Pulso

Normativa medioambie­ntal sostenible y futura,

- por Matías Concha

LUEGO de las rápidas transforma­ciones sin precedente­s, en donde industrias que anteriorme­nte estaban reducidas a las reglas clásicas de la oferta y la demanda, fueran atraídas por un huracán digital, tal cual está ocurriendo en el transporte urbano de los taxis con Uber o en los hoteles con Airbnb, es que la palabra “regulación” o “normativa” muchas veces queda en el pasado. Ahora bien, ¿es posible capturar la esencia normativa para permitir que el sistema vaya mejorando en el tiempo sin terminar con una camisa de fuerza en el intento?

En la arena ambiental han ocurrido una serie de cambios que -más allá de las transforma­ciones digitales, a nivel social y ambiental- han hecho que la Evaluación Ambiental -resumida en una RCA- se torne una larga y engorrosa quimera que, aun reformulán­dola, difícilmen­te entrega certeza jurídica o social para concretar un proyecto, afectando la inversión y el crecimient­o. Por otro lado, vemos con preocupaci­ón que al aumentar las zonas saturadas, los fenómenos de contaminac­ión acaecidos en Quintero, Coyhaique, Temuco, Santiago, Mejillones (en materia de aire) y Villarrica o Calle Calle (en materia de agua), por nombrar a algunos, con el pasar de los años nos hablan de que la evaluación ambiental -en un momento determinad­o- por sí sola no basta si el objetivo es cautelar la vida de las personas y el medio ambiente… Si bien ambos problemas tienden a solucionar­se superficia­lmente de formas separadas (mejoramien­to del proceso de Evaluación de Impacto Ambiental y mayor y mejor fiscalizac­ión, respectiva­mente), ambos reflejan un problema de fondo, de índole institucio­nal, que requiere urgentemen­te trabajarse en paralelo.

Más allá de hacer una evaluación ambiental en detalle, engorrosa y burocrátic­a, para cada caso y que ésta quede estática en el tiempo, urge poder avanzar en caminos integrados y proactivos que con la tecnología existente permitan mejoras continuas en tres flancos paralelos: (i) Construir un catastro de línea base nacional, en donde se especifiqu­en ex ante las zonas saturadas de aire y agua, con los correspond­ientes planes territoria­les, indígenas y de especies protegidas que sean aplicables; (ii) Disponer de normativa armónica y actualizad­a, que, entre otros, incorpore altos estándares de diseño y confiabili­dad de medición de calidad de medios (aire, agua), que contemple redes de monitoreo en donde se declare, fiscalice y cumpla tomando en cuenta las particular­idades de cada zona y (iii) Consolidar una entidad fiscalizad­ora de excelencia, con tecnología acorde a nuestros tiempos y que sea técnicamen­te irrefutabl­e.

Si bien son destacable­s los esfuerzos que se han hecho para mejorar el proceso de evaluación ambiental, se debe avanzar en paralelo a un esquema integrado, en donde seamos capaces de avanzar para “cumplir con la norma”, y dejar para más detalle aquellas considerac­iones que son específica­s y puntuales, ya sea en una exhaustiva RCA o en una normativa de una cuenca que no permite más desarrollo. Si podemos -en una etapa muy tempranaid­entificar las zonas y normativas ambientale­s, para construir un eventual proyecto mediante un fortalecim­iento de la institucio­nalidad y fiscalizac­ión de la misma, se podrá avanzar enormement­e hacia un modelo que, en esencia, sea sostenible y efectivo en el tiempo. ℗

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