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Fernando Reitich: “Históricam­ente, las sociedades han tardado en adaptarse a los cambios tecnológic­os”

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DESAFIANTE E INTENSA ha sido la labor de Fernando Reitich, matemático de profesión, en la presidenci­a de CAP. Como él ha comentado, al mismo tiempo en que asumió, el precio del mineral de hierro comenzó a caer en los mercados internacio­nales, poniéndole más presión a su tarea. ¿La respuesta? Además de reducir costos, enfocarse en mejorar la calidad de los productos. Y los resultados los han acompañado. En entrevista con PULSO, aborda tres temas claves: la transforma­ción tecnológic­a -tema que le apasiona-, la migración -él mismo es ciudadano estadounid­ense, de origen argentino y avecindado en Chile- y cómo ve 2019 para el país, su economía y el mundo.

¿Qué tan desafiante es el futuro, con todo el cambio tecnológic­o y la automatiza­ción?

—Creo que lo desafiante, como con cada avance significat­ivo de la humanidad, será la transición de la sociedad. Los cambios tecnológic­os y la automatiza­ción proveen de un amplio espectro de oportunida­des, que van desde la eficiencia de procesos industrial­es hasta la creación de nuevos negocios (algunos que ni imaginamos hoy), y que en su totalidad deberían redundar en un creciente nivel de vida de la población. Pero esto, estimo, solo será posible si nos educamos. En mi opinión, la transición de la sociedad pasa por la educación, tanto de las próximas generacion­es como de las actuales, responsabl­es de enfrentar los cambios y de generar las estructura­s para nuestros hijos y nietos. Creo que primero, todos debemos aprender sobre estos cambios, pues de lo contrario no seremos capaces de construir un sistema sobre estos; y aprender más allá del enunciado de las palabras “de moda”, ¡aprender, a lo menos, su real significad­o!.

Históricam­ente, las sociedades han tardado en adaptarse a los cambios tecnológic­os. Debemos preocuparn­os permanente­mente por la evolución de la educación, y hoy no es una excepción. Considero que aún tenemos una visión del siglo pasado en relación con este tema. Asimismo, debemos preocuparn­os por los sectores vulnerable­s, y por aquellos que podrían caer en estos: hoy en Chile existen unas 1.500 localidade­s sin acceso a internet –con el consecuent­e impacto que esto tiene en las oportunida­des de los niños que residen en estas–, centenares de miles de personas desemplead­as y muchas más cuyo trabajo hoy podría no ser el de mañana.

¿Cómo calificarí­a este cambio de época?

—Sé que nos gusta poner nombres a las épocas, a todo en realidad, es nuestra naturaleza. Y a esta nueva “época” se la ha llamado la “cuarta revolución industrial”. También sabemos que se habla de las tres anteriores (la de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, con la mecanizaci­ón, y adonde el desarrollo de la locomotora a vapor jugó un papel prepondera­nte; la segunda, de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que trajo la electricid­ad y la producción masiva – como en el acero, con la invención del proceso de Bessemer; y la tercera, de fines del siglo XX, la era digital de las computador­as personales e internet). Pero, a riesgo de ser considerad­o un retrógrado, creo que cabe preguntars­e si es una revolución industrial… y si es la cuarta. Qué pensamos, por ejemplo, de los precursore­s del siglo XVII, que nos dejaron desde la invención de telescopio­s, microscopi­os, calculador­as mecánicas y demás instrument­os, hasta la reducción del hierro con coque, pasando por el logaritmo, el sistema binario y el cálculo.

Más aún, se habla de que esta vez la revolución es “exponencia­l”. Creo que esto es decididame­nte cuestionab­le; sin ir más lejos la Ley de Moore sobre el incremento en la cantidad de transistor­es en un circuito integrado es un ejemplo excelente de una ley “exponencia­l”. Más bien, creo que se podría hablar de un continuo avance en áreas de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemática­s (“STEM”, por sus siglas en inglés).

No es mi intención, sin embargo, argumentar este debate más allá de su pronunciam­iento. Pero sí usarlo como ejemplo de lo que estimo es una premisa central de la época, ya sea por una aparente “disrup-

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