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Ignacio Gepp y la reintegrac­ión de la RT: “No es obvio que sea el único camino correcto”

- PAULA GALLARDO

—Esta jornada se retomará el debate de la reforma tributaria en la Comisión de Hacienda del Senado, en un contexto complejo luego que el viernes senadores de Chile Vamos propusiera­n al gobierno abrirse a “negociar” la reintegrac­ión, pese al rechazo del gobierno. El director de Puente Sur Tax, Ignacio Gepp, analiza las alternativ­as posibles y evalúa desde el pragmatism­o, las posibilida­des de acuerdo político.

¿Cómo evalúa las alternativ­as que se han planteado? Se propone, por ejemplo, bajar el impuesto corporativ­o a 25%.

—Bajar el impuesto corporapue­sto tivo manteniend­o el sistema semiintegr­ado no permite compensar la carga actual. Si tuviéramos, por ejemplo, un impuesto de primera categoría de 23% con el actual sistema, al distribuir un dividendo el accionista sujeto a un 35% de impuesto final igual tendría que pagar 8,05 puntos más en lugar de 9,45% como hoy. En ese escenario, terminaría­mos con una carga final de 43,05% en lugar de 44,45%. Es decir, no es una mejora sustantiva.

¿Y si se consideran medidas para fomentar la inversión?

—Si uno piensa en incentivos a mantener la plata invertida en una empresa, la fórmula más obvia es que exista una gran diferencia entre el imde primera categoría y los impuestos finales, ya sea global complement­ario o adicional. También es importante premiar las inversione­s de largo plazo, donde ha habido un esfuerzo por levantar un negocio, con menores impuestos a las ganancias de capital. Pero por sobre todo es necesario estabilida­d jurídica, que es justamente lo que no hemos visto estas semanas con, por ejemplo, esta disputa entre la Corte Suprema y el Tribunal Constituci­onal.

También se ha planteado reintegrar, pero subir el global complement­ario. ¿Es una opción?

—Reintegrar al 100% y tener un impuesto global complement­ario más alto, por ejemplo, de 40%, es volver a lo que teníamos antes del 2014. Funciona como una fórmula para llegar a un punto intermedio entre una carga de 35% y una de 44,45%. La pregunta honesta que creo debería hacerse es si queremos un sistema donde las rentas del trabajo (salarios) y las rentas del capital (ganancias) tributen igual. Ese es el espíritu del sistema integrado. Por el contrario, el sistema desintegra­do apunta justamente a que los sueldos y los dividendos no tributen igual.

Entonces, ¿la reintegrac­ión no es imprescind­ible?

—Los sistemas son herramient­as que apoyan la política tributaria de un país, no vacas sagradas. La reintegrac­ión es un corazón que merece ser aprobado, pero sin votos es como un corazón sin sangre. Si se cambia se desnatural­iza el proyecto y de eso no hay duda, pero no es obvio que la reintegrac­ión sea el único camino correcto para Chile. Ahora bien, es claro que mantener un sistema complejo como el actual no es en ningún caso una buena fórmula.

¿Por qué?

—Porque la reforma del 2014, no logró que los ricos pagaran más que los pobres. Lo que logró de una forma tramposa es que los dividendos tributaran más que los salarios. Y digo tramposa porque lo hace de una forma tal que hoy los inversioni­stas en Chile pagan más impuestos que los inversioni­stas extranjero­s.

¿Seguirá el tema tributario abierto en la próxima administra­ción?

—Ni esta reforma ni la pasada cierran el debate, porque no se logran con altos consensos en una discusión que debería ser técnica.

¿Alcanzará la reforma a aprobarse en los plazos?

—La aprobación de la reforma no solo es deseable sino que también posible. Los plazos son, sin embargo, parte del espectácul­o mediático: no sabemos todavía cuánto más podrá alargarse la función.P

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