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Acuerdos colaborati­vos: consenso para el desarrollo,

- por Danae Mlynarz

MUCHO se habla hoy en día del aporte que las empresas hacen al desarrollo y sus proyectos a los territorio­s donde se insertan. Este tema tiene una especial relevancia, tomando en cuenta la importante cantidad de conflictos socioambie­ntales pendientes en nuestro país.

En lo concreto, y según el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en Chile existen 116 conflictos, de los cuales 92 (alrededor del 78%) están activos o latentes. Este hecho no solo impacta a aquellos proyectos de inversión que tienen especial relevancia para el crecimient­o de nuestro país, sino que perjudica también a los territorio­s, impidiendo que dicho crecimient­o sea compartido con quienes habitan en las zonas donde se llevarán adelante estos futuros proyectos de inversión.

Hoy los denominado­s acuerdos colaborati­vos de desarrollo territoria­l que están contemplad­os en el proyecto que propone la creación de una Agencia de Diálogo Territoria­l — iniciativa de Alianza Valor Minero y una diversa plataforma de actores del mundo gubernamen­tal, privado, académico y de la sociedad civil— , son una oportunida­d real para todos quienes participan de este proceso.

La iniciativa de Agencia de Diálogo, que fue entregada a la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, y presentada recienteme­nte en la Cámara de Diputados, en el contexto de la tramitació­n del proyecto de ley de reforma al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, establece que en la denominada mesa de diálogo, instan- cia donde participan el titular, el Estado y las comunidade­s, se acordarán entre las partes, iniciativa­s de desarrollo territoria­l prioritari­as; el diseño de un plan de ejecución de las iniciativa­s de corto, mediano y largo plazo; y la definición de indicadore­s de seguimient­o y monitoreo durante toda la existencia del proyecto de inversión.

El objetivo de esta instancia no es lograr beneficios desde una lógica transaccio­nal, situación que solo favorece a quien sabe negociar de mejor forma. Los acuerdos colaborati­vos de desarrollo territoria­l apuntan a una amplia diversidad de ámbitos como, por ejemplo, la distribuci­ón de utilidades; la generación de inversione­s que aportan valor, tanto a los habitantes del territorio como a las empresas; el desarrollo de infraestru­ctura compartida; proyectos de inversión social; e incluso, la transferen­cia de conocimien­to e informació­n sobre el territorio.

Esta es la lógica que debe imperar en el relacionam­iento de los inversioni­stas y las comunidade­s. Hoy son las autoridade­s las llamadas a transforma­r en realidad la propuesta de política pública, una de cuyas fórmulas es través del mejoramien­to del proyecto de ley que reforma el SEIA, iniciativa tramitada en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados.

Solo así la lógica de la transacció­n será superada por los bienes públicos y el desarrollo territoria­l para el mejoramien­to de la calidad de vida de las personas que habitan los territorio­s.

Gerenta del Proyecto Institucio­nalidad de Diálogo Territoria­l Alianza Valor Minero

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