La parrilla está llena,
LA Primavera se ha demorado en llegar. Días abochornados, lluvias raras y enormes nubes han aguado la mejor estación del año. Quizá por eso los anuncios de las grandes reformas del gobierno también se atrasaron. Tanto incluso que algunos pensaron que ya no llegarían. Pero en esta semana corta decidieron ponerse al día. Sendos anuncios de Reforma Previsional e Isapres dejaron a todos atragantados. Parece incluso una ultra sofisticada estrategia de negociación, difícil de descifrar. Por ejemplo, que se estaba esperando una buena ventana para meterse con todo, la que se abrió con los overoles blancos y el “Aula Segura”.
Veamos lo que chirrea sobre el carbón: La Reforma Previsional se ve sensata: Aumento gradual de las cotizaciones para no afectar el mercado laboral, mejora para las pensiones más bajas y aumento de la cantidad de instituciones que pueden administrar el 4%, homologándolas a las autorizadas para hacer APV. Se les exige filiales de giro único (lo que no deja de ser curioso). Al parecer el reglamento de inversiones sería mucho más abierto. De esta manera, las personas podrían elegir, por ejemplo, poner su 4% en una sola acción. Así, si es fanático de Zuckerberg, se puede jugar un pleno a Facebook, sin circunscribirse a los multifondos. Un elemento que personalmente no me gusta nada es el 0,2%, destinado a un seguro de dependencia para no autovalentes. Este componente “solidario” rompe la lógica fundamental del sistema: mi cotización es personal. Los elementos solidarios están fantásticos, pero deben ser solventados por impuestos generales. Una fisura que puede terminar siendo el origen de una grieta mayor, que desnaturalice la lógica individual del sistema. Probablemente la naturaleza defensiva del proyecto justifica introducir estos cototos. Mal que mal, el sistema que se vio penosamente sitiado, cual Stalingrado, hace un par de años atrás. “Para darle viabilidad política”, seguramente dirían en voz baja los gestores, levantando los hombros, las cejas y poniendo cara de pillo.
Y si de proyectos defensivos se trata, el de las Isapres ya se parece bastante a salvar los muebles de la casa incendiada. Si esto se hubiese hecho en el gobierno anterior estaría la gritadera. Al parecer los actores asumen que las cosas se harán con sensatez o simplemente no ven otra solución que un big bang. El tránsito de la tarificación de riesgos individual a un híbrido todavía difícil de delinear, por mucho sistema de compensación que haya, parece un viaje de alta complejidad y con serio riesgo de siniestros. Cuando se mueven mucho los incentivos, las personas reaccionan rápido y en formas inesperadas. Imagino que la experiencia fallida del Obamacare, al cual le veo varias similitudes, estará presente para no repetir errores y resultados.
Finalmente la parrilla está llena y hay material de sobra para elegir, trozar y dar vuelta. Ojalá prime la sensatez y el rigor. En todos estos temas se mezcla una combinación difícil: Importancia país, complejidad técnica y carga política. Bonito desafío para los parrilleros. ℗