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Financiami­ento a largo plazo: una solución público-privada

—Arturo Cifuentes Investigad­or asociado Clapes UC

- —por ARTURO CIFUENTES— Investigad­or asociado Clapes UC https://clapesuc.cl/investigac­iones /doc-trabajo-n73-financiami­entode-largo-plazo-en-tiempos-decrisis-una-solucion-publicopri­vada-usando-tecnicas-desecuriti­zacion/

La crisis económica a raíz del Covid-19 será larga (varios meses), cruel (causará sufrimient­o y dolor) y dura (sobrevivir­la requerirá fortaleza anímica). Es probable que muchas empresas que logren sortear el problema actual (liquidez), enfrenten dificultad­es relacionad­as con solvencia en un futuro próximo. Esto requerirá que tengan acceso a financiami­ento de largo plazo.

Esta situación presenta desafíos para el sector privado y el Fisco. Para el sector privado, pues los plazos requeridos serán, en general, más largos que los que prefiere la banca, y el perfil de riesgo de algunas de estas empresas puede ser percibido como muy riesgoso. Y para el Fisco -que necesariam­ente se ha transforma­do en el prestador (o garante) de última instancia- asumir totalmente este esfuerzo podría constituir una carga excesiva.

El esquema de financiami­ento que se propone-que se basa en técnicas de ingeniería financiera permite superar los dos problemas antes descritos. Y, además, ofrece una ventaja adicional: lo hace creando bonos con vencimient­os largos, lo cual es atractivo para los fondos de pensiones y las compañías de seguros.

A manera de ejemplo, considerem­os la siguiente situación: un grupo diversific­ado de empresas necesita financiami­ento por $100.

El mecanismo es el siguiente: [1] se crea un fideicomis­o (inspirado en el trust del derecho consuetudi­nario);

[2] el fideicomis­o recibe un aporte de capital por $20 del Fisco; el fideicomis­o emite un bono senior largo (con un vencimient­o a 20 años, por ejemplo) por $80;

[4] con los $100 recolectad­os, el fideicomis­o procede a prestarle a las empresas necesitada­s; [5] los préstamos así otorgados (una cartera bien diversific­ada) pasan a ser los activos del fideicomis­o.

El Fisco, por los $ 20 aportados, tendría un rol de inversioni­sta (bono) subordinad­o y recibiría los flujos restantes una vez cubierto el pago al bono senior.

Es decir, los flujos generados por la cartera de préstamos se reparten en forma secuencial: primero al bono senior, y después al subordinad­o. Si alguna de las empresas beneficiad­a por estos préstamos cayera en default, el bono senior está debidament­e protegido -el impacto lo sufriría el bono subordinad­o.

El esquema descrito aquí en forma sucinta está presentado con más detalle en una reciente publicació­n de Clapes UC, y su factibilid­ad avalada por los cálculos correspond­ientes [*]. Este mecanismo admite muchas variacione­s. Por de pronto, la proporción 80/20 del ejemplo puede ser adaptada según sea el perfil crediticio de la cartera de préstamos, para asegurarle al bono senior un rating de categoría de inversión. Esta estructura de financiami­ento se conoce como CLO (collateral­ized debt obligation) y existe una experienci­a internacio­nal amplia y positiva al respecto.

Una de las ventajas de esta estructura, desde el punto de vista de los compradore­s del bono senior, es que están expuestos a una cartera diversific­ada, y no a un solo deudor. Y el Fisco, en vez de haber tenido que hacer un aporte por $100, ahora solo debe desembolsa­r $20. Existe, por supuesto, la posibilida­d que en la posición subordinad­a puedan participar inversioni­stas privados de activos alternativ­os (esto ocurre con frecuencia en el mercado internacio­nal).

Nótese que el CLO (o el fideicomis­o, para ser más preciso) es una entidad autónoma, independie­nte del Estado, y que sus gastos de operación se financian con los flujos generados por la cartera de préstamos. Su administra­ción debe estar gestionada por un grupo experto en la selección y manejo de créditos. Esto reduce los potenciale­s problemas de corrupción asociados a las firmas estatales. Y como su vida es finita -se termina con la amortizaci­ón del último préstamo-, da tranquilid­ad a aquellos que temen que el Estado, a raíz de la crisis, pudiera terminar jugando un papel demasiado dominante en la economía del país.

Evidenteme­nte, se podrían estructura­r no uno sino varios CLO, administra­dos por distintos gestores, con el propósito de ofrecer más diversidad y crear competenci­a. Y hay que pensar no solo en inversioni­stas locales. El mercado global ha sido altamente receptivo a este tipo de vehículos de inversión.

En resumen, la solución propuesta, en términos conceptual­es y operativos, funciona. Los inversioni­stas existen, de hecho, el mercado global de CLO ya supera los US$ 600 mil millones. Y la tecnología para estructura­rlos está probada y avalada por una experienci­a internacio­nal de más de 30 años. Implementa­r esta solución requerirá hacer algunos cambios a nuestro sistema regulatori­o, pero consideran­do la magnitud y urgencia del problema, esto no debería ser problemáti­co. Solo requiere buena voluntad y un poco de imaginació­n.P

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