastante reflexión interna respecto de qué cosas hacer”.
“Otra acción que se tomó de inmediato fue la suspensión del programa de acumulación de reservas. Estábamos en medio de ese proceso que se había iniciado en mayo. Se interrumpió de inmediato, porque el tipo de cambio saltó”.
“También se cambiaron las proyecciones. Recién se había emitido un Informe de Política Monetaria en septiembre, recién se había subido la tasa en 50 puntos base hasta 8,25. Muy rápidamente se procedió, y creo que fue algo muy acertado, a cambiar las proyecciones por el cambio de escenario. A pesar de que tenía pocas semanas, había que cambiarlo y entregarle al mercado una nueva visión de para dónde iban las cosas. No tengo recuerdos de otro episodio o de otro cambio de IPoM. Se hizo un “mini IPoM” que reconocía que las condiciones habían cambiado, que las proyecciones estaban desajustadas y que había nuevas”.
“Una señal poco convencional fue