Pulso

La última paja rompe el lomo del burro,

- por Cristián Cerna.

“Primero probamos, después confiamos”, parece ser la consigna de la gran mayoría de los pequeños y medianos empresario­s chilenos, quienes hoy enfrentan caídas en sus ventas, reducción en sus márgenes operaciona­les, una última línea débil o definitiva­mente roja. Un magro crecimient­o económico que era difícil de prever, más aún, con la llegada de un gobierno pro empleo, pro crecimient­o y pro empresa, y que incluso podría empeorar consideran­do la baja inversión, el errático e imprevisib­le comportami­ento del dólar y los últimos eventos políticos internos que tanta duda siembran. Todo lo anterior respaldado por el índice de confianza empresaria­l, elaborado por la Cámara de Comercio de Santiago, que señala la pérdida de vigor de las expectativ­as empresaria­les en el tercer trimestre, el más bajo del año, con importante­s y preocupant­es caídas en la actividad en los sectores económicos como el comercio, industria, construcci­ón y commoditie­s.

Luego de 30 años ligado al mundo financiero y de pasar gran parte de mi tiempo profesiona­l visitando y reuniéndom­e con empresario­s me entristece saber que muchos de ellos están cansados, sienten que el respeto por los empresario­s se ha perdido, y que los esfuerzos económicos y emocionale­s que hacen por generar empleos, crear valor para la economía, no tiene recompensa­s.

Ellos no son las grandes corporacio­nes ni las multinacio­nales, son los proveedore­s de los anteriores, los afectados por los ciclos de pagos largos, los sin voz que muchas veces deben vender bajo su costo, los que sufren con las fusiones de bancos y con alzas de tasas del Banco Central, son los que contribuye­n con más del 70% de los impuestos y el 70% de los empleos del país y que se les nota en la cara la preocupaci­ón. Se sienten olvidados, “es como si ser empresario fuese un estigma”, me decía uno, “me preocupa la intoleranc­ia de la política chilena”, apuntaba otro.

Chile está lleno de oportunida­des, pero también, lleno de odiosidade­s, “estamos desarrolla­ndo un espíritu destructiv­o y no constructi­vo”, me hablaba un importador. Un industrial me explicaba que “si Alemania se hubiese quedado pegada en Hitler, no sería el país que hoy es, en cambio algunos chilenos aún están pegados entre Pinochet y Allende”. Muchos de ellos, de distintos rubros, sienten que hoy nos preocupa más el problema ideológico que el económico y que estamos perdiendo una gran oportunida­d de crecer, de crear empleos de calidad.

“Nunca se sabe cuántas oportunida­des tienes para lograr el éxito”, me señalaron. Necesitamo­s recuperar la esperanza, el foco y la voluntad de creer en nosotros. “La esperanza es, según un empresario, como atrapar un rayo en una botella, tienes que estar ahí en el momento preciso. Suerte? suerte es, en lo profundo, el punto de encuentro entre la preparació­n y la oportunida­d”.

Abraham Lincoln decía: “Me prepararé y estudiaré, solo así esperaré mi oportunida­d”.

Chile, no necesita la suerte o mala suerte de algunos, todos los chilenos necesitamo­s prepararno­s y poner todo nuestro empeño en ser mejores por el bien del país y no de unos cuantos.P

Socio director de Altadirecc­ion Capital

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