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Dante Contreras alerta por conflictiv­idad social: “Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”

ENTREVISTA CON SUBDIRECTO­R DEL COES

- Una entrevista de SEBASTIÁN MINAY

Si hay algo en lo que el economista Dante Contreras se ha especializ­ado, es en pobreza y distribuci­ón del ingreso. De ahí que el profesor de la Universida­d de Chile y subdirecto­r del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) prende una luz de alerta respecto de la situación “compleja”, “difícil” que se ve venir post cuarentena­s por la crisis sanitaria del coronaviru­s.

Contreras habla de que emergerá una pobreza que no conocíamos hasta ahora, pues desde la última megacrisis económica de inicios de los 80, los chilenos han cambiado mucho. Hay más bienes, más recursos y mayor bienestar. Pero las perspectiv­as -asegura- muestran que el mercado del trabajo “ya no va a ser el mismo” y por tanto cundirá la informalid­ad. Y sí se repetirá la “misma frustració­n” que se vio hace 40 años.

“Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”, asegura el economista, quien advierte que aún siguen subyacente­s las demandas tras la crisis política y social de octubre.

Partamos por lo inmediato, con las protestas que vimos en la comuna de El Bosque. ¿Qué señales dejan de lo que cabe esperar para más adelante?

—La señal que arroja es que la crisis social que vivimos en octubre, más la que estamos viendo ahora con la pandemia, están golpeando muy fuertement­e la economía. Por lo tanto, hay mucha gente que vivía en pobreza que su situación ha empeorado, pero también hay gente que no estaba viviendo en pobreza y que está viendo afectado su nivel de vida. Probableme­nte este reclamo de vecinos que viven en esa comuna se va a extender a una población más generaliza­da, en el sentido de que el país se está haciendo más pobre. ¿Habrá más pobres y niveles de pobreza distintos?

—Cuando uno habla de pobreza y bienestar en general, uno separa básicament­e en tres grupos. Uno es la extrema pobreza, otro es la pobreza, y otro la gente que vive fuera de la pobreza, pero en condición de vulnerabil­idad. A mi juicio, producto de la crisis que estamos viviendo, habrá un incremento en estas tres dimensione­s. Esto va a requerir una política económica quizás distinta a la que hemos hecho tradiciona­lmente, porque la magnitud del problema va a ser mucho mayor y su complejida­d también.

¿Vamos a estar en presencia de una nueva pobreza? ¿Se puede comparar en algo con la crisis social de inicios de los 80?

—La situación es muy distinta a la del año 82, en el sentido de que las familias hoy tienen otro nivel de bienestar. Hay otro tipo de activos, se acumularon muchos recursos durante estos años, tanto a nivel país como de los hogares. Entonces, no es el mismo tipo de pobreza en términos materiales. Sin embargo, la sensación de vulnerabil­idad y de frustració­n va a ser la misma, en el sentido de que mucha gente no va a tener trabajo, o va a ver disminuido su nivel de bienestar de forma significat­iva. Lo que más preocupa es que el mercado de trabajo ya no va a ser el mismo. No veo cómo puede absorber de forma rápida los niveles de empleo que teníamos antes, porque muchas firmas van a quedar endeudadas y en una posición frágil. Entonces, probableme­nte quedemos con una estructura económica del mercado de trabajo con mucha informalid­ad. Y por lo tanto, con mucha vulnerabil­idad y con muchas personas dependiend­o del eventual apoyo que pueda tener del aparato público. La capacidad de reintegrar­se podría ocurrir o a menores salarios o con una mayor informalid­ad. Esas dos noticias hacen prever una situación bastante dramática para muchos hogares en Chile.

¿Qué fenómeno podríamos presenciar de aquí a agosto, durante el invierno?

—Veo una tasa de desempleo por sobre dos dígitos, una tasa de pobreza -medida con ingresos- más cercana al 15%. Veo una tasa de pobreza multidimen­sional -que es la que mide la pobreza en términos de acceso a la educación, a la salud, al trabajo o a la seguridad a la vivienda- con un incremento importante, probableme­nte del orden del 25% de la población. ¿Cómo se puede abordar este fenómeno desde el Estado?

—El gobierno, en particular, ha estado tratando de impulsar una serie de medidas como los bonos que se dieron al inicio o los subsidios para la gente con ingreso informal, las cajas de alimentos, créditos a la pequeña y mediana empresa, de tal forma de tratar de resistir el golpe sobre los niveles de empleo. En ese sentido, el gobierno está ocupando los instrument­os que están disponible­s. Probableme­nte, si esto continúa en un escenario pesimista, habrá una mayor presión de gasto. Es decir, más cajas, más subsidios, más bonos. Retirar la gradualida­d, por ejemplo, en los apoyos a las familias más vulnerable­s, que hoy está en una escala descendent­e para incentivar la reinserció­n de la gente al mercado del trabajo y no generar incentivos negativos. Sin embargo, en este caso estamos en un escenario bastante más complejo, donde la gente está en la casa no porque no quiere ir a buscar trabajo, sino porque las condicione­s de sanidad no lo permiten. ¿Cómo irá mutando la evolución de la conflictiv­idad social, ya latente desde octubre?

—Una situación como ésta, con la frustració­n de haber perdido el empleo, por ejemplo, o haber reducido de forma significat­iva tus niveles de bienestar, y la incertidum­bre respecto de cómo viene el futuro, probableme­nte va a generar mucha tensión social al interior de familias, entre vecinos, con los inmigrante­s. Esto, finalmente, resulta en actividade­s más conflictiv­as, de violencia. Todos los temas de conflictiv­idad van a perdurar porque, además, la conflictiv­idad social de octubre no está resuelta, hay una discusión pendiente, y se va a ver agravada por esta situación.

Esto significa una presión política y social adicional...

— Hoy hay menos espacio para atender esa demanda de mayor igualdad. El foco está concentrad­o en la demanda asociada a la pobreza, y esto significa que los temas asociados a la desigualda­d de largo plazo no van a resolverse ahora, van a quedar pendientes. En ese sentido estamos sentados sobre una bomba de tiempo.

¿Qué rol le cabe al mundo político en esta dramática situación que describe? —Necesitamo­s que la clase política esté a la altura y que tenga una discusión seria y responsabl­e respecto a qué país quieres construir, con qué seriedad vas a hacer las políticas, con qué plazos. Esa es una discusión importante, y ojalá que el mundo político esté dispuesto a darla. Esto requiere políticas públicas y requiere buenas políticas públicas.P

“Lo que más preocupa es el mercado de trabajo; no veo cómo puede absorber los niveles de empleo que teníamos antes”.

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