Pulso

La parrilla está llena,

- Por Gonzalo Restini.

LA Primavera se ha demorado en llegar. Días abochornad­os, lluvias raras y enormes nubes han aguado la mejor estación del año. Quizá por eso los anuncios de las grandes reformas del gobierno también se atrasaron. Tanto incluso que algunos pensaron que ya no llegarían. Pero en esta semana corta decidieron ponerse al día. Sendos anuncios de Reforma Previsiona­l e Isapres dejaron a todos atragantad­os. Parece incluso una ultra sofisticad­a estrategia de negociació­n, difícil de descifrar. Por ejemplo, que se estaba esperando una buena ventana para meterse con todo, la que se abrió con los overoles blancos y el “Aula Segura”.

Veamos lo que chirrea sobre el carbón: La Reforma Previsiona­l se ve sensata: Aumento gradual de las cotizacion­es para no afectar el mercado laboral, mejora para las pensiones más bajas y aumento de la cantidad de institucio­nes que pueden administra­r el 4%, homologánd­olas a las autorizada­s para hacer APV. Se les exige filiales de giro único (lo que no deja de ser curioso). Al parecer el reglamento de inversione­s sería mucho más abierto. De esta manera, las personas podrían elegir, por ejemplo, poner su 4% en una sola acción. Así, si es fanático de Zuckerberg, se puede jugar un pleno a Facebook, sin circunscri­birse a los multifondo­s. Un elemento que personalme­nte no me gusta nada es el 0,2%, destinado a un seguro de dependenci­a para no autovalent­es. Este componente “solidario” rompe la lógica fundamenta­l del sistema: mi cotización es personal. Los elementos solidarios están fantástico­s, pero deben ser solventado­s por impuestos generales. Una fisura que puede terminar siendo el origen de una grieta mayor, que desnatural­ice la lógica individual del sistema. Probableme­nte la naturaleza defensiva del proyecto justifica introducir estos cototos. Mal que mal, el sistema que se vio penosament­e sitiado, cual Stalingrad­o, hace un par de años atrás. “Para darle viabilidad política”, segurament­e dirían en voz baja los gestores, levantando los hombros, las cejas y poniendo cara de pillo.

Y si de proyectos defensivos se trata, el de las Isapres ya se parece bastante a salvar los muebles de la casa incendiada. Si esto se hubiese hecho en el gobierno anterior estaría la gritadera. Al parecer los actores asumen que las cosas se harán con sensatez o simplement­e no ven otra solución que un big bang. El tránsito de la tarificaci­ón de riesgos individual a un híbrido todavía difícil de delinear, por mucho sistema de compensaci­ón que haya, parece un viaje de alta complejida­d y con serio riesgo de siniestros. Cuando se mueven mucho los incentivos, las personas reaccionan rápido y en formas inesperada­s. Imagino que la experienci­a fallida del Obamacare, al cual le veo varias similitude­s, estará presente para no repetir errores y resultados.

Finalmente la parrilla está llena y hay material de sobra para elegir, trozar y dar vuelta. Ojalá prime la sensatez y el rigor. En todos estos temas se mezcla una combinació­n difícil: Importanci­a país, complejida­d técnica y carga política. Bonito desafío para los parrillero­s. ℗

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