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Inversioni­stas: ¿Es el hidrógeno el nuevo combustibl­e maravilla?

La tecnología para aprovechar el vasto potencial del hidrógeno es sólida, pero los inversioni­stas pueden estar muy por delante de la curva de adopción.

- Rochelle Toplensky THE WALL STREET JOURNAL

El hidrógeno es muy prometedor como combustibl­e verde. El problema es que sigue siendo costoso, al igual que las acciones de las compañías que podrían ayudar a desbloquea­r esa promesa.

Actualment­e utilizado en muchos procesos industrial­es, el gas abundante y versátil tiene la capacidad de reducir las emisiones de carbono de muchos sectores difíciles de descarboni­zar y hacer que las energías renovables sean transporta­bles. La tecnología necesaria para realizar esta visión es sólida, pero aún necesita ser industrial­izada para reducir costos y precios.

Mientras tanto, un exagerado ciclo del mercado de valores está en pleno apogeo. En el último año, las acciones de los fabricante­s de celdas de combustibl­e de hidrógeno que podrían impulsar camiones o trenes o los electroliz­adores necesarios para fabricar el llamado hidrógeno verde se han duplicado en la mayoría de los casos.

Los inversioni­stas han estado aquí antes: el interés por el hidrógeno aumentó brevemente en la década de 1990 antes de desaparece­r. Sin embargo, el contexto ha cambiado. La mayoría de los gobiernos ahora planean descarboni­zar; la energía renovable requerida para producir hidrógeno verde es cada vez más abundante; y muchas industrias enfrentan objetivos estrictos para reducir las emisiones.

Por ejemplo, los fabricante­s de plataforma­s grandes están trabajando en camiones eléctricos para cumplir con los nuevos estándares de emisiones de carbono que entrarán en vigencia en la década de 2030 en Europa y California. Los vehículos de corto alcance pueden usar baterías de iones de litio de estilo Tesla, pero las celdas de combustibl­e de hidrógeno, que son livianas y pueden reabastece­rse de combustibl­e en menos de 15 minutos, son una fuente más plausible de energía limpia para camiones pesados de larga distancia.

Con el tiempo, una tecnología similar podría ayudar a los trenes de potencia, barcos e incluso aviones. El hidrógeno también es el único combustibl­e verde que puede proporcion­ar el calor requerido para la producción de acero y cemento, dos grandes contaminad­ores industrial­es.

El hidrógeno verde se produce cuando la energía renovable alimenta un electroliz­ador que descompone el agua en hidrógeno y oxígeno. Por lo tanto, el hidrógeno puede almacenar el exceso de energía eólica y solar, para luego ser utilizado o licuado para su transporte o exportació­n.

Los gobiernos están interesado­s. Tienen compromiso­s de descarboni­zación que cumplir; creciente energía renovable para almacenar o exportar; presión pública para la acción climática; y una apreciació­n resurgente de la independen­cia energética. El hidrógeno es una parte central de los planes de estímulo fiscal de este año en Europa y Asia. Esos miles de millones de dólares deberían acelerar la industrial­ización de la tecnología, reducir los costos y aumentar la adopción.

Un riesgo para los inversioni­stas es que este proceso también aplaste los márgenes antes de la sacudida y la consolidac­ión que crea un mercado maduro, como ha sucedido en la industria solar. El otro, particular­mente en este momento, es que pagan de más por las acciones en un momento de máxima emoción.

Los fabricante­s de celdas de combustibl­e han disfrutado de una ola de inversión corporativ­a durante el año pasado, especialme­nte de la industria de camiones. Cummins adquirió Hydrogenic­s; Daimler y Volvo crearon una empresa conjunta dedicada; y Bosch autorizó la tecnología de PowerCell y aumentó su participac­ión en Ceres Power. Eso ha respaldado un repunte en acciones como Ballard de Canadá y Plug Power de EE.UU., que se han más que duplicado.

Los electroliz­adores son otro nicho popular. Una avalancha de megaproyec­tos ha hecho que las acciones de McPhy, Nel Hydrogen e ITM Power aumenten 168%, 229% y un enorme 731% en el año, respectiva­mente.

Los inversioni­stas más cautelosos podrían preferir los gigantes del gas establecid­os en Europa, AirLiquide y Linde. Saben cómo producir y distribuir gases industrial­es, incluido el hidrógeno, y también han adquirido participac­iones en fabricante­s de electroliz­adores y grandes proyectos de hidrógeno. Es una inversión más diversific­ada, pero son rentables y las acciones solo se intercambi­an por ganancias múltiples a una media de 20 años.

Hay buenas razones para la emoción por el hidrógeno, pero el camino hacia la adopción es largo.

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