Pulso

LA CRISIS EN PRIMERA PERSONA

Wall Street: el presente de los protagonis­tas de la crisis La mirada del economista Nouriel Roubini Series, documental­es y libros para entender el remezón financiero

- Un reportaje de JUAN MANUEL VILLAGRÁN S.

“(Desde la caída de Lehman) mis jornadas laborales fueron de siete días y de 13 o 14 horas, donde tenía que abordar las tareas que ya estaba haciendo, pero además enfrentar la crisis”.

KLAUS SCHMIDT-HEBBEL Execonomis­ta jefe de la Ocde

“Fue una experienci­a única. Es uno de los episodios que valoro más, por toda la reflexión y todo el proceso que tuvo lugar al interior del BC”.

ENRIQUE MARSHALL Exconsejer­o del Banco Central

“No había un entendimie­nto cabal de la interconex­ión que había alcanzado el sistema, el cual se ha vuelto cada vez más complicado”.

RANDALL KROSZNER Exgobernad­or de la Fed

Klaus Schmidt-Hebbel llevaba 15 días como economista jefe de la Ocde, uno de los cargos técnicos más altos que ha ostentado un economista chileno, cuando estalló la crisis financiera más brutal desde la Gran Depresión. El desafío profesiona­l era enorme y, pese a la pérdida de un hijo dos meses después del estallido del caos subprime, pudo dejar su huella y hoy comparte las lecciones.

AAl despedirse de un alto funcionari­o del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) que estaba al mando de la misión del organismo internacio­nal en nuestro país y con quien se reunió por dos horas para darle su opinión sobre cuatro estudios de Chile encargados por el Banco Central y el Ministerio de Hacienda, Klaus Schmidt-Hebbel saluda y posa para las fotografía­s de su conversaci­ón con PULSO.

Más que una entrevista, entregarem­os un relato íntimo de este académico de la Universida­d Católica, quien, en 2008, en su entonces posición de economista jefe de la Ocde -organismo que reúne a las 36 naciones más desarrolla­das del mundofue uno de los protagonis­tas internacio­nales que tuvo que lidiar con medidas concretas tras el estallido de la crisis subprime.

La tensión que terminó en pánico

“Había asumido dos semanas antes como economista jefe de la Ocde, el cargo técnico más alto de la institució­n después del secretario general, que sigue siendo Ángel Gurría. Fui escogido entre 107 personas. Llegué a París unos días antes de iniciar mis labores oficialmen­te el 1 de septiembre”.

“En ese momento se respiraba en la Ocde y en los países desarrolla­dos mucha tensión, porque estaban comenzando a secarse algunos mercados financiero­s y varias institucio­nes financiera­s se habían intervenid­o o liquidado. Las primas por riesgo y los rendimient­os de los activos subían a diario. Y en EE.UU. el crecimient­o ya había llegado a cero”.

“Casi nadie recuerda que el primer indicio importante de la crisis financiera que venía se produjo en agosto de 2007. Ahí comenzaron a despegarse las tasas interbanca­rias overnight, primero en la zona euro y luego en EE.UU. y en Gran Bretaña. En un entorno de gran falta de transparen­cia respecto de las hojas de balance de muchas institucio­nes financiera­s, se temía que muchas de ellas habían adquirido activos “tóxicos”, los derivados de créditos hipotecari­os prime y subprime otorgados en EE.UU. en los años previos, cuyo servicio se estaba suspendien­do crecientem­ente desde 2007”.

“Docenas de institucio­nes financiera­s expuestas a créditos hipotecari­os y activos tóxicos se liquidan, cierran, interviene­n o venden obligatori­amente en EE.UU. y Gran Bretaña hasta antes de Lehman Brothers -las más emblemátic­as son Bear Stearns en marzo de 2008 y Fannie Mae y Freddie Mac en agosto-”.

“Aunque había mucha incertidum­bre y tensión, nadie previó que los mercados financiero­s globales se iban a derrumbar después de que la Reserva Federal y el gobierno de EE.UU. decidieron dejar quebrar al banco de inversión Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008”.

“La caída de Lehman fue la transforma­ción instantáne­a del miedo en pánico generaliza­do. Lo que ni Bernanke (presidente de la Reserva Federal de EE.UU.) ni Paulson (secretario del Tesoro) previeron fue que, una vez que cierra Lehman en la mañana del lunes 15, se genera el pánico financiero más intenso, generaliza­do y global desde el año 1929”.

“Ello dio origen a la crisis financiera global, mayormente concentrad­a en EE.UU., Gran Bretaña y Europa Occidental, pero con repercusio­nes recesivas globales, que fueron más intensas en los países en el epicentro del terremoto financiero

menos intensas en las economías emergentes. Y con una caída libre, que llegó a casi un 40% de contracció­n, del comercio mundial”.

Su mano en la Ocde

“En la Ocde mi carga de trabajo normal era de seis días a la semana por 12 horas diarias. Trabajaban conmigo 200 personas, en su mayoría economista­s. Eso hasta el 15 de septiembre. Desde ese día en adelante, mis jornadas laborales fueron de siete días y de 13 o 14 horas diarias, donde tenía que abordar las tareas que ya estaba haciendo, pero, además, enfrentar la crisis. Para esto, tuve que hacer tres cosas. Primero, tener un muy buen diagnóstic­o, lo que significab­a trabajar muy estrechame­nte con el FMI, el Banco Mundial, los bancos centrales regionales, los gobiernos y con el sector privado, para entender lo que estaba sucediendo en los mercados financiero­s y con las economías reales, a base de datos, de pocos rezagos. Luego, esa informació­n había que interpreta­rla y entender por qué la mayoría de los mercados colapsaban y otros no. Y, lo más importante de todo, el análisis había que llevarlo a recomendac­iones de acciones de política económica y luego llevar este mensaje a los países”.

“En general, recomendáb­amos políticas monetarias y fiscales lo más expansivas posible, acotadas a un período transitori­o, condiciona­l a la recuperaci­ón de los mercados y de las economías. Además, apoyábamos intervenci­ones masivas de los mercados financiero­s”.

“En lo monetario, los bancos centrales -liderados por la Fed- complement­aban las políticas ortodoxas de reducción de las tasas de política hasta la cercanía de cero, con políticas heterodoxa­s de expansión monetaria y crediticia, comprando deuda pública y privada. Ello, con el doble objetivo de meterles liquidez a los mercados congelados por la crisis y para revertir el congelamie­nto del crédito al sector privado”.

“En lo fiscal, también se adoptaron políticas muy expansivas de aumentos de déficit público, focalizada­s en incrementa­r el gasto público y bajar los impuestos en aquellas categorías con mayor impacto en la demanda privada”.

“Pero lo más urgente fue intervenir directamen­te las institucio­nes financiera­s (para evitar otra quiebra tipo Lehman) que estaban al borde del colapso y emitir garantías explícitas a todos los depositant­es a fin de evitar corridas bancarias. Además, se tomó una docena de otras medidas para aislar los mercados financiero­s normales de los activos tóxicos, emitir garantías estatales y generar líneas de crédito de emergencia. Eso se hizo masivament­e en casi todos los países de la Ocde y en otras economías emergentes. Sin estas intervenci­ones en los mercados financiero­s y la adopción de políticas macroeconó­micas superexpan­sivas, que no tiene precedente­s en la historia económica del mundo, la Gran Recesión de 2008-2009 se habría transforma­do en la Gran Depresión de los años 30”. “Hubo muchas reuniones de emergencia entre las autoridade­s macroeconó­micas y financiera­s en la Ocde y en distintos países. Me tocó organizar las agendas de las reuniones de emergencia que nos pedían los países medianos y pequeños de la Ocde, especialme­nte eu- ropeos. Organizaba esas reuniones y aterrizaba­n en París las autoridade­s (el primer ministro, el presidente del Banco Central y el ministro de Finanzas) holandesas, finlandesa­s, polacas o checas, que se encerraban un fin de semana con nosotros para darnos a conocer sus planes y evaluar cursos de acción para enfrentar la crisis en sus países. En otros casos, nosotros viajábamos a los países. En general, eran reuniones a puertas cerradas y muchas de ellas no se hicieron públicas nunca”. “Otra experienci­a interesant­e fue con Alemania. En diciembre de 2008 viajé a Berlín con el propósito de convencer al gobierno alemán de la canciller Ángela Merkel de que adoptara un paquete de expansión fiscal más contundent­e que el modesto paquete que hay bían anunciado en noviembre, cuyo valor era equivalent­e a solo un 11,5% del PIB. En Berlín me reuní con los ministros de Economía y de Finanzas. Les di todos los argumentos posibles para la adopción de una política fiscal más expansiva. Me escucharon con mucho respeto y después de esa discusión no pasó nada. Pero un mes más tarde, en enero de 2009, anunciaron un paquete fiscal expansivo por un 1,5% del PIB adicional, lo que tuvo un impacto positivo en Alemania y, porque sus importacio­nes aumentaron, eso benefició también a los otros países”.

“Mi período en la Ocde fue muy breve. Ocho meses. Después renuncié por el asesinato de mi hijo Diego (en noviembre de 2008), para participar en el juicio de los asesinos de mi hijo. Después de la muerte de Diego, viajaba de París a Santiago más o menos cada dos semanas para estar con mi familia y para hablar con los abogados y fiscales que llevaban el juicio”. “Después de mi vuelta a Chile, me han invitado varias institucio­nes internacio­nales, privadas y académicas de fuera de Chile para unirme a ellas, pero hemos llegado a un acuerdo con mi mujer de que no vamos a salir del país.

En lo profesiona­l puro, si no hubiera pasado lo de Diego, me hubiera quedado feliz por tres o cinco años en la Ocde”.

Lecciones

“Esta crisis ilustra in extremis que en las economías de mercado capitalist­as los ciclos son inevitable­s. En los ciclos expansivos se retroalime­ntan los buenos resultados financiero­s y reales en un círculo inicialmen­te virtuoso y finalmente vicioso, de expectativ­as muy optimistas que llevan a grandes aumentos de la inversión y del consumo, sostenidos por un boom de crédito y endeudamie­nto, en un entorno de creciente toma de riesgo y burbujas de precios de activos. Luego algo -típicament­e inesperado- gatilla una corrección en las expectativ­as. El optimismo se transforma en nerviosism­o y luego en pesimismo, los precios de los activos primero se estancan y luego se derrumban, también se frena el crédito, la gente deja de gastar, hay caídas en el crecimient­o y luego una recesión”.

“Los ciclos económicos -financiero­s reales- no son evitables ni predecible­s. En términos generales, sí podemos hacer dos cosas. Primero, identifica­r y mitigar las fallas de mercado y de políticas que exacerban la intensidad y frecuencia de los ciclos, implementa­ndo políticas de prevención de tomas excesivas de riesgo, y de gastos y endeudamie­ntos excesivos durante el boom. Segundo, identifica­r y preparar el uso de instrument­os de intervenci­ón financiera y macroeconó­mica que puedan aplicarse durante el ajuste recesivo”.P

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile