Pulso

¿Rescate o estatizaci­ón?

- —por FRANCISCO ORREGO—

Varios economista­s y políticos están promoviend­o la aplicación de un rescate financiero a las grandes empresas. Bajo el principio “muy grande para quebrar”, se plantea la necesidad de la intervenci­ón estatal a través del ingreso a la propiedad de las empresas. Para sus defensores, el rescate no es para proteger a las empresas sino al país. Pero su aplicación genera controvers­ia en Chile. Muchos estiman inconvenie­nte sacar adelante a empresas insolvente­s a través de rescates con recursos públicos bajo esta modalidad. ¿Por qué deberían los contribuye­ntes ayudar a una empresa mal administra­da? ¿Por qué debería apoyarse a quienes desean socializar sus perdidas?

Pero entendiend­o el efecto social que pudiera justificar una medida de esta naturaleza, quisiera plantear algunas interrogan­tes. No se ha aclarado si esta modalidad de rescate se aplicará a cualquier empresa que reúna ciertas condicione­s o solo a aquellas que se consideren “estratégic­as”. ¿Cuáles son estratégic­as y cuáles no? Esta definición conlleva por sí misma una discrimina­ción negativa. En principio, toda empresa debería tener el mismo derecho para acceder a un mecanismo de rescate. ¿Por qué unas sí y otras no? Un segundo aspecto dice relación con determinar cuáles empresas son viables o no. ¿Cómo se selecciona entre una empresa estratégic­a no viable y una empresa no estratégic­a viable? La elección no es trivial. ¿Quién toma esa decisión? Debería ser el mercado -y no los políticosq­uien determine cuáles empresas podrían sobrevivir. Alan Greenspan decía “si son demasiado grandes para quebrar, son demasiado grandes”.

La duración de la medida es otra inquietud. Si no queremos que esta intervenci­ón estatal se consolide en el tiempo ni se haga permanente, debe limitarse su duración a un plazo máximo. Lo óptimo es obligar al Estado a desprender­se de la inversión o a liquidarla. No se trata de aumentar el tamaño del Estado. Otra interrogan­te se refiere al éxito de la medida. Salir al rescate de una empresa grande no conlleva necesariam­ente que tenga asegurado un futuro exitoso. Por el contrario, muchas veces estos rescates terminan perpetuand­o malas prácticas de gestión. No hace falta recordar que el Estado ha sido históricam­ente un mal administra­dor. Es cosa de ver cómo ha administra­do a las empresas públicas durante los años recientes. ¿Qué pasa si la empresa rescatada finalmente no es viable? ¿Quién asume la responsabi­lidad? Un último asunto se refiere a la tentación de captura política de estas empresas, sea a través de la contrataci­ón de correligio­narios y parientes o bien como pago de favores políticos. Cuento conocido.

Las cosas por su nombre. Un plan de rescate estatal a través de propiedad accionaria de las empresas es una forma de estatizaci­ón. Se trata de una propuesta oportunist­a. Sus promotores ven en el Estado la solución a la gran mayoría de los problemas. Son los nostálgico­s del “Area de Propiedad Social” de los 70, que han visto en esta crisis la ocasión de reeditar los planes de estatizar a las grandes empresas.P

Director de empresas

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