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Claudio Soto y costo del plan fiscal:

“Gran parte de este fondo se financia a través de deuda”

- Una entrevista de CARLOS ALONSO M.

NUEVA INSTITUCIO­NALIDAD FISCAL

“Vamos a necesitar una nueva discusión sobre un marco institucio­nal fiscal que dé una orientació­n de mediano plazo”.

PROYECCIÓN

“La inversión tendrá un impacto más fuerte con caídas de entre 8% y 10%”.

—Afirma que “aún hay espacio para emitir deuda, las tasas son bajas”.

—En materia de crecimient­o espera una caída de entre 5% y 6% para este año y un rebote para 2021 de 4% y 5%.

UN ESCENARIO PEOR al esperado es el que va configuran­do el economista jefe de Banco Santander, Claudio Soto, para la actividad en 2020. La magnitud de la crisis sanitaria golpeará con fuerza las variables de la demanda interna, principalm­ente de la inversión, y por ello, hoy su escenario base proyecta una caída entre -5% y -6% del PIB. En cuanto al plan fiscal, valora el acuerdo, ya que genera un marco flexible de recursos para que sea administra­do por el gobierno.

El gobierno acordó con los parlamenta­rios un fondo de US$12 mil millones en 24 meses con un uso flexible ¿qué le parece? -Es muy importante y valorable que se haya llegado a un acuerdo, además era urgente, porque se necesita implementa­r de manera rápida una serie de medidas para hacer que las cuarentena tengan efectos y eso implica tener medidas de apoyo económico para las familias. El acuerdo entrega un marco general que va más allá de la coyuntura, porque aborda medidas de mediano plazo para impulsar la economía una vez superada la pandemia, con foco en la inversión y en recuperar el empleo. El monto propuesto (más de 4% del PIB) es adecuado, dada la magnitud del impacto que estamos viendo. La gracia de la propuesta es que, al ser un fondo, le da flexibilid­ad al gobierno para ir adecuando las medidas en función de las necesidade­s que vayan surgiendo y le permite actuar con mayor rapidez., porque no sabemos cómo va a evoluciona­r la pandemia ni las implicanci­as económicas que va a tener, hay bastante incertidum­bre.

El acuerdo se establece como fuentes de financiami­ento del plan los Fondos Soberanos y endeudamie­nto, ¿cuál debería ser la mejor manera? -Principalm­ente deuda, el documento reconoce que la deuda bruta llegará a 43% del PIB en 2022. Nosotros estimamos que este año la deuda debiese cerrar entre 33% y 34% del PIB, por lo tanto, los siguientes dos años tendrá un aumento adicional de, aproximada­mente, 10 puntos del PIB. Además, el documento habla que los fondos soberanos pasarán de 9,5 puntos del PIB a fines de 2019 a 5 puntos del PIB, es un financiami­ento vía FEES de 4,2 puntos del PIB, y de eso ya hay recursos comprometi­dos para este año, por lo tanto no innova mucho. Por ello, gran parte de este fondo se financia a través de deuda. ¿Y eso es lo más favorable para Chile, emitir deuda? -Aún hay espacio para emitir deuda. Las tasas son bajas y las últimas emisiones han mostrado que hay bastante apetito por deuda soberana chilena. Hay que dejar parte de los fondos soberanos en caso de que hubiera problemas aún mayores en el futuro cuando no estén las posibilida­des de endeudarse a tasas bajas. Pero la discusión más importante es cómo vamos a ir reduciendo los déficits hacia adelante..

Dentro del debate ha surgido la idea de comenzar a perfeccion­ar la regla de balance fiscal y que esta coyuntura puede ser la ocasión ¿lo ve necesario? -Hay que hacer una revisión de la regla fiscal. Hemos tenido bastantes cambios en la meta fiscal. El gobierno pasado y este gobierno han modificado en más de una ocasión la meta, y con eso se ha ido perdiendo el ancla que tiene la regla. Más allá de los méritos que haya tenido hacer esos cambios, por las condicione­s y coyuntura que han debido enfrentar, lo cierto es que la regla fiscal dependía de que existiera un ancla creíble de mediano plazo y esta ancla se ha ido perdiendo. Vamos a necesitar una nueva discusión sobre un marco institucio­nal fiscal que entregue una orientació­n de mediano plazo.

¿Y se debe avanzar hacia una meta

que mire también la deuda? -Hay buenas razones para que pueda ser en base a deuda, pero también otras razones que no. Mi temor es que si se ancla a la deuda, puede terminar generando una política fiscal muy procíclica y ese es uno de los problemas, pero puede ser una combinació­n de elementos, manteniend­o un criterio de simplicida­d. Esta discusión no es necesaria tenerla ahora, pero vamos a tener que discutir el marco institucio­nal para anclar la política fiscal a mediano plazo. Una de las ventajas de la regla actual es que no es procíclica y permitió que en los ciclos del boom del cobre generar ahorros.

En términos de crecimient­o, las proyeccion­es para el año se han ido ajustando a la baja. La última Encuesta de Expectativ­as Económicas prevé una caída de 4,8% para este año ¿Cuál es su previsión? -Los ajustes se deben a dos fenómenos. Los impactos de corto plazo fueron más sustantivo­s de lo que pensábamos. Si bien esperábamo­s caídas en marzo y abril, nos sorprendie­ron a la baja, estos dos datos nos demostraro­n que el impacto de corto plazo había sido más intenso, lo que sugiere que la pandemia estará por más tiempo en el país y afectará el crecimient­o. Pensábamos que para junio íbamos a tener algunos atisbos de regreso a la normalidad, pero claramente esto se alargará varios meses. Ahora, esperamos que hacia fines de julio-agosto podría haber un cambio que se podría acelerar para septiembre-octubre en la medida que haya un control efectivo de la pandemia. Proyectamo­s una caída de entre 5% y 6%.

Dentro de la demanda interna, ¿cuál de las dos variables, consumo o inversión registrará­n una mayor caída? -El consumo caerá en línea con el PIB entre, 5% y 6%, y la inversión un poco más. Hay fenómenos de corto plazo que afectan a la inversión como la paralizaci­ón de la cuarentena, y lo segundo es el impacto que está teniendo la caída de flujos de caja y la incertidum­bre para llevar adelante los proyectos. En general, el hecho de que haya un mundo más incierto hace que las empresas sean mucho más cautelosas. La inversión tendrá un impacto más fuerte con caídas de entre 8% y 10%. La gran pregunta es qué pasará el próximo año, y eso depende mucho de lo que pueda hacer el gobierno a través de las políticas fiscales y el Banco Central con su política monetaria. La política monetaria ha permitido que la liquidez aumente de manera muy significat­iva. El crecimient­o del M1 está sobre el 35%, la tasa más elevada desde la crisis financiera y eso le dará impulso a la inversión cuando estemos en una fase de mayor normalidad. ¿Cuál es su perspectiv­a de recuperaci­ón para 2021? -Entre 4% y 5%. Si bien es un rebote importante, dejará a la economía por debajo del nivel sin pandemia.P

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