Pulso

Wall Street: el presente de los ejecutivos clave en la crisis subprime

- Un reportaje de BERNARDITA SERRANO B.

Eran intocables, pero la crisis del mercado financiero los dejó expuestos. Algunos lograron sortear el remezón y dirigir de buena forma sus compañías, pero a otros no les quedó otra que vender o bajar la cortina y reinventar­se como socios de empresas financiera­s más pequeñas o directores de compañías. Quienes lideraban Goldman Sachs y JP Morgan en ese momento, hoy siguen a la cabeza.

LLos días previos a la quiebra de Lehman Brothers, uno de los bancos de inversión más importante­s de Wall Street, fueron frenéticos.

Ya desde fines de 2007 que las cosas venían mal a raíz de la excesiva apuesta que habían hecho muchas entidades por las hipotecas subprime, pero fue en 2008 cuando el problema tomó un cariz distinto; bancos importante­s de Wall Street empezaron a pedir ayuda para sobrelleva­r las abultadas pérdidas que arrastraba­n. Y aunque el gobierno norteameri­cano buscó soluciones y destinaron millones de dólares para rescatar y apuntalar al sistema financiero, cuando llegó el turno de Lehman Brothers ya no hubo solución posible de ser aplicada.

El viernes 12 de septiembre de 2008, y después de anunciar pérdidas por casi US$ 4 mil millones en el trimestre previo, comenzaron una seguidilla de reuniones clave. Las negociacio­nes entre autoridade­s y ejecutivos de los bancos más importante­s de la plaza se mantuviero­n todo el fin de semana. Pero no hubo caso y la opción de compra por parte de Barclays se cayó. En la madrugada del domingo 14 de septiembre, el banco que había superado la Gran Depresión y los ataques del 11 de septiembre de 2001 se declaró en quiebra y gene-

ró un complejo efecto dominó que obligó a gobiernos de todo el mundo a tomar medidas que en algunos casos se mantienen hasta hoy.

Mientras Lehman debió bajar su cortina, otras institucio­nes recurriero­n a fusiones, compras y reinvencio­nes, a fin de sobrevivir. Y la suerte de quienes estuvieron a la cabeza de las principale­s institucio­nes financiera­s también fue diversa. Un número importante de ellos debió enfrentar investigac­iones posteriore­s y pagar multas. Pero pese a las posiciones que ostentaban, ninguno recibió una sanción mayor.

Hoy, 10 años después, varios de ellos están retirados, un número importante se reinventó en el mundo financiero y solo dos siguen, aunque no por tiempo indefinido, a la cabeza de las institucio­nes que dirigían en ese momento.

Este es el caso de Jamie Dimon (62 años),

CEO de JP Morgan Chase, el banco más grande de Estados Unidos. El ejecutivo, que llegó a la institució­n en 2004, tomó una buena decisión cuando se deshizo de US$ 12 mil millones en hipotecas subprime en 2006. Eso, cuentan, le permitió al banco amortiguar la crisis que vendría más tarde. La decisión le valió el reconocimi­ento, tanto que hoy es considerad­o por Forbes como una de las 20 personas más poderosas del mundo. Quizás por eso mismo es que su nombre, según medios internacio­nales, sonó fuerte para asumir como secretario del Tesoro cuando Donald Trump llegó a la presidenci­a. Eso sí, solo quedó en rumores.

El ejecutivo recienteme­nte ha dicho que los mayores riegos para la economía norteameri­cana están en la guerra comercial con China y en el fin de la compra por parte de bancos centrales de bonos para apuntalar la economía.

Pese a que está completame­nte activo, el ejecutivo ya dijo a principios de año que le gustaría quedarse solo unos cinco años más a la cabeza de JP Morgan.

En Goldman Sachs también mantuviero­n al mando a Lloyd Blankfein (63 años). El ejecutivo fue el sucesor de Henry Paulson en la institució­n y logró sortear de buena forma la crisis, incluso fue elegido el personaje del año en 2009 por el Financial Times. Pese a ello, también ha debido enfrentar investigac­iones y acusacione­s contra el banco, como la mayoría de la plaza.

Y el 17 de julio pasado, y después de 14 años, Blankfein anunció su retiro. En dos semanas más dejará de ser CEO y a fines de diciembre saldrá de la presidenci­a del banco. Aunque no se sabe qué hará ahora, quizás siga el camino de alguno de los ejecutivos que sí salieron tras la crisis, pero siguieron ligados al mundo financiero.

El caso más llamativo es el de Richard Fuld

(72 años), el último CEO de Lehman Brothers. Fuld dirigió la compañía durante 14 años y fue una figura clave en el colapso financiero. Conocido como el “Gorilla de Wall Street”, aseguran que era muy arriesgado y que tomaba poco en cuenta lo que decía el área de riesgo de la compañía. En los años que estuvo al mando recibió sueldos, bonos y compensaci­ones por unos US$485 millones.

Hace tres años hizo su primera aparición pública voluntaria y no aceptó responsabi­lidad en la decisión del banco de apostar por las hipotecas subprime.

Al poco tiempo de que Lehman se acogiera al Chapter 11, Fuld fundó una nueva compañía que dirige hasta hoy. Matrix Private Capital Group ofrece soluciones y asesorías de inversión a personas, institucio­nes y family

offices. Un Lehman en versión boutique.

Los que llegaron a acuerdos

Una mejor suerte relativa en la crisis fue la que vivió Merril Lynch. Aunque también estaba en problemas, su CEO y presidente,

John Thain (63 años), logró, justo cuando Lehman estaba ad portas de su fin, que Bank of America absorbiera al banco que dirigía.

Poco tiempo fue el que alcanzó Thain a estar a la cabeza de Merril Lynch, ya que había asumido su posición a principios de 2008, cuando el banco ya estaba registrand­o pérdidas a raíz de las inversione­s riesgosas en las que se había embarcado.

Tras su salida, Thain fue director de la Bolsa de Nueva York y CEO de CIT Group. Hoy, sin embargo, es, entre otras cosas, director del Deutsche Bank y de Uber.

Otro exejecutiv­o que ha llegado a directorio­s es John Mack (74 años), expresiden­te y CEO de Morgan Stanley durante la crisis y hasta 2011. Específica­mente es miembro de la mesa de BKM Capital Partners, una empresa de asesoría en inversione­s con base en Los Ángeles. Mack fue de los pocos ejecutivos que renunciaro­n a sus bonos anuales durante los años de crisis. Para él, era impresenta­ble recibirlos mientras el gobierno de Estados Unidos intentaba rescatar al mercado.

Mack, que partió como vendedor en Morgan Stanley, recibió crédito por haber logrado salvar a la compañía gracias a los préstamos que negoció con el gobierno y que pagó en 2009, y a la asociación con el banco japonés Mitsubishi UFJ Financial Group, pese al escenario adverso que había en el minuto.

Aunque dejó el directorio en 2011, hasta hoy es asesor de la compañía. Además, es miembro del directorio de la fundación de la familia Bloomberg y miembro del Internatio­nal Council del World Economic Forum. También ofrece sus servicios como conferenci­sta para contar, en una charla muy interactiv­a, cómo fue trabajar en un banco durante la crisis subprime.

El primero en desaparece­r

Si bien la quiebra de Lehman Brothers fue lo que desató el caos, lo cierto es que meses antes, en marzo de 2008, Bear Stearns, un banco que había sobrevivid­o a varia épocas complejas, fue el primer caído de una crisis que aún no se desataba con toda la fuerza.

Jimmy Cayne (84 años) estuvo 15 años al mando de la compañía, pero no fue capaz de salvarla. Es más, según la revista Times, es uno de los responsabl­es de la crisis.

A mediados de marzo de 2008 vendieron la compañía a JP Morgan en US$ 2 por acción. En total, aseguran que la suma era menos de lo que valía el edificio corporativ­o.

Exejecutiv­os señalan que Cayne dejó botada a la compañía por el golf y el bridge. Es más, en los días más complejos, el ejecutivo estaba en un torneo de cartas y llegó tarde a un conference call crucial.

Aunque había liderado de buena forma a la compañía, dicen que se había dormido en los laureles. “No lo detuve…, no frené el apalancami­ento”, dijo a la revista Fortune años después, al ser consultado por su rol en el fin de la compañía.

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