La última paja rompe el lomo del burro,
“Primero probamos, después confiamos”, parece ser la consigna de la gran mayoría de los pequeños y medianos empresarios chilenos, quienes hoy enfrentan caídas en sus ventas, reducción en sus márgenes operacionales, una última línea débil o definitivamente roja. Un magro crecimiento económico que era difícil de prever, más aún, con la llegada de un gobierno pro empleo, pro crecimiento y pro empresa, y que incluso podría empeorar considerando la baja inversión, el errático e imprevisible comportamiento del dólar y los últimos eventos políticos internos que tanta duda siembran. Todo lo anterior respaldado por el índice de confianza empresarial, elaborado por la Cámara de Comercio de Santiago, que señala la pérdida de vigor de las expectativas empresariales en el tercer trimestre, el más bajo del año, con importantes y preocupantes caídas en la actividad en los sectores económicos como el comercio, industria, construcción y commodities.
Luego de 30 años ligado al mundo financiero y de pasar gran parte de mi tiempo profesional visitando y reuniéndome con empresarios me entristece saber que muchos de ellos están cansados, sienten que el respeto por los empresarios se ha perdido, y que los esfuerzos económicos y emocionales que hacen por generar empleos, crear valor para la economía, no tiene recompensas.
Ellos no son las grandes corporaciones ni las multinacionales, son los proveedores de los anteriores, los afectados por los ciclos de pagos largos, los sin voz que muchas veces deben vender bajo su costo, los que sufren con las fusiones de bancos y con alzas de tasas del Banco Central, son los que contribuyen con más del 70% de los impuestos y el 70% de los empleos del país y que se les nota en la cara la preocupación. Se sienten olvidados, “es como si ser empresario fuese un estigma”, me decía uno, “me preocupa la intolerancia de la política chilena”, apuntaba otro.
Chile está lleno de oportunidades, pero también, lleno de odiosidades, “estamos desarrollando un espíritu destructivo y no constructivo”, me hablaba un importador. Un industrial me explicaba que “si Alemania se hubiese quedado pegada en Hitler, no sería el país que hoy es, en cambio algunos chilenos aún están pegados entre Pinochet y Allende”. Muchos de ellos, de distintos rubros, sienten que hoy nos preocupa más el problema ideológico que el económico y que estamos perdiendo una gran oportunidad de crecer, de crear empleos de calidad.
“Nunca se sabe cuántas oportunidades tienes para lograr el éxito”, me señalaron. Necesitamos recuperar la esperanza, el foco y la voluntad de creer en nosotros. “La esperanza es, según un empresario, como atrapar un rayo en una botella, tienes que estar ahí en el momento preciso. Suerte? suerte es, en lo profundo, el punto de encuentro entre la preparación y la oportunidad”.
Abraham Lincoln decía: “Me prepararé y estudiaré, solo así esperaré mi oportunidad”.
Chile, no necesita la suerte o mala suerte de algunos, todos los chilenos necesitamos prepararnos y poner todo nuestro empeño en ser mejores por el bien del país y no de unos cuantos.P
Socio director de Altadireccion Capital