Dante Contreras alerta por conflictividad social: “Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”
ENTREVISTA CON SUBDIRECTOR DEL COES
Si hay algo en lo que el economista Dante Contreras se ha especializado, es en pobreza y distribución del ingreso. De ahí que el profesor de la Universidad de Chile y subdirector del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) prende una luz de alerta respecto de la situación “compleja”, “difícil” que se ve venir post cuarentenas por la crisis sanitaria del coronavirus.
Contreras habla de que emergerá una pobreza que no conocíamos hasta ahora, pues desde la última megacrisis económica de inicios de los 80, los chilenos han cambiado mucho. Hay más bienes, más recursos y mayor bienestar. Pero las perspectivas -asegura- muestran que el mercado del trabajo “ya no va a ser el mismo” y por tanto cundirá la informalidad. Y sí se repetirá la “misma frustración” que se vio hace 40 años.
“Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”, asegura el economista, quien advierte que aún siguen subyacentes las demandas tras la crisis política y social de octubre.
Partamos por lo inmediato, con las protestas que vimos en la comuna de El Bosque. ¿Qué señales dejan de lo que cabe esperar para más adelante?
—La señal que arroja es que la crisis social que vivimos en octubre, más la que estamos viendo ahora con la pandemia, están golpeando muy fuertemente la economía. Por lo tanto, hay mucha gente que vivía en pobreza que su situación ha empeorado, pero también hay gente que no estaba viviendo en pobreza y que está viendo afectado su nivel de vida. Probablemente este reclamo de vecinos que viven en esa comuna se va a extender a una población más generalizada, en el sentido de que el país se está haciendo más pobre. ¿Habrá más pobres y niveles de pobreza distintos?
—Cuando uno habla de pobreza y bienestar en general, uno separa básicamente en tres grupos. Uno es la extrema pobreza, otro es la pobreza, y otro la gente que vive fuera de la pobreza, pero en condición de vulnerabilidad. A mi juicio, producto de la crisis que estamos viviendo, habrá un incremento en estas tres dimensiones. Esto va a requerir una política económica quizás distinta a la que hemos hecho tradicionalmente, porque la magnitud del problema va a ser mucho mayor y su complejidad también.
¿Vamos a estar en presencia de una nueva pobreza? ¿Se puede comparar en algo con la crisis social de inicios de los 80?
—La situación es muy distinta a la del año 82, en el sentido de que las familias hoy tienen otro nivel de bienestar. Hay otro tipo de activos, se acumularon muchos recursos durante estos años, tanto a nivel país como de los hogares. Entonces, no es el mismo tipo de pobreza en términos materiales. Sin embargo, la sensación de vulnerabilidad y de frustración va a ser la misma, en el sentido de que mucha gente no va a tener trabajo, o va a ver disminuido su nivel de bienestar de forma significativa. Lo que más preocupa es que el mercado de trabajo ya no va a ser el mismo. No veo cómo puede absorber de forma rápida los niveles de empleo que teníamos antes, porque muchas firmas van a quedar endeudadas y en una posición frágil. Entonces, probablemente quedemos con una estructura económica del mercado de trabajo con mucha informalidad. Y por lo tanto, con mucha vulnerabilidad y con muchas personas dependiendo del eventual apoyo que pueda tener del aparato público. La capacidad de reintegrarse podría ocurrir o a menores salarios o con una mayor informalidad. Esas dos noticias hacen prever una situación bastante dramática para muchos hogares en Chile.
¿Qué fenómeno podríamos presenciar de aquí a agosto, durante el invierno?
—Veo una tasa de desempleo por sobre dos dígitos, una tasa de pobreza -medida con ingresos- más cercana al 15%. Veo una tasa de pobreza multidimensional -que es la que mide la pobreza en términos de acceso a la educación, a la salud, al trabajo o a la seguridad a la vivienda- con un incremento importante, probablemente del orden del 25% de la población. ¿Cómo se puede abordar este fenómeno desde el Estado?
—El gobierno, en particular, ha estado tratando de impulsar una serie de medidas como los bonos que se dieron al inicio o los subsidios para la gente con ingreso informal, las cajas de alimentos, créditos a la pequeña y mediana empresa, de tal forma de tratar de resistir el golpe sobre los niveles de empleo. En ese sentido, el gobierno está ocupando los instrumentos que están disponibles. Probablemente, si esto continúa en un escenario pesimista, habrá una mayor presión de gasto. Es decir, más cajas, más subsidios, más bonos. Retirar la gradualidad, por ejemplo, en los apoyos a las familias más vulnerables, que hoy está en una escala descendente para incentivar la reinserción de la gente al mercado del trabajo y no generar incentivos negativos. Sin embargo, en este caso estamos en un escenario bastante más complejo, donde la gente está en la casa no porque no quiere ir a buscar trabajo, sino porque las condiciones de sanidad no lo permiten. ¿Cómo irá mutando la evolución de la conflictividad social, ya latente desde octubre?
—Una situación como ésta, con la frustración de haber perdido el empleo, por ejemplo, o haber reducido de forma significativa tus niveles de bienestar, y la incertidumbre respecto de cómo viene el futuro, probablemente va a generar mucha tensión social al interior de familias, entre vecinos, con los inmigrantes. Esto, finalmente, resulta en actividades más conflictivas, de violencia. Todos los temas de conflictividad van a perdurar porque, además, la conflictividad social de octubre no está resuelta, hay una discusión pendiente, y se va a ver agravada por esta situación.
Esto significa una presión política y social adicional...
— Hoy hay menos espacio para atender esa demanda de mayor igualdad. El foco está concentrado en la demanda asociada a la pobreza, y esto significa que los temas asociados a la desigualdad de largo plazo no van a resolverse ahora, van a quedar pendientes. En ese sentido estamos sentados sobre una bomba de tiempo.
¿Qué rol le cabe al mundo político en esta dramática situación que describe? —Necesitamos que la clase política esté a la altura y que tenga una discusión seria y responsable respecto a qué país quieres construir, con qué seriedad vas a hacer las políticas, con qué plazos. Esa es una discusión importante, y ojalá que el mundo político esté dispuesto a darla. Esto requiere políticas públicas y requiere buenas políticas públicas.P
“Lo que más preocupa es el mercado de trabajo; no veo cómo puede absorber los niveles de empleo que teníamos antes”.