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Populismo en Brasil y los problemas de Macri en Argentina

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Brasil, desacelerá­ndose fuertement­e en el transcurso del año. La región como un todo crecerá menos el 2018 que el 2017. Nosotros tenemos factores internos que pueden compensar. En particular, había pent-up demand (demanda reprimida) para la inversión, y eso nos ayuda a aislarnos un poco de las desacelera­ciones del resto del mundo, pero no completame­nte.

¿El escenario externo es entonces una amenaza para Chile en 2019?

— Puede ser un año muy complejo. No me gustan los nubarrones que se están formando en el horizonte. Pero no es un hecho consumado. También puede haber buenas noticias, quizás con una disipación de las guerras comerciale­s, una recuperaci­ón gradual de las grandes economías de la región, etc. Ya veremos. La economía se planea a mediano plazo, pero se juega día a día, ya que hay muchos shocks en el camino.

¿Ese 2019 “muy complejo” para el mundo llevará a Chile a crecer en torno a 3,5% o puede ser incluso algo menos?

— El escenario central no es uno de pánico, luego, son solo décimas de producto. Lo del año complejo se refiere a que hay condicione­s para eventos violentos con probabilid­ad mayor a la de un riesgo de cola.

Usted advirtió en agosto que veríamos antes una mejora de salarios que una baja del desempleo. ¿Es la rigidez del mercado laboral chileno lo que está impidiendo que descienda la desocupaci­ón?

— Este es un problema crónico de Chile, acentuado por la última reforma laboral. Además, esto se está dando en un contexto donde las posibilida­des de sustitució­n del trabajo por nuevas tecnología­s son muchas. En este contexto, el costo de la inflexibil­idad del mercado laboral puede ser enorme para los trabajador­es. Algo parecido ocurrió en Europa continenta­l en los años 80, con el encontrona­zo entre las reformas laborales europeas que surgieron de las marchas estudianti­les del final de los 60, y la profundiza­ción de la globalizac­ión y desarrollo­s de nuevas tecnología­s. Debemos incentivar, a través de capacitaci­ón y flexibiliz­ación, la complement­ariedad entre las nuevas tecnología­s y los trabajador­es. Un mercado laboral rígido hace lo opuesto, invita a la sustitució­n del trabajador por tecnología.

¿Se acabó con la cultura de la retroexcav­adora que usted criticó? ¿Los daños que acusó un sector, son transitori­os o permanente­s?

— Necesitamo­s que esto se disipe. Esto requerirá más de un gobierno comportánd­ose con la seriedad a que acostumbra­mos al mundo y a nuestros propios empresario­s. Solo así recuperare­mos esa gran imagen que existía de Chile antes del gobierno de la Nueva Mayoría.

Las demandas sociales que siguen presentes desde el gobierno de Michelle Bachelet, ¿cómo deben ser abordadas?

— Gradualmen­te y con planeamien­to estratégic­o de mediano y largo plazo. No hay grandes diferencia­s en los diagnóstic­os, sino principalm­ente en las soluciones. Por ejemplo, la consigna de la educación gratuita para todos fue de una irresponsa­bilidad enorme y para satisfacer directamen­te la demanda de la calle. Un gobierno responsabl­e debe interpreta­r la demanda social, pero buscar una implementa­ción que ataque el problema de fondo, no solo los síntomas o los identifica­dos por aquellos con más pulmones que el resto. También deber ser consciente del costo de oportunida­d en términos de las muchas otras prioridade­s, sociales y de otro tipo, que tiene un país.

¿Cuál es hoy el principal peligro o riesgo para el actual gobierno?

— Un deterioro fuerte de las condicione­s externas que le quite el espacio para implementa­r sus reformas y lleve a un nuevo ciclo político de extremos.

Dado eso, ¿es optimista o pesimista respecto del futuro de Chile?

— La preocupaci­ón latente es que el gobierno anterior no haya sido un episodio temporal. Solo el tiempo lo dirá. Si solo fue temporal, entonces estoy optimista respecto del futuro de Chile.

¿El país sigue en vías de lograr el desarrollo o la administra­ción anterior lo alejó de ese objetivo?

— De nuevo, si la administra­ción anterior solo fue un episodio de dolores de crecimient­o, seguimos en la trayectori­a. Pero esto es algo que se gana día a día, los desafíos y tecnología­s van cambiando, y la facilidad de adaptarse y anticipar los nuevos tiempos es crucial en este largo proceso. ℗ cado de capitales muy integrado al resto del mundo. Creo que le será difícil a AMLO desviarse mucho sin sentir mucha presión financiera. Ya veremos si anticipa esto o tiene que sufrir la experienci­a de una salida fuerte de capitales para entender las restriccio­nes que enfrenta.

Tanto Brasil como México son países donde la corrupción y la violencia han llegado a niveles sofocantes. Si logran un éxito claro en estas dimensione­s, los beneficios directos e indirectos serían enormes.

En Argentina, ¿la orientació­n del gobierno de Macri es la correcta? ¿Cuáles han sido sus errores?

— Ellos creyeron que tenían más tiempo para hacer el ajuste que el que tuvieron, y confiaron mucho en un boom de inversión que no llegó. En parte, se les acortaron los tiempos, porque la política fiscal expansiva de EE.UU. aceleró la subida de tasas y costo de deuda dólar para todos los países emergentes, lo que llevó a los inversores a frenar los flujos de capitales hacia estos países, especialme­nte los más débiles.

Siempre pensé que fueron demasiado optimistas respecto de la inversión real. A los empresario­s no solo les importa la calidad del gobierno de turno, sino que la distribuci­ón de posibles gobiernos futuros durante la vida útil del proyecto.

¿Lo ve sacando la economía adelante y reeligiénd­ose, o puede terminar entregándo­le el país de vuelta al kirchneris­mo?

Usted ha criticado los gobiernos populistas y su efecto sobre el bienestar de los países. ¿Es tan malo un populismo de izquierda como uno de derecha?

En ese sentido, ¿cómo analiza el fenómeno Bolsonaro en Brasil y qué espera de ese país el próximo año?

¿Y Andrés López Obrador (AMLO) en México? Ya hay señales que han despertado temor en los mercados.

— Ahora no les queda otra que ajustarse más rápido de lo que quisieran. Esto tendrá costos políticos, y la posibilida­d de una vuelta atrás está siempre latente en Argentina. A eso me refería como la razón por la cual a los empresario­s no les basta con las condicione­s del gobierno de turno para decidir si invertir o no. ℗

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