Innovación para la prosperidad. El trabajo con el que Paul Romer ganó el Nobel
—No atendió el teléfono cuando sonó en la madrugada, pensó que era una llamada de Londres y que no habría problema en llamar más tarde. Cuando Paul Romer se dispuso a hacerlo, notó que el código no era correspondiente al Reino Unido, sino a Suecia. “Me tomó un tiempo pensar en si se podía tratar del Nobel, porque según mis cálculos, se entregaría la semana siguiente”, comenta a Pulso Domingo.
Pero que resultara ser ganador del Premio Nobel de Economía 2018 no era algo impensable. Después de todo, hace tiempo su nombre figuraba entre los candidatos. Incluso, en una curiosa anécdota, el 2016 la Universidad de Nueva York publicó por equivocación un comunicado felicitándolo por la distinción, que ese año recayó en otros colegas.
Su trabajo, ampliamente citado, confirmó lo que muchos economistas intuían: que las nuevas ideas o el nuevo conocimiento, es decir, la innovación, son inductores de crecimiento económico. Pero Romer fue más allá de comprobar la tesis, planteando que las políticas gubernamentales tienen la capacidad de estimular la innovación, conclusión a la que llegó al obser- var las diferencias entre los países que invierten más en investigación y desarrollo (I+D).
La Academia Sueca
“Romer demuestra cómo el conocimiento puede funcionar como motor del crecimiento económico a largo plazo”, destacó la Academia Sueca cuando anunció que le otorgarían el premio, destacando que su trabajo modeló “cómo las decisiones económicas y las condiciones del mercado determinaban la creación de nuevas tecnologías. Paul Romer resolvió este problema demostrando cómo las fuerzas económicas gobiernan la disposición de las empresas para producir nuevas ideas e innovaciones”.
En ese marco de investigación, en 1990 este economista, formado en la Universidad de Chicago, presentó lo que sentó las bases de lo que se conoce como la teoría del crecimiento endógeno. Se trata de una teoría conceptual y práctica, “que explica cómo las ideas son diferentes a otros bienes y requieren condiciones específicas para prosperar en un mercado”, precisaron desde Estocolmo. “La teoría de Romer ha generado una gran cantidad de nuevas investigaciones sobre las regulaciones y políticas que fomentan nuevas ideas y prosperidad a largo plazo”, agregaron.
Consejos para Chile
En ese marco, Paul Romer también opina sobre cuál debería ser la prioridad en innovación de Chile, que figura entre los pocos países de la OCDE que gasta menos del 1% del PIB en (I+D). “Lo que enfatizaría como una prioridad ahora es la inversión en el capital humano de los chilenos”, indica Romer, detallando que eso significa que “se debe invertir en gente joven que quiere hacer un doctorado en ciencias o ingeniería, pero también implica invertir en las habilidades de los niños, las escuelas o en los adultos en la fuerza laboral, que no volverán a una institución educacional, pero que sí pueden aprender cómo contribuir a una economía moderna”.
A la espera de la ceremonia del 16 de diciembre en Estocolmo, donde finalmente le entregarán la medalla, subraya que “la inversión en las habilidades de los chilenos va a contribuir a incrementar el crecimiento, a que Chile pueda tomar ventaja del I+D producido en todo el mundo y también puede reducir la desigualdad”.