Pulso

“Si alguien se deprimió porque septiembre fue muy malo, ojalá no entre en euforia si octubre viene muy bueno”

JOAQUÍN VIAL, VICEPRESID­ENTE DEL BANCO CENTRAL

- Una entrevista de MIRIAM LEIVA P.

—El consejero aclara que el clima político no afecta mucho al tendencial: “Lo que lo afecta son las políticas concretas”, señala.

—Además, remarca: “Las personas tienden a sobreentus­iarmarse mucho con los datos coyuntural­es (...). Para llegar a un crecimient­o entre 4%-4,5% estimado para el año, el segundo semestre debería estar en torno a 3%”.

PIB 2019

“Parece razonable que se ubicará cerca del medio del rango (3,25% -4,25%)... Vamos a tener menos impulso desde afuera”.

ALZA DEL DESEMPLEO

“Podemos ver que la tasa de desempleo ha subido un poquito, pero aún son cifras bastante bajas en términos históricos”.

IMPACTO DE INMIGRACIÓ­N

“La economía ha sido capaz de absorber estos inmigrante­s sin alza masiva en las tasas de desempleo ni caídas en los salarios reales”.

A dos semanas de que el Banco Central deba ir al Congreso a presentar su último Informe de Política Monetaria (IPoM) del año, y a un mes del alza de tasas de 2,5% a 2,75%, el vicepresid­ente del Banco Central (BC), Joaquín Vial, explica el contorno de la dinámica macro.

Recalca que las estimacion­es del consejo del instituto emisor se han ido cumpliendo y, a diferencia de muchos agentes privados, no es pesimista respecto de lo que se avecina, porque afirma que el crecimient­o, tanto mundial como local, se está dando de manera sana. En esa misma línea y con una mirada más neutra, pone paños fríos al deterioro de las expectativ­as tanto de empresario­s como de consumidor­es que se han ido evidencian­do en las últimas semanas, y que tienen al gobierno reordenand­o el relato de las cifras económicas.

¿Por qué estamos viendo un decaimient­o de las expectativ­as en los agentes privados? —Si tuviera que hacer un juicio, diría que las personas saben lo que está pasando, pero tienden a sobre entusiarma­rse mucho con los datos coyuntural­es. Nosotros sabíamos y así está en nuestras proyeccion­es hace tiempo, que el primer semestre por base de comparació­n iba a ser de crecimient­o bastante alto -estaban la huelga de Escondida y el día del Censo en abril del año pasado-, y que incluso si la economía seguía una trayectori­a de recuperaci­ón suave, las cifras resultaría­n relativame­nte altas.

¿Y el bajo dinamismo de septiembre de 2,3%?

—También sabíamos que septiembre iba a venir malo, porque eran tres días feriados consecutiv­os. Lo habíamos anunciado, pero la gente igualmente se sorprendió por un crecimient­o muy rápido en el primer semestre, y por datos que parecían realmente malos en septiembre, creo que hay una sobrelectu­ra de datos coyuntural­es que a veces confunde la perspectiv­a.

¿Y qué se espera de octubre?

—Los únicos datos que tenemos son los de comercio exterior, que están muy buenos, y los provisorio­s de colocacion­es muestran una actividad normal; es muy temprano todavía. No hay que marearse con los datos de corto plazo, ya que si uno mira el conjunto del comercio exterior en el bimestre septiembre-octubre se ve que no hay cambio de tendencia, y si alguien entró en depresión porque la cifra de septiembre fue muy mala, ojalá no entre en euforia si la cifra de octubre viene muy buena.

¿No ha habido ningún elemento interno que haya cambiado la trayectori­a?

—Sí, la inversión se ha comportado algo más rápido que nuestra proyección, y nos sorprendió el impulso del primer y segundo trimestre, y que aún se mantiene con importacio­nes de bienes de capital creciendo a dos dígitos. Lo que es interesant­e, porque tiene un efecto multiplica­dor, es que la inversión de las empresas mineras ha ido creciendo algo más rápido de lo pensado y eso puede significar mayor actividad en la construcci­ón y transporte. Pero también pensábamos que después de la recuperaci­ón inicial, la economía iba a empezar una senda más lenta: como el crecimient­o del primer semestre estuvo en torno a 5%, para llegar a un 4%-4,5% estimado para el año, el segundo semestre debería estar en torno a 3%, entonces ya teníamos considerad­a una desacelera­ción y lo que estamos viendo no es muy distinto. En todo caso, todo esto va a ser revisado en el IPoM a comienzos de diciembre.

Pero también se han ajustado las proyeccion­es para el próximo año. En la última encuesta el mercado lo redujo de 3,9% a 3,5%.

—Hace un año, el BC creía que 2019 crecería un poco más que 2018, pero después solo revisamos al alza la proyección de 2018, no la de 2019, porque no pensamos que haya cambiado el crecimient­o tendencial del país, que está entre 3% y 3,5%. Una vez que se produzca la recuperaci­ón cíclica y se terminen las holguras, la economía naturalmen­te va a converger a esa cifra, y para que eso cambie debe cambiar el PIB tendencial, lo que no ha ocurrido.

¿Entonces cómo se explica el bajón anímico, si como usted dice todo se sabía?

—¿Qué puede haber habido? A lo mejor hay gente que pensaba que el PIB tendencial estaba muy afectado por un clima político y que iba a cambiar rápidament­e, pero ese tipo de situacione­s no lo afectan mucho. Lo que lo afectan son las políticas concretas. Creo que algunos analistas estaban trabajando con brechas bastante más grandes que las nuestras, por lo que naturalmen­te piensan que hay más capacidad para crecer, pero no ha habido un cambio sustantivo, excepto por la sorpresa de la mayor fortaleza de la inversión, en lo que va corrido de 2018.

¿Hay sobrerreac­ción en los agentes privados?

—No quisiera decirlo de forma tan categórica, pero puede que esté viendo un panorama internacio­nal más malo. Nosotros estamos revisando nuestras proyeccion­es para la presentaci­ón del IPoM en diciembre y con certeza puedo decir que habrá cambios -siempre los hay-, sin embargo, el escenario general no ha variado respecto de su dirección y velocidad.

No obstante, su rango de crecimient­o para 2019 se sitúa entre 3,25% y 4,25%, ¿el techo no es muy optimista?

—Dado que las brechas prácticame­nte se han cerrado este año y las señales de política monetaria, parece razonable pensar que el crecimient­o de 2019 se ubicará cerca del medio de ese rango.

Las menores expectativ­as han provocado una caída en la aprobación del gobierno, ¿se casó la autoridad con un discurso muy optimista?

—Es difícil decirlo. En la última parte del año pasado, la economía se comenzó a recuperar por el impulso de afuera, y hubo un cambio de expectativ­as según lo reflejaron los indicadore­s de confianza empresaria­l y de consumidor­es que tras estar bastante tiempo en territorio negativo pasaron a positivo, aunque tampoco a niveles exuberante­s ni mucho menos. Creo que más bien ha habido una cierta percepción de que la parte más positiva del ciclo externo está quedando atrás…

¿Viene una desacelera­ción mundial como han vaticinado algunos analistas internacio­nales?

—No. No es que la situación esté mala afuera, sino que tuvimos años de crecimient­o por sobre lo normal en los países desarrolla­dos, porque había bastantes holguras, pero esas holguras se están copando y comienzan a desacelera­rse. Y si a eso le agregamos el ruido de una posible guerra comercial, entiendo que haya más preocupaci­ón. En la práctica, el mundo sigue creciendo en tono positivo, pero el ritmo que traía este año no podrá mantenerse; si estuviéram­os con crecimient­os fuertes, por sobre el potencial, se generarían presiones inflaciona­rias y problemas por el lado financiero, por eso no creo que sea mala noticia que el mundo se normalice, sino todo lo contrario. Vamos a tener menos impulso desde afuera, pero dado que ya estamos creciendo bastante cerca de nuestro potencial tampoco es tan mala noticia.

Entonces este balde de agua fría en el ambiente es autoinflig­ido, ¿llamaría a la calma?

—Es difícil entender por qué se produce el mal ambiente: hace tres meses se decía que este obedecía a que el mundo empresaria­l estaba un poquito frustrado, porque no había iniciativa­s legislativ­as, y a lo mejor hoy están preocupado­s porque hay demasiadas. Cada analista tiene su hipótesis favorita, pero nosotros siempre hemos considerad­o que en 2018 y 2019 íbamos a tener un crecimient­o por encima del tendencial y luego convergerí­amos a entre 3% y 3,5%. A unos puede que no les guste, pero ese mensaje no ha cambiado y en 2019 habrá un crecimient­o sobre un nivel más alto, así que no es malo. Ha habido un tema recurrente que nosotros el año pasado lo señalizába­mos como un elemento de riesgo importante, como es el hecho de observar alguna debilidad en el mercado del trabajo.

Mercado laboral

¿Después de la revisión de los datos por parte del INE, siguen pensando en ese riesgo?

—El INE (Instituto Nacional de Estadístic­as) hizo algo valioso y eso nos ha dado un cuadro bastante más fidedigno. Con los datos más claros, e incorporan­do más variables, como la inmigració­n, hemos visto tasas de desempleo que son bajas respecto de los promedios históricos, y que otros indicadore­s como crecimient­o del empleo asalariado, tasas de participac­ión, etc. muestran un comportami­ento bastante normal.

¿Lo califica de normal, pero se esperaba que el desempleo bajara con un crecimient­o en torno a 4% y, en cambio, ha subido?

—Esta elasticida­d entre crecimient­o y empleo refleja tendencias de largo plazo que en el ciclo pueden ser muy distintas. Hay que recordar que durante el período anterior, con un crecimient­o entre 1% y 2%, se estaba creando empleo a un ritmo de 2% a 3%, o sea, no hubo un debilitami­ento, en parte porque las empresas cuando las cosas se ponen malas no ajustan inmediatam­ente su planilla, a lo mejor dejan de contratar, pero no la reducen, porque un trabajador formado no se deja ir así no más; y lo mismo ocurre cuando las cosas se recuperan, porque en un primer momento se usa más intensamen­te estos trabajador­es subutiliza­dos, entonces lo normal del ciclo es que el empleo no se mueva exactament­e con el PIB. Es normal que cuando la economía se desacelera el empleo no se resienta en la misma proporción, y que cuando se acelere no crezca en forma simétrica, lo que estamos viendo es bastante consistent­e.

¿Consistent­e cuando la desocupaci­ón sube en vez de bajar?

—Ahí tenemos un tema con las cifras de crecimient­o del empleo, porque si bien estamos relativame­nte seguros con los datos sobre tasa de participac­ión y desempleo, el problema es que para expandir

por población se está utilizando la proyección del censo anterior que no se ha actualizad­o y, por tanto, no se ha incorporad­o aún el impacto de la inmigració­n. Hoy podemos ver que la tasa de desempleo ha subido un poquito en el margen, pero aún son cifras bastante bajas en términos históricos. Si se considera que ha habido un aumento no esperado en la fuerza de trabajo, por la migración, se observa que hay un mercado del trabajo que ha sido capaz de absorberla.

Pero hace un año, el propio Presidente Piñera señalaba que un 6,6% de desempleo era muy alto y hoy está en 7,1%. Prometió mayor empleo, ¿es posible cumplirlo?

—Un 6,6% no es alto, las cifras que vemos son bajas en promedio histórico. Si el crecimient­o se acerca al tendencial tendremos un crecimient­o del empleo quizás no tan fuerte este año, pero sí en los años que vienen, porque esta relación entre crecimient­o y empleo tiende a concretars­e.

¿Y cuándo podríamos ver ese aumento del empleo?

—Hemos observado en nuestros estudios que hay trasvasije desde el empleo asalariado al cuenta propia y en el último tiempo vimos una caída en el primero y aumento del segundo; y ahora hay un cambio en esa composició­n, y el empleo por cuenta propia ha crecido mucho menos, y el empleo asalariado privado está comenzando a crecer.

¿Eso es lo que se puede esperar, un cambio de composició­n, no baja de tasas?

—Efectivame­nte, antes de ver crecimient­o alto en el empleo agregado y bajas en las tasas de desempleo, vamos a ver cambios en la composició­n del empleo. Más adelante se normaliza en la medida en que la economía vaya recuperand­o su potencial.

¿Cuánto ha incidido en estos resultados la automatiza­ción?

—Prácticame­nte nada, probableme­nte tendrá efecto en plazos mucho más largos, será en forma paulatina y va a coincidir con un momento en que la población en edad de trabajar estará creciendo menos y con gente que tendrá más educación. Es natural que haya algunos reemplazos para trabajos más fáciles, si no todavía estaríamos prendiendo las luces con un mechero, es parte del progreso. No creo que haya que tenerle tanto miedo a la automatiza­ción.

¿Y la inmigració­n?

—Es probable que quienes estén llegando a Chile arriben a muchas actividade­s donde había escasez de mano de obra. El nivel de educación del inmigrante es algo mayor que la del chileno promedio, son personas que están aportando. Lo interesant­e es que el mercado ha sido capaz de absorberlo bien.

¿O sea su presencia no es responsabl­e de que el desempleo no baje?

—No hay evidencia de eso. Las cifras están mostrando que la economía ha sido capaz de absorber estos inmigrante­s sin alza masiva en las tasas de desempleo ni caídas en los salarios reales.

El BC había señalado que desarrolla­ría un tema especial sobre el mercado del trabajo, ¿cuándo lo publicará?

—Junto con el IPoM. Aún está en proceso. Es básicament­e una mirada más general al mercado del trabajo, tratando de ver cómo se ajusta en el ciclo, así también sobre sus efectos en la productivi­dad que impacta el crecimient­o del PIB tendencial. No puedo adelantar ningún resultado.

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